sábado, 19 de julio de 2025

 

NO ES LO MISMO UN CONTACTO

           QUE UN AMIGO

 

     En 1974 la sociedad musical entre Roberto y Erasmo Carlos lanzó la canción "Eu Quero Apenas", que Roberto popularizó y que se convirtió en un himno por ese estupendo verso que dice: "Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar". La letra, que expresa el profundo deseo de la conexión humana, hoy podría adaptarse a la época diciendo “Yo quiero tener un millón de contactos”, o “Yo quiero tener un millón de seguidores”. Pero no es lo mismo. No es lo mismo un contacto que un amigo. Como sentencia aquél poema de Lope de Vega sobre el amor: “Quién lo probó, lo sabe”…

     Hacerse amigo de alguien no siempre está a un click de distancia. No vamos a hacer filosofía barata y zapatos de goma, como diría Charly, pero el intento del sistema por igualar lo profundo y lo superfluo puede llegar a ser decepcionante si uno cree que estaba lo que nunca estuvo.

     Las relaciones impersonales no son una creación de la virtualidad. Pero las estimula. ¿Eso es positivo? A veces sí. A veces no.

     La época de la pandemia ofreció ejemplos de que se puede tener una amistad con alguien a quién no vimos personalmente pero que fue capaz de establecer con nosotros un lazo que nos hizo bien.

    El problema es banalizar la solidez de esa experiencia. Confundir el caso con lo general. Aprender lleva tiempo. Y ser amigos también.

     El algoritmo nos relaciona con quiénes tienen pensamientos iguales al nuestro. Guarda, ¿desde cuándo pensar diferente nos impide ser amigos?

     Las herramientas que nos ofrece este mundo digital son maravillosas. Poder comunicarse al instante con alguien que vive a miles de kilómetros es una joya de la época. No hace demasiado, o quizás ya hace demasiado, de los días en que había que salir a la calle para buscar un teléfono público. Entre discar y tener cospeles hubo una muy bienvenida evolución hacia los teléfonos inteligentes.

     ¿Y entonces? Entonces es uno el que debe tener algunas cosas claras.

     “En el tabaco, en el café, en el vino,

al borde de la noche se levantan

cómo esas voces que a lo lejos cantan

sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,

dióscuros, sombras pálidas, me espantan

las moscas de los hábitos, me aguantan

que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más, pero al oído,

y los vivos son mano tibia y techo,

suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,

de tanta ausencia abrigará mi pecho

esta antigua ternura que los nombra”.

     Así describe Julio Cortázar en “Preludios y sonetos” su amistad con un escritor español y su esposa.  “…me aguantan que siga a flote entre tanto remolino”, escribe el amigo Julio.

     ¿Serán tus contactos o tus amigos los que te aguantarán que sigas a flote entre tanto remolino?

     Y sí. Quién lo probó, lo sabe.

 

-Walter Anestiades

-Imagen: "La amistad", óleo sobre lienzo de lino de Pablo Picasso 

    

        

 

 

 

 

 

 

 

 

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