martes, 8 de marzo de 2016

                        FUEGO AMIGO



     Cada uno de los setenta y cinco alcaldes de la provincia de Misiones ha sucedido en el cargo a personajes de su mismo partido político. Eso los condiciona mucho para poder gritar a los cuatro vientos el desastre que heredaron. Es un problema de ellos. Pero pretenden que los ciudadanos paguen la reciente fiesta de desidia, atraso, corruptela y mentiras. Y eso sí es un problema nuestro.

     En Oberá el médico Carlos Fernández debe estar extrañando los quirófanos. Allí debe haber más paz que en la administración cotidiana de un estado municipal que viene de ser desquiciado por Ewaldo Rindfleisch. Cómo galeno Fernández sabe que ante un paciente no puede criticar el trabajo previo de un colega. La ética médica no se lo permite. Como intendente Fernández sabe que no puede criticar abiertamente y en profundidad lo que hizo y lo que no hizo Rindfleisch. La falta de ética renovadora no se lo permite.

     En algunos municipios misioneros uno llega y por lo menos puede elogiar la cosmética que esconde el deterioro. En Oberá ni eso. La ciudad está fea y se nota enseguida. El pobre alumbrado público logra que a las calles, incluso las del centro, más que conocerlas se las sospeche. Las veredas compiten con ellas por el cetro de las ruinas. El tradicional centro cívico fue reemplazado, dinero del estado nacional mediante, por otro cuya arquitectura me recuerda a cierta parte del cementerio porteño de la Chacarita. Para hacer la cosa bien surrealista, en medio de la crónica falta de agua potable, existen allí unas aguas danzantes en las que los chicos logran darse, jugando, la ducha que los adultos, en serio, no pueden.

     Ni edificio municipal quedó. El que había se quemó en junio de 2009.Cuando las autoridades de entonces dieron la explicación sobre el incendio, recuerdo que pestañeé y me la perdí.

     Según el propio Fernández el estado municipal quedó con un pasivo de casi 54 millones de pesos. Los trabajadores municipales deben orar como nunca a Dios porque con los 3 millones y medio que se le debe a la ART (Aseguradora de Riesgos del Trabajo) que el propio alcalde dio a conocer, ¿quién los va a cubrir si les pasa algo? Lástima que Rindfleisch no haya sido un neo-liberal como Macri porque entonces seguro que el gremio ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) le hubiera hecho un paro.

     En la CELO (Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá) los lacayos de Rindfleisch dejaron un rojo carmesí de 150 millones de pesos más un goteo mensual que ahora la elevó a 200. Lo mal que habrán hecho las cosas que en una ciudad por la que pasa una reserva mundial de agua dulce como el acuífero Guaraní debió decretarse la “emergencia hídrica” hace seis años. Consiguieron que el recurso que sobra, falte.

     Por supuesto que Oberá ha tenido el Rindfleisch que se mereció. Lo votaron tres veces sabiendo a la perfección quién era y lo que hacía. Prestándose además a este juego perverso y de republiqueta bananera en la que se busca a la oposición dentro del mismo oficialismo. Para después andar preguntando, a la manera de los opas, porqué el gobernador (que es renovador) banca al que estaba (también renovador) y el que votaron para oponerse (otro renovador) no lo escracha ni lo denuncia como creen que debería.

     El punto es que esos 50 y pico de millones de deuda del municipio más esos 150 ó 200 millones de pesos de deuda de la cooperativa los deberán pagar los mismos ciegos que no quisieron ver, los mismos sordos que no quisieron oír y los mismos mudos que se negaron a hablar. Que, por supuesto, lejos de reflexionar sobre las causas que los llevaron a darle tanto permiso a quiénes manejaron la ciudad para hacer lo que fuera, ahora han pasado de tener lo que parecía una infinita paciencia a sufrir de trastorno de ansiedad. Quiénes soportaron 4.383 días de Rindfleisch ya no se bancan 90 días de Fernández. Debió tener razón nomás el filósofo alemán Hegel cuándo escribió que “La historia demuestra que las personas no aprenden nada de la historia”.

     Fernández, como el resto de sus pares en los otros 74 municipios, deberá demostrar su capacidad para lidiar con el “fuego amigo”, el término militar acuñado para definir a las balas que se reciben desde el propio bando.

     Esto de asistir a las quejas de quiénes no asumen que sólo cosechan lo que alguna vez sembraron ya empieza a aburrir a mucha gente.

     Y a mí también.