lunes, 30 de diciembre de 2019

                PERMISO PARA AJUSTAR 

 
     “Siempre hay que decir la verdad. Y especialmente cuando no conviene”, aconsejaba don Miguel de Unamuno. En la Argentina hace años que se consolidó la tendencia opuesta. La verdad se expone poco. Y especialmente cuando no conviene. El Frente de Todos, que se posicionó como la opción reactivadora de la economía ante el ajuste macrista, debutó con su propio ajuste. La diferencia es que ahora, como no conviene,  casi nadie lo llama ajuste.

     La flamante ley de emergencia económica le permitirá al gobierno nacional disponer de más “caja”. La tendrá a favor de una mayor presión tributaria sobre la clase media, que a la manera del mito de Sísifo siempre es la que sube la piedra hasta la cima, hasta que la piedra cae y debe volver a hacer el esfuerzo de subirla, hasta que cae de nuevo y así eternamente. Y a favor de un recorte del sistema previsional que al gobierno le permitirá ahorrar pero que afectará a los jubilados que cobran más de veinte mil pesos (una vergüenza). Además los gobernadores podrán incrementar los impuestos locales tras la suspensión del pacto fiscal (al ministro misionero de Hacienda, Safrán, se le debe hacer agua la boca).

     Un dato insoslayable: este nuevo ajuste lo pagarán, básicamente, la clase media urbana, el campo y los jubilados que no perciben la mínima. Sectores donde el kirchnerismo espanta mucho más de lo que atrae. Una  medida vengativa que lleva el inconfundible copyright de Cristina Kirchner. 

     Otro dato insoslayable. Martín Guzmán, el ministro de Economía, confesó en la tele que “sería muy difícil” encarar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional sin esta ley, que habilita el uso de reservas para pagarle a los bonistas. Pregunta: ¿entonces el gobierno que llegó al poder prometiendo todo lo contrario ahora va a liquidar  deuda pública con la plata que no le dará a los jubilados?  Respuesta: sí.
      Es tradicional que una porción del electorado, que suele ser mayoría, le de permiso a ese rejunte de dirigentes que la van de peronistas para que hagan durante años lo que a otros no les toleran ni diez minutos. Menem, Rodríguez Saa, Duhalde, Néstor, Cristina y ahora Alberto gozaron y gozan de unos salvoconductos sociales que Alfonsín, De la Rúa y Macri nunca tuvieron. Es irrefutable, porque los resultados están a la vista de quién los quiera ver, que va para cuatro décadas que peronistas y no peronistas compiten por ver quién gobierna peor. Tras la salida de la más nociva de nuestras dictaduras, la democracia nunca pudo dar respuesta a los problemas sociales que se fueron agudizando. Y ajustar, ajustaron todos.

      Ya que la propaganda oficial utiliza el concepto de “solidaridad” para esconder el de “ajuste”, vale la pena recuperar un interrogante que resume buena parte del debate político del siglo XX: ¿se puede obligar a la gente a ser solidaria?

     Es fácil detectar a personajes afines a este gobierno kirchnerista que hasta el diez de diciembre se preocupaban por padecimientos sociales que ahora les importan un comino. Miden con dos varas. A los hechos no los aprueban o desaprueban en sí mismos sino a partir de quién los genera. Defienden una acción con la misma pasión con la que son capaces de defender la acción contraria si su reina baja línea. Para sus dirigentes la lucha no es por cambiar las cosas, sino por tener el mayor poder posible todo el tiempo que se pueda. Y sus militantes creen ser partícipes de una revolución política que, por cierto, está más cerca de llegar a ser una ficción de cinco o diez capítulos en Netflix que de ser una realidad que le mejore la calidad de vida a la gente. Eso sí: a diferencia de los chambones del PRO y del radicalismo, que se ponen a gobernar sin estrategia comunicacional justo en el país del "bla, bla, bla", a la hora de agarrar la guitarra y hacer de payadores, a estos verseros ni José Betinotti los iguala.

       En Misiones algunos kirchneristas intentan, ahora, despegarse de la renovación. Pero no les sale. Es que llevan demasiado tiempo siendo una de las zorras de Rovira.

      Un gobierno demuestra que es peronista no cuando llega al poder sino cuando lo deja. Perón se fue del gobierno y de este plano de existencia en 1974 dejando un 2,7% de desocupación (niveles del primerísimo primer mundo). Menem dejó un 24% de desempleados en 1999 y Cristina Kirchner un 30% de pobres en 2015 con un INDEC desaparecido para esconder el dato. Como se ve, Perón y la justicia social se fueron al mismo tiempo.

       A seguir soportando más ajuste pero con alegría, porque ahora es nacional y popular. En paralelo, en puntitas de pie, van saliendo de la cárcel cada muñeco que mamma mía!!!

      Gracias a las varas distintas con las que se mide, Cristina y Alberto en el país, como Rovira en Misiones, o Rindfleisch y Fernández en Oberá, pudieron y pueden hacer y deshacer como gusten.

     Como todo es más de lo mismo, se sigue ajustando a los laburantes. Como hicieron Martínez de Hoz, Sigaut, Alemann, Pastore, Wehbe,  Grinspun, Sourrouille, Pugliese, Jesús Rodríguez, Roig, Rapanelli, Erman González, Cavallo, Roque Fernández, Machinea, López Murphy, Frigeri, Remes Lenicov, Lavagna, Felisa Miceli, Peirano, Lousteau, Carlos Fernández, Boudou, Lorenzino, Kicillof, Prat-Gay, Dujovne , Lacunza y ahora Guzmán. De estos últimos treinta ministros de economía que tuvo el país, más de la mitad-dieciseis-lo fueron en gobiernos que se autodenominaron peronistas. Seis en gobiernos radicales. Cinco lo fueron en la dictadura (de esas que  aún les agradan a nuestros “liberales”). Y tres durante el macrismo. Todos tomaron medidas para ajustar a los trabajadores (activos y pasivos).

     Las tan mentadas diferencias políticas son, básicamente, retóricas. A la hora de manejar la economía todos se parecen mucho. Sí se diferencian en que algunos toleran al que piensa diferente y otros no se toleran ni entre ellos. Como Perón ya no está y nunca más se repartió la torta como lo hizo él (el kirchnerismo se comió la torta y repartió las miguitas) el debate se da entre relatos. En presentarse como diferentes. Fue Oscar Wilde el que dijo que “el deber es lo que esperamos que hagan los otros”. Parafraseándolo, el ajuste es lo que todos los gobiernos esperan que hagan los otros. Y entre esos otros estás vos.

     Solo que algunos, como Cristina y Alberto ahora, para hacer el ajuste y otras cosas, tienen permiso. Es que hoy por hoy cualquiera  pone los deditos en “v”, se saca una selfie y ya es peronista. Aunque no tenga la más pálida idea de la historia y la doctrina del movimiento y adore a personajes que, cuando gobiernan, logran que la justicia social no pase de beneficiarlos a ellos mismos y a sus parientes.

      Cristina y Alberto tienen permiso para ajustar y vía libre para venderlo como un acto solidario. Tienen un permiso que no precisan pedir.

     Y que los giles siempre les dan.
    



domingo, 22 de diciembre de 2019

      "LOS FAVORES RECIBIDOS

                    CREO HABÉRTELOS PAGADO..."



     Así canta Julio Sosa en su inmejorable versión del tango “Mano a mano”, que Celedonio Flores, José Razzano y Carlos Gardel escribieron y musicalizaron en 1923.

     Recuerdo bien cuando me radiqué en Oberá hace tres lustros. Siempre me gustó la radio. Como emisor y como receptor. Recuerdo que recorrer el dial de las emisoras locales era asistir a la narración homogénea de una vida cotidiana contada como dichosa, en una ciudad que estaba en manos de funcionarios de primera línea y que eran amados por un pueblo que les agradecía salvarlos del “infierno” en que los habían metido, decían, gestiones anteriores. En especial una de las radios y uno de los periodistas capitaneaban ese obvio aparato de propaganda del que sacaban partido el alcalde y sus funcionarios. El periodista-empresario que mejor contaba la fábula de la Oberá feliz  era Carlos Antonio Lindstrom, conocido como “Tony”. ¿Quién era el alcalde que administraba tan bien la ciudad, según contaban en el éter local? Un tal Ewaldo Rindfleisch.
  
     Podríamos escribir un libro acerca de lo que la renovación K, liderada por Rindfleisch, le hizo al pasado, al presente y al futuro de Oberá, al municipio, a las cuentas públicas, a la democracia local, a la oposición, a la cooperativa CELO, e incluso al periodismo. Cómo la ciudad se atrasó, como hubo mucha guita que nunca llegó dónde debía llegar y como todos salieron impune. Y cómo eso fue posible gracias al blindaje recibido no solo de la política sino también del periodismo, con las obvias excepciones. Bueno, de hecho, escribimos un libro.

     La obsecuencia  se manifestó por acción y también por omisión. Aún hoy continúa una feroz competencia entre lo que dicen y lo que callan para que los gobernantes parezcan mejor de lo que son. Claro está, cuentan con el salvoconducto de una sociedad que, en su mayoría, es igual de lametrastes. Se sabe que la dignidad lleva a meterse en problemas con tipos que ejercen su poder cómo déspotas. Por eso, para aquellos que tienen los cojones de adorno, ser oficialistas es lo más fácil que hay.

     Años dejando que las críticas a la renovación las hagan otros, a Lindstrom le dieron sus frutos. Hace unos días el flamante gobernador Oscar Herrera Ahuad lo nombró Subsecretario de Turismo de la provincia¿Qué sabe Tony Lindstrom de turismo? Poco y nada. Pero se postuló dos veces a intendente de Oberá y como no le dieron los votos para llegar, los amos del feudo no quisieron pasar por desagradecidos. Ahora Passalacqua y Herrera Ahuad pueden tomar un micrófono y cantarle:

     “Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado, no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás; los favores recibidos creo habértelos pagado y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado en la cuenta del otario que tenés se la cargás.”

     Periodistas que en vez de ejercer su rol de criticar e investigar a los gobiernos, forman parte de él. Al tiempo, una porción de la sociedad observa indignada este proceso político feudal hasta hoy imparable que lleva a la tierra colorada a seguir estando colorada. Pero de vergüenza.

     Mientras el poder se divierte con los ciudadanos.

     “Cómo juega el gato maula. Con el mísero ratón”.



domingo, 15 de diciembre de 2019


        MISIONES ESTÁ PEOR QUE AYER

              PERO MEJOR QUE MAÑANA

   
     




     Sí. Como en el tema de “La Mosca”. La provincia de Misiones empeora porque el poder está cada vez más concentrado en unas pocas manos, producto de que la mayoría de su población parece no creer en la libertad, sino en los buenos amos.

    Carlos Rovira acaba de cumplir dos décadas como el señor feudal de Misiones. Cuando el padre Piña se puso la constitución al hombro y logró evitar que se eternice en el poder ejecutivo, Rovira cambió de poder y se eternizó en el legislativo, donde, en la última votación, logró que lo voten presidente por unanimidad. En la semana que termina cambió de lacayo: el gobernador Hugo Passalacqua pasó a ser diputado provincial y el vicegobernador Oscar Herrera Ahuad juró como gobernador.

     Hay que detenerse en la reciente ratificación de Rovira como titular del parlamento provincial. Tiene tanto de vergonzante como de incierto, porque ya conseguida la unanimidad cabe preguntarse que podrá satisfacer el ego del presidente de la Cámara el año que viene (¿vendrán diputados de otras provincias a votarlo para que en vez de 39 a 0 pueda ganar 60 ó 70 a 0?)

     En Oberá Carlos Fernández asumió su segundo período con la suma del poder público a favor de que en los comicios de junio su sublema arrasó sin necesitar de los otros candidatos renovadores. No tiene competencia interna y en la ciudad no hay dirigencia opositora, de modo tal que hace política solo. Queda muy poco periodismo. Los dos tercios del Concejo Deliberante responden directamente a él. A la defensora del pueblo la nominó él. Acaba de nombrar a su hijo como secretario comunal y la sociedad no tuvo reacción. Se dependerá de su autocontrol porque contrapesos no tiene ninguno. Para rematarla, como consecuencia de lo ocurrido en los comicios distritales de octubre, en la semana el presidente de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá-CELO-se quedó con el control absoluto del Consejo de Administración. Pedro “Pilo” Andersson, hombre del diputado provincial renovador k Rafael Pereyra Pigerl, es otro dirigente local que consiguió concentrar el poder en sus manos.

    En Eldorado Norberto Aguirre, quién asumió cuando Fernando De la Rúa era el presidente, dejó la alcaldía después de veinte años y cinco períodos para ser reemplazado por otro renovador. En Campo Viera Juan Carlos Ríos, quién asumió cuando Carlos Menem arrancó su segundo mandato, dejó la intendencia después de veinticuatro años para ser reemplazado, también, por otro renovador. Hace mucho tiempo ya que en Misiones los comicios comunales son una mera interna renovadora. Y eso, de positivo, no tiene nada.

     Una recorrida por algunos mass-media permite observar que, a la tradicional pauta-dependencia que los transforma en tristes gacetilleros de la renovación, ahora se sumó la obsecuencia al cuarto gobierno kirchnerista. Llueve sobre mojado. A la chupada de medias al poder provincial se le agregó la del poder nacional.

     Para el jueves que viene está previsto que se realice en Oberá el juicio por el femicidio de “Marilyn” Bárbaro. 5.739 días después de perpetrado el crimen. Más de quince años y medio. Con “Ticha” Bárbaro ausente y con un solo imputado de todos los que había. En esas condiciones hablar de justicia parece un chiste de mal gusto.

     De norte a sur y de este a oeste de Misiones ocurren injusticias que tienen su génesis en la desidia de quiénes gobiernan. Al tiempo, crece la cantidad de personas que por ignorancia cívica despegan a los funcionarios de sus responsabilidades. Estamos ante injusticias a cuyos responsables, la mayoría, ni siquiera los puede reconocer.

     Todo en un acentuado contexto de abulia. Dónde las protestas sociales se concentran en Facebook, ese moderno opio de los pueblos. Allí, donde las críticas no condicionan a ningún poderoso y donde los problemas se comentan pero no se resuelven.

     Un partido hegemónico. Un conductor cuya voluntad es la ley. Una oposición testimonial. Una sociedad abúlica. Un periodismo a la carta. Un status quo consolidado y con impunidad garantizada. Una situación incómoda, para nada inocua, y cada vez con menos voces para contarla.

     Decía Elie Wiesel, un escritor rumano que sobrevivió al Holocausto, que “Lo contrario del amor no es el odio. Es la indiferencia”.

     Los ciudadanos que se comprometen son cada vez menos y los vasallos que se someten son cada vez más.

     A los ciudadanos los vas a reconocer fácil. Es esa gente a la que le importa casi todo.

     Y a los vasallos los vas a reconocer más fácil todavía. Es esa gente a la que no le importa casi nada.


     

sábado, 14 de diciembre de 2019


                  VAMOS A VER CÓMO ES
               EL REINO DEL REVÉS…




      Cuando María Elena Walsh presentó  en 1962 “Canciones para mirar”, en el teatro municipal San Martín, tuvo un inesperado éxito. Tan inesperado como el hecho de que alguna de las canciones del espectáculo, pensado para los chicos, pudiera servir medio siglo después para ayudar a describir alguno de los absurdos que los adultos protagonizan en nuestro país. Incluso, “En el reino del revés”, está lleno de ignorantes que ya ni siquiera pueden reconocer un absurdo.

     El lunes pasado la expresidente, actual senadora y en horas nueva vicepresidente Cristina Fernández, viuda de Kirchner, habló por primera vez en una de las causas judiciales que tiene abiertas. Específicamente, en el juicio que se le sigue a favor de determinar qué razones tuvieron ella y su difunto marido para otorgarle a la empresa Austral Construcciones las tres cuartas partes de las obras públicas que el estado adjudicaba. La empresa, casualmente constituida como tal cuando el matrimonio llegó al gobierno nacional, tenía un dueño llamado Lázaro Báez, que pasó de empleado bancario a  hombre de negocios millonario. Sabemos que los empleados bancarios tuvieron en 2019 una paritaria récord, con una suba salarial del cincuenta por ciento anual. Pero dudamos que les alcance para poseer 1.412 propiedades y vehículos como consiguió tener el amigo Lázaro, cuya fortuna se calculó (según el área de Recupero de Activos de la Procuración del Ministerio Público Fiscal), en más de 205 millones de dólares.

      A lo largo de la historia se ha reflexionado y mucho sobre el vínculo entre el teatro y la política. “Somos actores trabajando en el gran tablado del mundo”, decía Robespierre. Y Cristina Kirchner, incapaz de refutar concretamente ni uno solo de los datos de la realidad que la llevaron a la justicia, hizo otra de sus puestas en escena. Como en los años de su presidencia y las cadenas nacionales. Ella no dialoga. Ella monologa. Ella no contesta preguntas (no se va a rebajar al nivel del resto de los argentinos). Ella hace preguntas. Ella no da explicaciones. Ella las pide.

     En uno de los actos que podría servir de ejemplo perfecto de nuestra imparable decadencia, el lunes pasado la acusada Cristina Kirchner no se dedicó  a dar por tierra con las acusaciones vía argumentos y datos, sino a hacer lo que siempre hace: abusar de su poder, desparramar culpas por doquier, hacerse la víctima, decir disparates jurídicos, reinventar conceptos y patotear a sus dos “enemigos” de siempre: la justicia y los periodistas. Los que osan investigarla y los que se atreven a criticarla. En el mundo del revés, la acusada les hizo un desplante a los jueces y al fiscal (probá vos con hacer lo mismo alguna vez, a ver cómo te va) y, hecho su numerito (y televisado, como quería) se las tomó. ¿Los jueces podrían haber actuado con mayor rigor y sancionar un probable desacato? Bueno, la vida es hermosa y Nisman apenas pasó el medio siglo…

     L'État, c'est moi, “el estado soy yo”, es la frase que la historia le atribuye a Luis XIV, rey de Francia durante setenta y dos años. Cristina Kirchner siempre creyó en eso. Está persuadida, como todo déspota, que ella es el alfa y la omega de la política y que la ley máxima del país no es la Constitución Nacional sino su voluntad.

    Vamos a ver como es
      El Reino del Revés
    Donde los jueces deben temer
    Porque la acusada ahora es el juez

    Donde el delito es persecución
   Cuando uno se enriquece con la “revolución”
   Donde dejás pobres sin que sepamos cuántos son
    Pero decís que gobernás en nombre de Perón
  
     Vamos a ver como es
El reino del Revés

    Donde el Derecho se aplica
   Según los votos que tenés
   Dónde a los giles nada les importa
  si los conformás con unas miguitas de la torta

   Vamos a ver como es
    El reino del Revés
    Donde los jueces deben temer
    Porque la acusada ahora es el juez”.



-Ilustración de Nicolás Eugenio Aguilar

domingo, 1 de diciembre de 2019


     Y MAÑANA SERÁN  HOMBRES...INDIFERENTES



     En 1939, hace ochenta años, Carlos Borcosque-chileno radicado en la Argentina- dirigió un film devenido en clásico: "Y mañana serán hombres". Con argumento de Eduardo Ursini, Borcosque reunió un reparto notable de actores vernáculos como Sebastián Chiola, Malisa Zini, Pablo Palitos, Carlos Cores, "Semillita", Armando Bó y Alberto de Mendoza. El guión gira alrededor de las tácticas que el director de un reformatorio utiliza para ganarse la confianza de los muchachos internados allí. Les enseña a “tener calle”, los prepara intelectualmente, les inculca la cultura del esfuerzo y del respeto para que, ya adultos, sean personas de bien. Sencillo y profundo. El director del instituto, a la manera de un padre amoroso, intenta preocuparse por ellos a tiempo.

     ¿Nos estamos preocupando hoy por los chicos que serán hombres mañana? Acaba de finalizar otro ciclo lectivo. Cientos de alumnos pasaron de grado o se han recibido de algo. ¿Saben? ¿Aprendieron? ¿Sí?

     Hace dos décadas que Misiones viene legitimando con el voto la entronización de una estructura social, económica y política que es feudal. Y no sólo gracias a la relación clientelar que el estado entabla con los habitantes. No se saca el setenta por ciento de los sufragios únicamente con personas que creen que su voto tiene valor de cambio. Se precisa que haya indiferencia en todas las clases sociales para parir comunidades desmovilizadas y que dejen hacer. La indiferencia hacia la cosa pública no es algo que nos viene dado. Es algo que se construye. A ver si nos entendemos: una persona no nace indiferente. Se la hace indiferente.

     No es ninguna novedad que el otrora muy buen sistema educativo argentino ha mutado a otro que no es mejor sino peor. Es una verdad incómoda que implica tocar cuerdas sensibles. Bajando el nivel de exigencia y proclives como hemos sido todos los estudiantes a gambetear el esfuerzo intelectual que implica estudiar, el actual orden educativo garantiza "zafar", que es el verbo más conjugado por los alumnos. Cuando un pibe se entera que rindió bien un exámen dice “zafé”. En paralelo, postular que un alumno recibido es siempre un alumno que sabe, permite elaborar un discurso dominante que nos habla de mejoras educativas que nunca nadie vio. Discurso que tiene como aliada a la propia sociedad. Porque de la boca para afuera la educación le importa a todos. Pero en serio, a cuatro tipos. Es alarmante la cantidad de padres que, a la manera de los hinchas de fútbol, solo quieren títulos. Y si ese título está respaldado por verdadero conocimiento es algo que ni se preocupan en averiguar. Fue en éste contexto que se produjo este texto.

     El abandono de la exigencia y su reemplazo por un sistema de facilidades basado en el concepto nefasto de que evaluar es estigmatizar y que progresar en base al esfuerzo y al mérito es un berretín “de la derecha”, es una actitud coherente con este progresismo “trucho” que en la Argentina hace rato ganó la batalla cultural.

     Alguien debería tomarse el trabajo de explicarnos a todos en qué lugares del planeta se implementa un modelo pedagógico que postula que un chico puede ser educado sin límites.

     El kirchnerismo, como fenómeno cultural que trasciende el político, instaló la idea de que la “disciplina” es un concepto negativo, rémora de las dictaduras militares. Son los mismos que en unos días volverán a diseñar las políticas educativas.

      Los funcionarios públicos suelen sostener que lo peor que les podemos hacer a los chicos es dejarlos afuera de la escuela, sin incluirlos. La expresión es manipuladora porque es emitida buscando la sensibilidad del receptor para su rápida adhesión. Es fácil coincidir en que todo chico debe poder estudiar. Pero también es falaz porque en la escuela, que no es una guardería, se instruye. Y cuando hablan de la gran cantidad de pibes pobres que van a la escuela, primero que nada, a comer, resulta que muchos de los que hablan  gobiernan hace rato. ¿Qué pasa “afuera” de la escuela? ¿Qué han hecho gobiernos que están hace dos décadas, como el renovador en Misiones, con la calidad de vida y el nivel de inclusión que impera ahí “afuera”? Porque la palabra “inclusión” suena bien pero en veinte años de gobierno Rovira y sus marionetas de UDPM ya tuvieron tiempo suficiente, recursos suficientes y poder suficiente para “incluir” más de lo que hay.

     Los especialistas en educación suelen postular que los chicos de ahora leen, pero de otro modo. Podríamos pararnos en la esquina de cualquier escuela y verificar que será difícil encontrar alumnos que se metieron vía celular  en la página de la Biblioteca Nacional. Por cierto son estupendos los teléfonos inteligentes y las pantallas, pero, ¿para qué se usan? ¿La calidad de las herramientas produjo una evolución en la calidad de los consumos culturales? ¿Los chicos leen lo suficiente? ¿En serio? Cuando un especialista se torna snob, peor para el especialista. 

      Ni para los chicos ni tampoco para los adultos es tarde. Se está a tiempo. Para esos que escriben pésimo porque conocen las palabras por haberlas oído pero no por haberlas visto (porque no leen), y para esos con un vocabulario mínimo, el presente da chances de cambiar y formar ciudadanos con pensamiento crítico, que conozcan sus derechos y sus obligaciones.  Y también se está a tiempo para asumir que la educación proviene no solo de palabras sino también de actos, de modo tal que se le debe dar batalla a esa actitud de dejarles como mensaje a las nuevas generaciones que la obsecuencia a los más poderosos es lo que permite asegurarse el futuro.

     Son “chicos” que mañana serán hombres.

     Y, si no se cambia para educarlos mejor, seguirán siendo hombres indiferentes…