miércoles, 18 de noviembre de 2015

                     MACRI O BOUDOU





     El coro oficialista interpreta todo el día y la noche también la gastada partitura de que en el balotaje habrá “dos modelos” en pugna. Quizás sea hora de volver a nuestras fuentes y recordar antes del domingo que viene cuando éramos chicos y papá y mamá nos enseñaban que  lo más imperdonable que podíamos hacer era robar.

     “Tengo miedo de tu miedo” escribió William Shakespeare y el miedo es la obvia estrategia de personajes que han saqueado al estado. En un fenómeno de transferencia, diría un freudiano, Scioli y su caterva de pseudo-peronistas proyectan su miedo sobre nosotros. Tienen miedo, ellos, de bajarse del caballo y volver a caminar por la calle como simples vecinos. Fueron doce años de poder omnímodo e impunidad mediática en la que los bolsillos de todos y todas están más gorditos sin tener que haberlo explicado.

     ¿Sos consciente de que entre el 2003 y el 2011, producto del aumento fenomenal del precio de los granos en el mundo, la economía argentina creció alrededor de un 8% anual, que eso fue mucha, pero mucha, pero mucha guita y que del gran banquete a vos te “arreglaron” con las miguitas?

     Con el dinero que entró debería haber pleno empleo, muchos menos planes sociales (que disminuyan porque hay más trabajo sería una buena noticia y no al revés como te quieren contar), agua potable, energía eléctrica, gas natural y cloacas para todos y todas. Esto no sucedió y nuestra economía dejó de crecer hace cuatro años. ¿Adónde está el dinero que entró? Chiquitos desnutridos recorren el país viviendo con familias cuya calidad de vida está más ligada al siglo XIX que al siglo XXI. Por el contrario crecen en tierra fértil funcionarios públicos que  ya no saben que hacer con tanto cash y propiedades disponibles. ¿Esa es la Argentina que te gusta? Porque corrupción hay en todos lados pero tanta impunidad como acá en muy pocos.

     Hace un año el diario Perfil de Buenos Aires publicó que la base de datos de los tribunales federales acumulaba 745 denuncias contra los ministros y funcionarios del gabinete nacional por causas de corrupción. La mismísima presidente Cristina Kirchner, “la abogada exitosa”, encabezaba el ranking con 298. Las acciones judiciales, en todos los casos, son por delitos similares: defraudación contra la administración pública, asociación ilícita, malversación de caudales públicos, enriquecimiento ilícito, negociaciones incompatibles con la función pública e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

      El emblema de todo este cuerpo en el que se toque dónde se toque sale pus, es el vicepresidente de la nación, Amado Boudou. Boudou se convirtió en el primer vice de nuestra historia en tener un procesamiento judicial. Pero, para asegurarse el récord quizás, tiene una más. Tiene dos:

-El juez Ariel Lijo lo procesó por cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública en la causa por irregularidades en el salvataje de la ex Ciccone Calcográfica, la imprenta que hacía los billetes y con la que habría pretendido quedarse a través de un testaferro. El parlamento nacional, kirchneristas, sciolistas y los legisladores misioneros salvo uno, estatizaron la empresa en el único caso de nuestra historia de corruptela-y vaya que tenemos historia en eso-en la que se nacionalizó una empresa que, oficialmente, no tiene dueños.

-El juez federal Bonadío lo procesó en agosto de 2014 en una  causa en la que se le imputan irregularidades en el trámite de la compra de un automóvil Honda con papeles falsos que hizo hace más de dos décadas. Parece que el “vice” truchó el 08 y fue procesado por el delito de "falsificación de documento público, en carácter de partícipe necesario".


     En los últimos años la corrupción gubernamental, heredera del menemismo que inventó al Daniel Scioli político, ha quedado disimulada por un fenomenal aparato de propaganda que hegemoniza el espacio de lo simbólico. ¿Qué es un aparato de propaganda? Un montón de personas que cobran millonarias sumas de dinero que salen del estado para decir las cosas que el gobierno quiere y cómo quiere, disimular u ocultar mentiras y hurtos, disfrazar la propaganda de acto institucional  y atacar en bloque a todo disidente que se atreva a contar algo de la verdad como para hacer promedio ante tanto engaño. Por supuesto el grueso de la sociedad argentina suele dispensar cualquier manejo turbio de la cosa pública siempre que el sueldito esté depositado en el cajero y porque sigue creyendo que la plata de la cosa pública la pone Dios.

     Mentiras y mucho dinero para hacerlas pasar por verdad. Todo apoyado en un despotismo monologuista con votos cautivos y una epidemia de ignorancia social nunca vista antes.

     ¿Qué Macri es esto o lo otro? Ya veremos que hace. Mientras tanto antes que la sanata antinoventa en boca de los que pergeñaron los noventa, prefiero un verso de Pablo Neruda. Tiene nivel. ¿Así que Macri va a “devaluar” y a “ajustar”? Hipótesis. En mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, el dólar oficial valía menos de  tres pesos y ahora vale casi diez. En mi barrio a eso lo llaman “ajuste”. Y fue bancado por el fenómeno de la pauperización salarial, ese proceso en el que la inflación, la mayor fábrica de pobres que se conoce, se comió tu poder adquisitivo. Y en mi barrio a eso lo llaman “ajustar”. Macri “podría” devaluar y ajustar. Scioli y los kirchneristas ya lo hicieron. 

     “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo”, señaló el filósofo Jean Paul Sartre. Los kirchneristas no paran tampoco de demostrarlo. Que Daniel Scioli, copryght Carlos Menem, le intente decir a millones de argentinos, con una caradurez de amianto, que él es la opción para no volver al neoliberalismo menemista es algo que sólo se pueden creer dos clases de personas: los muy jóvenes que no vivieron ésa época y los imbéciles.

      Como nos enseñaron papá y mamá, robar está muy mal. Y hay que entender de una buena vez que todo kirchnerista tiene algo de Amado Boudou. Por eso Boudou es el kirchnerista perfecto.

       El balotaje tiene sólo dos opciones, gusten más o gusten menos o no gusten nada.

       Macri…o Boudou.


sábado, 7 de noviembre de 2015

               DOCE AÑOS A LA BASURA

     Pobre de alguna gente. No saben que la vida es una suma de momentos y que cada momento es único e irrepetible. Y que no vuelven más. Los argentinos de hoy, por miedo a atreverse a cambiar, a ser mejores, a evolucionar, tiraron doce años a la basura. Desperdiciaron momentos que no se recuperan nunca más.

  Con el cuento bien contado y contado a cada rato de que siempre se puede volver al pasado, la sociedad de hoy cree que el futuro dura veinticuatro horas y que la felicidad no pasa de ser un número que no empiece con cero en la cuenta del cajero automático donde dice “monto disponible”. Lo curioso es que el cuento lo narran los arquitectos de ese pasado al que ahora usan como un “cuco”. Rovira nos advierte de la Misiones de Puerta. Y Scioli de la Argentina de Menem. Perdón, me equivoqué con el término. No es curioso. Es patético.

     Yo no sé en qué momento el conformismo se transformó en la ideología mayoritaria de los argentinos. Tampoco sé cómo se convierte a un conformista en un exigente. Quizás habría que demostrar que Cristina Kirchner ha operado para favorecer a Boca en algún partido. Porque parece ser eso lo único que provoca indignación en un número sustancial de argentinos. Habrás notado que tipos y tipas que jamás se quejan por nada, que son capaces de aguantarse humillaciones que no sé si se las habrán aguantado los esclavos en el imperio romano, reaccionan por el fulbito.

     En Oberá, por ejemplo, el intendente Ewaldo Rindfleisch chocó la calesita. A una ciudad emplazada sobre el acuífero Guaraní-de las mayores reservas mundiales de agua dulce-la dejó en “emergencia hídrica”. Y lo votaron tres veces. Dice la Biblia en “Galatas” capítulo 3, versículo 4,  “¿Tantas cosas habéis padecido en vano?”. ¿Serán conscientes los obereños de cuánto padecieron en vano?

     ¿Cuántos argentinos habrán sufrido, muchos al punto de morir asesinados, por miedo al 2001? Sin detenerse a reflexionar que De la Rúa se habrá ido en uno pero no cayó desde un helicóptero. Se lo votó. Como a Menem, otro gran contador de cuentos. Como ese de que el dólar valía lo que el peso. A propósito. Cómo nos gustan los cuentos malos!

     Oberá, Misiones, la Argentina toda, nunca sacan su potencial. Apenas si cambian de tirano sin mudar de tiranía como nos alertó Mariano Moreno hace dos siglos. Dos siglos!

     Se viene un balotaje y otra vez nos cuentan el cuento del “cuco”.

     "De lo que tengo miedo es de tu miedo”, escribió William Shakespeare.

     A los misioneros no hace falta meterles miedo. Alcanza con explotar el que llevan adentro desde que Carlos Rovira los convirtió en sus vasallos. Al resto de los argentinos, veremos.

     Si la sociedad entendiera que bastaría con exigir lo que nos corresponde. “Pedid y se os dará”, dijo uno que sabía de lo que hablaba. “Exigid y se os dará”, podríamos adaptar eso republicanamente.

     Tiramos doce años a la basura por cobardes y cómodos. Por miedo a cambiar. Por esa costumbre asquerosa de negar la realidad creyendo vivir ya en esa meta por la que nunca nos esforzamos en llegar de verdad. Por conformarnos con miguitas del gran banquete del que comieron quiénes fueron gobierno. Lo mismo de siempre. Los mismos de siempre.

     La burguesía, nuestra clase media siempre temerosa, bancó al kirchnerismo que ha sido el mayor enemigo de la clase media en nuestra historia. ¿Por qué ascender a Scioli de un inútil gobernador bonaerense a un inútil presidente de la nación? Esa misma clase media que siempre se cree que la plata del estado la fabrica Dios. 

     “Cuando llega el tiempo en que se podría, es porque ya pasó aquél en el que se pudo”, escribió la austríaca Marie von Eschenbag.

     2003-2015.Sé que duele y cuesta mucho aceptarlo, pero es así.

     Doce años de momentos a la basura.

    Momentos que no vuelven nunca más.