SETENTA BALCONES… Y NINGUNA FLOR
“Setenta balcones hay en esta casa,
setenta
balcones y ninguna flor.
¿A sus
habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el
perfume, odian el color?”
Así arranca el clásico poema del médico y
escritor argentino Baldomero Fernández Moreno, quién describe la sensación de
falta de vida que le provoca la ausencia
de flores, símbolo de la belleza y de la vida.
Cristina Kirchner podrá asomarse setenta
veces al balcón de su relajada prisión domiciliaria. La montada estrategia
política y mediática podrá perseverar en dotar de contenido sus salidas, sus
audios, sus tuits, cualquier movimiento de cortina que preanuncie su presencia.
Ese balcón no tiene plantas. No tiene flores. Como todo lo que, desde hace
mucho tiempo y aunque algunos insistan en no verlo, rodea a la expresidente.
Cierta vez Cristina Kirchner le dijo a los
jueces “A mí me absolvió la historia”. No se da cuenta de que la justicia con
ella ha sido más benévola que la historia.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación,
la que dejó firme su doble condena por corrupción con la obra pública, tiene
tres jueces. ¿Cómo llegaron esos tres jueces a la Corte?
-Ricardo
Lorenzetti fue designado por decreto del presidente Néstor Kirchner en
diciembre de 2004, con acuerdo del senado con mayoría peronista
-Horacio
Rosatti fue nombrado por decreto del presidente Macri en agosto de 2016 con
acuerdo del senado con mayoría peronista. Entre 2004 y 2005 fue ministro de
Justicia del presidente Néstor Kirchner
-Carlos
Rosenkrantz fue nombrado por decreto del presidente Mauricio Macri en agosto de
2016 con acuerdo del senado con mayoría peronista
Hace cuarenta años, desde el retorno de la
democracia, que nadie llega a juez si el peronismo no lo apoya. Fin de la
discusión seria. Se puede seguir la discusión ridícula.
Los datos y los hechos (¡los datos y los
hechos!) que hay en el expediente de la causa conocida como “Vialidad” son
irrefutables. Son ir-re-fu-ta-bles. A la justicia no le quedó otra que condenarla.
Sabrá eso al que siguen llamando peronismo
cómo sacarse de encima al lastre kirchnerista.
Cristina Kirchner apuesta todo a un nuevo
desmoronamiento de la macroeconomía que transforme a Javier Milei en 2027 en el
Mauricio Macri de 2019. Y ya habrá
imaginado a otro Alberto Fernández (quizás su hijo Máximo). Mientras imagina que dirá el obituario
político de Milei no se da cuenta de que la historia, la misma que no la
absolvió, está escribiendo el suyo.
Milei la necesita en el balcón. Macri
también. Varios peronistas también. La prensa ni hablar. Como entretenimiento
puede ser mejor que las series de Netflix.
En la película “El Ciudadano”, de Orson
Welles, le advierten a un opulento señor: “Tu vida siempre va a durar más que
tu poder”.
Debe ser notable la melancólica
diferencia.
Entre el balcón de la Rosada.
Y el balcón de su casa.
Walter
Anestiades
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