"Hay quienes envenenan a los pueblos.
Y después dicen:
los pueblos están envenenados".
(Jacinto Benavente, dramaturgo español. 1866-1954)
El verbo refutar proviene del latín refutare, que significa rechazar y desbaratar, deshacer con argumentos una afirmación.
La Argentina toda vive unos días, desde 2003 a hoy, en la que la retórica oficialista circula libremente sin que casi nadie la refute. Y con la debida fuerza argumentativa. Aprovechando que letra, para golpear a quienes gobiernan, sobra. No lo hacen ni los dirigentes sociales. Ni los opositores políticos. Y mucho menos, los periodistas. Sobre todo, los periodistas.
Es habitual que quienes fueron funcionarios o apoyaron explícitamente al menemismo, se paseen por los medios de comunicación despotricando contra los "años noventa". Desde Néstor Kirchner-que calificó a Carlos Menem como "el mejor Presidente de la historia" , hasta cualquier funcionario que parlotea sobre el "modelo" actual opuesto (?) al de los noventa sin que nadie le recuerde que un kirchnerista es, primero y principal, un ex menemista o un ex duhaldista.
Desde la tiranía del atril , antes Néstor y ahora Cristina, cuentan por una casi semanal cadena nacional el progreso de un país pujante y maravilloso al que ellos han logrado recuperar aplicando medidas eficaces que son hijas de unas convicciones que sólo ellos, a diferencia de otros, "no dejaron en la puerta de la Casa de Gobierno". Para completar la puesta en escena, la sanata es reproducida por los medios sin que ningún periodista pueda preguntar o repreguntar ( el camelo usado aquí es que ellos se comunican directamente con el pueblo, sin mediaciones) , logrando evitar responder cosas que no podrían responder. En cualquier país democrático las conferencias de prensa son habituales. En la Argentina K, éso no existe más. Todo ante los aplausos de los augustianos. Como los aplaudidores que tenía a su servicio Nerón en la antigua Roma.
En los reportajes radiales o televisivos, es común oir a kirchneristas macaneando sobre lo bien que han hecho las cosas, hablando del proceso de transformación (?) que llevan adelante, incluso delante de opositores. Opositores que o no dicen todo lo que podrían decir, o que directamente se callan la boca. Los periodistas, a diferencia de lo que hacían en la década del noventa, guardaron la incisividad en el baúl de los recuerdos.
La sanata oficialista circula entonces libremente. Y a algunos les sorprendería saber cuánto desinformado o perezozo mental, se la traga sin masticar.
En Misiones ocurre otro tanto. Carlos Rovira, que hasta le cebaba los mates a Ramón Puerta, vive despotricando contra los años noventa. Como si él no hubiera tenido nada que ver con ésos años. Secretario de Puerta. Director de Vialidad provincial con Puerta. Intendente posadeño de Puerta. Gobernador llevado de la manito por Puerta. Menemista declarado junto a Puerta. ¿Quién refuta públicamente semejante cinismo? Casi nadie.
Todos los días los funcionarios del Frente Renovador sanatean delante de los ponemicrófonos en una Provincia en la que se vende propaganda como si fuera información. Como sus pares de Nación, hegemonizan la palabra con la tranquilidad de saber que cualquier cosa que digan, aún la mentira más descarada, circulará sin que se exhiba ningún dato contrastable.
En Oberá, hasta la aparición de un programa radial en FM Oxígeno hace seis años, el intendente Ewaldo Rindfleisch gozaba de absoluta impunidad mediática. Aún hoy, cuando se permiten ciertas críticas, los medios de comunicación locales y provinciales, lo mantienen blindado ante ciertos temas graves que ameritan explicaciones que Rindfleisch nunca da y nadie le pide.
Quiénes gobiernan dicen cualquier cosa. Tienen impunidad. Judicial y mediática. No se los refuta como se debe. No se les pregunta como se debe. No se los controla como se debe. ¿Cuánto tendrá que ver ésto en el Poder omnímodo que poseen?
Bufones que se llaman a sí mismos intelectuales. Aplaudidores. Ponemicrófonos. Borocotóes. Opositores que necesitan urgente tomar ácido fólico. Desinformados. Perezozos mentales. Todos simulando una prosperidad que no existe en la realidad.
La mentira jamás tuvo tanta libertad...
