domingo, 30 de agosto de 2020

 

¿QUÉ TE PARECE OTRO CHISTE, MURRAY?

 


     ¿Qué resultados se obtienen cuándo se cruza a chicos menores de edad con una sociedad que abandona la educación, vota corruptos, tolera la impunidad y a la que no le importa el futuro?

     En la semana que se va el Consejo Federal de Educación, organismo que reúne a los titulares de las carteras educativas del estado nacional y de cada estado provincial, determinó que ningún alumno repetirá de año. El ministro de la cartera nacional, Nicolás Trotta, y sus pares de los veinticuatro distritos del país resolvieron que quiénes cursan séptimo grado de la escuela primaria pasen a primer año de la escuela secundaria, y quiénes cursan el último año de la secundaria “tendrán actividades de formación que podrán extenderse hasta marzo de 2021” y la promoción se definirá el año que viene.

     Hace décadas que el deterioro del nivel educativo argentino se tornó imparable. Con una disparidad entre las posibilidades que brindan algunos institutos privados y las que pueden ofrecer las escuelas públicas, que la pandemia de coronavirus expuso de un modo categórico. El abandono de la exigencia, en nombre de una pseudo-inclusión, generó camadas de chicos con una alarmante pobreza de vocabulario, serias dificultades para comprender un texto (y no el “Ulises” de James Joyce sino el diario de cada mañana), y con escasa cultura general. Esto es algo que casi todos se niegan a aceptar, lo que agrava la situación. Los gobiernos porque ven a la inteligencia como un rival de sus proyectos de poder. Los padres porque quieren resultados, ergo, que el nene o la nena se reciban de algo aunque el título que consigan tenga más respaldo legal que pedagógico. Los sindicalistas porque concentran sus energías en su progreso personal haciendo política para el gobierno que les gusta, en chillar solo cuando gobierna el que no les gusta, y en forjar docentes que se conformen con percibir salarios miserables (de lo que deriva la actual protesta de cierta parte de la docencia misionera, por ejemplo). Y a los pibes tampoco les preocupa la situación porque todos fuimos pibes y adorábamos al “profe” que nos eximia fácilmente y detestábamos al que nos exigía y nos reprobaba. Como se verá, más allá de las posturas políticamente correctas, la educación le importa de verdad a no más de cuatro personas.

     La pandemia le vino como anillo al dedo a este instalado sistema de facilidades que es nuestro sistema educativo. Donde el que sabe aprueba y el que no sabe también. Dónde el docente exigente es un marginal. Dónde ciertas escuelas y ciertas universidades públicas mantienen un alto nivel no gracias a los gobiernos, sino a pesar de los gobiernos. Y dónde en los colegios privados se es más cliente que alumno.

     Algunos ahora tienen miedo de que los chicos vuelvan a las clases presenciales porque resulta que seis meses de cuarentena están dejando unos números distintos a los prometidos: se va agosto y la Argentina, arriba de los cuatrocientos mil infectados y de los ocho mil muertos, es el undécimo país del planeta con más casos de coronavirus y el decimoctavo con más fallecidos.

    Se va el 2020 y la gran mayoría de los chicos no pisará un aula. En la cuarentena muchos tuvieron actividad intensa a favor de las posibilidades virtuales del colegio en el que estudian. Otros no pudieron ni soñar con eso porque las computadoras se enchufan y para eso se necesita electricidad y conectividad. Algunos todavía no se enteraron que las maravillas tecnológicas no están al alcance de todos los argentinos. Una desigualdad que les debería dar a los funcionarios públicos una vergüenza que no les está dando.

     Todo apunta a que cientos de miles de pibes sigan pasando de grado, de año, y recibiéndose, pero aprendiendo poco y nada. Que, una vez más, el discurso nos dirá que no habrá promoción automática pero la realidad nos dirá que sí. Volvió la “timba”, se pueden recorrer cientos de kilómetros para hacer turismo interno, se acude en barra a tomar cerveza o lo que venga a un pub, en quince días se reinicia la Copa Libertadores, pero no hay ni habrá clases presenciales, y a nadie le importa. En los mass-media está más presente el futuro laboral de Messi que el seguir siendo un país que apuesta a la ignorancia disimulada. Nada nuevo, pero por extendido, peor. Y para nada inocuo.

      ¿Te cuento otro chiste Murray?

     ¿Qué resultados se obtienen cuándo se cruza a chicos menores de edad con una sociedad que abandona la educación, que vota corruptos, que tolera la impunidad y a la que no le importa el futuro?

     Se obtiene lo que puta se merece.

   


domingo, 23 de agosto de 2020

                    ¿QUÉ ES EL TIEMPO? 


     El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón”, postuló el psicoanalista Erich Fromm. La propaganda oficialista, cada vez más inverosímil, intenta presentar a la marcha del lunes 17 desde varios lugares. Todos, con el común denominador de la irracionalidad. Fue exactamente lo contrario. Hay que estar bien cuerdo para desafiar la suerte que tienen unos patoteros de estado a los que se les mueren los jueces y los fiscales que los investigan y también los testigos que declaran en su contra. Hay que estar bien cuerdo para exigir libertad ante la mirada atónita de tantos esclavos conformes. Hay que estar bien cuerdo para no dejarse psicopatear por quiénes llegaron al extremo de impedir que un padre pueda darle un último beso a su hija antes de morir, en nombre de la “defensa de la vida”. Hay mucha resistencia a comprender que en la Argentina eso que llaman “locura” suele estar más en el cobijo de los despachos que en el frío de las calles.

     “No temo al infierno por sus penas, sino porque es un sitio donde no se puede amar”, dijo Santa Teresa de Jesús en el siglo XVI. No estaba definiendo solo a los dominios de Satán. También definió al kirchnerismo y al Frente Renovador de Misiones. En la semana el misionero Sergio Lanziani fue despedido de la Secretaría de Energía de la Nación. Lanziani creyó que podía desafiar a Rovira amparado en el kirchnerismo. La pifió dos veces. A Rovira no se lo desafía, se lo obedece. Y si los protegidos del kirchnerismo jugaran al golf, Lanziani nunca pasaría de ser un “caddie”. El ingeniero nuclear está comprobando en carne propia que la política vernácula valora más a los inútiles que obedecen que a los capaces díscolos. Si pretendía independencia se equivocó de partido y ahora Rovira mandará a sus soldaditos de plomo a darle la estocada final en los medios.

      “La historia es la maestra de la vida”, reflexionó el sabio Cicerón. En el proyecto de “reforma judicial”, así llamado porque ponerle “plan de impunidad para Cristina” quedaba feo, la ahora vicepresidente vuelve a intentar lo mismo que cuando era presidente: controlar a los mass-media que no se le someten. Vía uno de sus lacayos estampó una cláusula en la que los jueces deben denunciar al Consejo de la Magistratura cualquier “presión mediática”, no solo institucional o política. Y la hizo redactar de un modo tan impreciso que, en los hechos, significaría una clara intimidación al trabajo de los periodistas. Esto es más difícil de entender en esos lugares donde ya hace años que el Poder político es el editor en jefe. En resúmen, la historia personal de los Kirchner muestra que primero en la ciudad de Río Gallegos, luego en  la provincia de Santa Cruz, y después en toda la Argentina, el periodismo que informa lo que pasa y no lo que ellos quieren es un enemigo clásico.

     Casi cuarenta años ininterrumpidos de democracia y todavía hay que salir a la calle para proteger los derechos básicos que una pusilánime dirigencia opositora no defiende con la debida severidad. Van veinte años de poder feudal de Rovira y algunos aún no entendieron de qué se trata ser renovador. Pasaron treinta años desde que el matrimonio Kirchner viene ocupando los más altos cargos públicos y hay gente que sigue desdeñando lo que nos enseña su historia: que detestan y combaten a fondo a cualquiera que pretenda controlarlos. Por ejemplo, los periodistas.

      “¿Qué es el tiempo? Si no me lo preguntan lo sé. Si me lo preguntan, no lo sé”, decía San Agustín.

     Nos está llevando mucho tiempo ya no el progreso, sino el evitar que se profundice más la decadencia. El intentar retener lo poco que nos va quedando.

     En la Argentina el tiempo es eso que seguimos perdiendo…

 

 


 

 

 

domingo, 16 de agosto de 2020

 

     LE CONTAMOS A LES CHIQUES LO QUE

   ALGUNXS CALLAN POR MIEDO A ROVIRA

 

     El debate sobre la validez del denominado “lenguaje inclusivo” va tomando temperatura. A veces tanto que habría que hisoparlo. Entretenidos con este amarrete intento de estimular una sociedad más incluyente, son bien pocxs los preocupadxs por cuestiones educativas concretas que lo ameritan. Por ejemplo, el escaso vocabulario de una cantidad considerable de argentinxs. Las nauseabundas faltas de ortografía (en redes sociales y en los teléfonos celulares se escribe en una suerte de dialecto aún indescifrable). La pereza mental. Y la autocensura hija del fundado temor a las secuelas de decir lo que se piensa. Encima, este 2020 concluirá sin clases presenciales, de modo tal que el ya sistemático abandono de la exigencia educativa encontró en la pandemia un aliado inesperado.

     Ya que estamos en Oberá, provincia de Misiones, deberíamos preguntarnos si los chicos, las chicas, o les chiques, están al tanto de ciertos hechos de la política y de la vida social comunal y provincial de los que gran parte de les politiques, periodistes y  maestres, nunca hablan. Por aprietes, por paranoia, o por algún tipo de complicidad, hay temas que en Oberá y en Misiones son tabúes. Y lo son en cualquier tipo de lenguaje.

     ¿Qué tal si intentamos hacer una breve reseña de tres o cuatro canalladas impunes y silenciadas que hay por acá, en un lenguaje inclusivo del que sabemos muy poco? A ver cómo sale. A ver si les chiques se van enterando…

-En 2003, cuando Carlos Rovira fue reelecto gobernador pero por un nuevo espacio político, armó una justicia a su conveniencia. Echó al fiscal de estado que lo molestaba para poner a une que lo deja más tranquilo que tres miligramos de bromazepam. Y en la corte provincial nombró a su exmaestre de Biología y al apoderade de su partido político. En estos días en los que se discute mucho la reforma judicial que pretende el kirchnerismo, se supone que los misionerxs deberían repudiarla decididamente porque sufrieron en carne propia un intento de impunidad como el que busca Cristina Kirchner, sacando a jueces y fiscales molestos para poner compañerxs.

-En la ciudad de Oberá, entre politiques, periodistes y el establishment, armaron una campaña fenomenal para entronizar a un tal Ewaldo Rindfleisch. Les salió tan bien que Rindfleisch fue electo tres veces alcalde, dejó al municipio y a la cooperativa CELO saqueadxs y destruidxs, elle y sus dos esposxs prosperaron, se llevaron la recaudación de la Fiesta Nacional del Inmigrante cuántas veces quisieron, y elle nunca debió explicar nada. Dos veces intentaron convocarlo en el parlamento provincial pero oficialistxs y opositores se unieron para blindarlo. Dos veces. Un obereñe, Ramón Escobar, lo denunció en la justicia, pero los expedientes duermen una regia siestita. El gobernador Passalacqua lo premió con un cargo provincial. Y ahora en Oberá gobierna alguien del mismo partido, que en vez de impulsar una mirada retrospectiva, les hizo pagar la deuda heredada a les contribuyentes sin investigar nada y lxs insta a mirar “para adelante”. Y todxs miran para adelante nomás.

-En abril de 2004 a “Marilyn” Bárbaro la golpearon y la enterraron en su casa. Elle tenía problemas motores y dicen que fueron unxs nenxs de mamá. Pero de una con poder, así que ellxs no fueron. Hace poco el tribunal que quedó a cargo de lo que quedó del caso falló que no hubo alevosía cuándo a “Marilyn” le rompieron la cabeza a golpes y la enterraron aún viva. En tiempos de tanta declamada defensa de los derechos de la mujer el femicidio ícono del feudo renovador k no está en ninguna agenda institucional. Ni en comisiones de diputadxs, ni en ninguna universidad pública. Sus derechxs humanxs, y los de su familia, como el derecho a la justicia, fueron olvidados. Ninguna mujer misionera con cierta cuota de poder la nombra ni por acto fallido. Raro, ¿o se debe decir rare? 

-En marzo pasado le ministre de Salud provincial, Oscar Alarcón, fue a Oberá y en plena epidemia local de dengue, dijo que “había seis casos”. Hasta les propies mosquites sintieron vergüenza al escuchar semejante disparate. ”Nosotres estamos llenxs de casos”, decía la gente, mientras les periodistas obereñes que le ponían los micrófonos se hacían les boludes, sin repreguntxs.

      Hay mucho más, por supuesto, pero mejor no abrumar a les chiques. En su Teoría de los discursos sociales, el semiólogo argentino Eliseo Verón explica que toda producción de sentido es social y que todo fenómeno social contiene un proceso de producción de sentido. Lástima que, al tiempo que pretendidxs almas sensibles y progresistas nos vienen a hablar de inclusión social, nosotrxs sigamos buscando casi en soledad el sentido de ciertos fenómenos sociales misioneros. Faltan otrxs que hagan lo mismo. Mientras crece la preocupación por cómo se habla, nos sigue preocupando el cómo se calla.

       Se necesita que haya otrxs que hablen de ciertas cosas con el lenguaje y con la gramática que prefieran.

     Contala como quieras.

     Pero contala…     

 

 

-Walter Anestiades   

-Ilustración de Nicolás Eugenio Aguilar

domingo, 9 de agosto de 2020

 

          LAS REGLAS DE LA ANOMIA

 

     "Cualquier hombre, a la vuelta de cualquier esquina, puede experimentar la sensación del absurdo, porque todo es absurdo", dijo el escritor Albert Camus hace muchos años, lejos de estas latitudes. Pero podría haber dicho eso esta mañana. Desde cualquier parte de la Argentina.

     El gobierno nacional, el gobierno misionero, y el gobierno obereño, dictan normas absurdas que provocan incertidumbre. Los pretendidos controles para evitar contagios de coronavirus se transforman, en la vida cotidiana, en una psicopateada general con amenazas latentes y que a los irresponsables los detecta solo por azar.

      El gobierno nacional está estropeando la correcta decisión original de aplicar una cuarentena. Extenderla a cinco meses, y vaya uno a saber cuánto más, invita a la rebeldía. Hay que tener la platita asegurada a fin de mes, o estar mal de la cabeza, para pasarse meses encerrado y mirando el techo. Encima Alberto Fernández es un presidente que al hablar, en vez de transmitir calma, enardece. Es capaz de defender algo a la mañana en radio, lo contrario a la tarde en un diario digital, y justificarse haciendo un mix de ambas posturas a la noche, por cable. Forzado a quedar con Cristina Kirchner, cae en contradicciones que compiten mano a mano con aquellas de Carlos Menem en los noventa.

     El gobierno del Frente Renovador de Misiones, para combatir el coronavirus, sostiene dos conductas que se repelen: una, sintetizada en la expresión “quedate en casa”. No se puede ir a visitar a los parientes porque esas reuniones sociales favorecen los contagios (a esa decisión nacional adhirieron. Al decreto que impide cortar la luz por falta de pago, no). La otra, consiste en armar una fenomenal propaganda para impulsar el turismo interno, para que cada misionero viaje a visitar alguno de los estupendos atractivos turísticos de la provincia. ¿En qué quedamos? De lunes a jueves no se pueden hacer diez cuadritas en el municipio donde uno vive. Pero el fin de semana se puede viajar trescientos kilómetros. Quizás deberían hacer un mix de ambas posturas, al estilo Alberto, y lanzar la campaña “quedate en un hotel”.

     El gobierno de Oberá resolvió que todo fallecido debe ser velado a cajón cerrado. Aunque la defunción nada tenga que ver con el coronavirus. ¿De dónde lo sacaron? Las directrices marcadas por la Organización Mundial de la Salud, a favor de no practicar autopsias ni velar a cajón abierto, tienen que ver con el Covid-19, no con otras patologías. ¿Entonces?

     Pero en la Misiones feudal no hay modo de canalizar estas inquietudes por ninguna vía institucional. La oposición y los medios pauta-dependientes no dicen ni hacen nada que pueda alterar el humor de Rovira. Y en Oberá, como es ya tradicional, no solo faltan las respuestas. Ni siquiera hacen las preguntas.

     Combinar los necesarios cuidados con la imprescindible vuelta a las actividades es lo que hay que hacer. Pero hay que hacerlo bien. Y hasta acá fueron armando un escenario surrealista que ni André Breton podría haber concebido. No se puede visitar a la familia, ni salir a caminar ni correr sin barbijo-so pena de ser detenido y llevado a la cárcel- ni velar a un ser querido a cajón abierto. Tampoco hay clases. Hace poco, en Oberá detuvieron a un abogado y a su pequeño hijo por “no llevar el barbijo reglamentario” (?). Pero sí se puede ir a la noche a los bares a tomar cerveza, juntarse e irse de joda a algún pub, jugar a la quiniela, o sacar un turno en un “telo”. Parece que, para evitar el coronavirus, hay que llevar el estilo de vida de Isidoro Cañones.

     Emile Durkheim, uno de los padres de la Sociología, definió a la anomia como la ausencia de reglas. No porque no existan, sino a favor del ánimo que predispone a incumplirlas. La incongruencia de las normas predispone más a dejarlas de lado. De modo tal que la cosa pública en manos de kirchneristas y renovadores constituye un previsible escenario de anomia. Algunas normas, además de absurdas o de difícil cumplimiento, son dictadas por personajes conocidos por no respetarlas.

     La pandemia exige coherencia. Ya que no hay vacuna, habrá que seguir conviviendo con el virus. Y eso implica trabajar para generar dinero para comer y pagar las cuentas que siguen llegando. Con unos protocolos de bioseguridad que en Misiones y en Oberá se vienen cumpliendo muy bien, no gracias a los gobiernos, sino a pesar de los gobiernos. Misiones es uno de los tres distritos con menos casos en el país. Aún teniendo kilómetros de frontera con Brasil, el segundo país más afectado por la pandemia en todo el planeta. Pero el esfuerzo de la sociedad debe ser acompañado por el de los gobernantes, obligados a informar correctamente y sin “cucos” (porque ya crecimos). Y a establecer normas coherentes, de sencillo cumplimiento. ¿Qué hay irresponsables que no se cuidan y son un peligro para todos? Pues entonces habrá que hacer controles tan razonables como eficaces y salir de este festival de caza-bobos en donde el límite de los imprudentes no es la ley sino la mala suerte.

     El desafío es muy estresante. Hay que arreglárselas para vivir y salir a flote sin contagiarse de un virus altamente contagioso, en un país saqueado en el que solo resta por ver hasta dónde llega la impunidad. Un país donde muchos están descubriendo que los locales que estuvieron cerrados siguen en el mismo lugar. Pero los clientes ya no.  

      Si la tendencia social es gambetear las normas, no la ayudemos con contradicciones de estado. Porque al coronavirus lo podemos combatir. Y a los inoperantes también.

     Pero a las dos juntos, no.     

 

-Walter Anestiades   

-Ilustración: Pacifista.TV (medio digital de Colombia)

domingo, 2 de agosto de 2020

CRISTINA DEBERÍA HABLAR CON RINDFLEISCH

 

     Se sabe que la visión etnocentrista del país suele causar daño. De hecho, la vicepresidente Cristina Kirchner, refugiada en su departamento del  acomodado Barrio Norte de Buenos Aires, no repara en que las lecciones para conseguir la impunidad tan deseada puede tomarlas no de tácticas leguleyas o de su historial patagónico, sino de uno de sus más oportunistas seguidores. A mil kilómetros de distancia, en la ciudad de Oberá, provincia de Misiones, Ewaldo Rindfleisch logró el sueño dorado de todo aquél vicioso que pasa por la función pública: tiene impunidad judicial, política, mediática, y hasta social.

     Si la abogada se tomara un cortado o un mate bien preparado con el arquitecto, comprendería que ha cometido y sigue cometiendo errores que podrían llevarla a recibir lo que merece.

     Sí, sí. Rápidamente algunos de los más importantes impresentables que la rodean podrían desdeñar el aporte “titista” (de “Tito” Rindfleisch) argumentando que una cosa es gobernar en una ciudad del interior del país, y otra es haber sido dos veces presidente y ahora vice de los más de cuarenta millones de argentinos y argentinas. He ahí la visión etnocéntrica que impide tener la humildad de aprender impunidad con los que saben.

     Estos son algunos puntos de la estrategia del tres veces electo alcalde de Oberá que Cristina, Máximo y Florencia deberían tomar nota y debatir en familia:

-Para obtener impunidad judicial hay que tener una corte adicta. Pero no se la puede reformar a gusto y placer en tiempos de penurias económicas, como ahora. Menos en plena pandemia. La justicia obereña y misionera que hoy se olvidó de Rindfleisch y que ya debe tener cucarachas caminando por sus expedientes, fue armada por Carlos Rovira apenas retenido el cargo de gobernador en 2003. Precisamente, aprovechando el trabajo sucio de Eduardo Duhalde y Jorge Remes Lenicov y la cotización internacional de la soja, la economía argentina crecía y se recuperaba. Misiones recibió lo suyo y Rovira tuvo el “timing necesario”. Así, nunca le objetaron con la fuerza debida que ponga en el Superior Tribunal de Justicia, por ejemplo, al apoderado de su espacio político y a su ex maestra de Biología. En 2011, cuando la viuda de Kirchner fue reelecta con el cincuenta y cuatro por ciento de los votos, era el momento adecuado. Con los bolsillos vacíos la clase media se vuelve republicana como nunca. Error difícil de reparar.

-Para obtener la impunidad política Rindfleisch se valió de su profundo conocimiento de la idiosincrasia obereña. No trató de encontrarle el precio a algunos dirigentes (que por cierto lo encontró) y punto. No. También sacó partido de la debilidad de carácter de la dirigencia opositora. Seguramente no conocía la cita de Heráclito de Éfeso-“El carácter de un hombre es su destino”-pero fue capaz de aprovechar los efectos prácticos de ella. El dirigente político obereño suele tener mucho temor a quedar mal con el establishment y es reacio a criticar en público. Obviamente, cuando apareció alguno que se salió del libreto y no se lo pudo cooptar, se lo sacó de la cancha y punto. Que para eso están los periodistas amigos. Cristina Kirchner no ha sacado el buen partido que se cree de esa costumbre tan PRO de poner la otra mejilla o esa otra, tan radical, de ser más efectivo con el fuego amigo que disparándole al enemigo. Aún puede obtener ventajas de eso. El resto del universo partidario no importa porque la izquierda sigue siendo cuatro delirantes que se subdividen para ver quién está más a la izquierda de Carlos Marx. Y  los liberales son comentaristas que mientras Longobardi los siga entrevistando en la radio y Juanita Viale los invite a cenar en la tele, no son de temer.

-Para obtener impunidad mediática Rindfleisch también recurrió al clásico aprovechamiento integral de la pauta oficial. En eso no hay que descubrir la pólvora. Y cuando apareció uno que se tomaba su trabajo en serio, al intentar-y fracasar-tanto en el intento de cooptación como de eyección, no se metió más. Entendió que entonces podía demostrar que era un alcalde tolerante con las críticas. Rindfleisch, astuto, sabía que en cualquier parte de nuestro país la corruptela gubernamental se soslaya si la economía va más o menos bien. Cristina Kirchner comete el garrafal error de perseguir a los periodistas  que la investigan e intentando negar las evidencias. Debería instruir al Presidente para encarar un programa de reactivación económica que ponga en los bolsillos algunos pesitos para el consumo. Con eso la mayoría se conforma. El resto lo hacen el tradicional voto peronista aún a los más execrables y falsos peronistas, más la ineptitud opositora. Ella ya lo experimentó en 2011. Y todavía no lo aprendió.

-Por último, llegamos a la impunidad social. Rindfleisch obtuvo y obtiene unas ventajas enormes de la falta de memoria colectiva. Hoy en Oberá casi nadie recuerda que era kirchnerista y renovador, de modo tal que siguen votando kirchneristas y renovadores para que arreglen los problemas heredados de otros kirchneristas y renovadores. Y los que se acuerdan se acuerdan en Facebook, no en el cuarto oscuro. Junto a una de sus esposas se llevó la recaudación de dos ediciones consecutivas de la Fiesta Nacional del Inmigrante. ¿Se entiende? Durante dos años seguidos hombres, mujeres y niños trabajaron, gratis, de la mañana a la noche para hacer la mejor edición posible de la máxima fiesta misionera, y la platita se la llevaron Rindfleisch y su ex. Lo mismo habían hecho antes, durante una década. Es más. Hubo tipos que son tan bobos que, en vez de apuntar contra ellos, criticaban a los dos o tres periodistas que lo denunciaron. Por cierto, Rindfleisch sabe que hay obereños con mucha conciencia cívica que lo detestan y con razón. Pero no le importa porque hay y habrá un solo libro que reseña los perjuicios enormes que le causó a la sociedad obereña. Un libro en tiempos en que nadie lee. Cuando dejó el cargo de alcalde, su sucesor les hizo pagar a los obereños las deudas que dejó sin siquiera amagar investigarlas. Carlos Fernández fue reelecto de un modo aplastante. Ramón Escobar, el ciudadano que denunció lo sucedido en la justicia con tantos papeles y evidencias como quizás nunca se vuelvan a reunir, también se postuló. Salió último.

     Cristina Kirchner sostiene que la historia ya la absolvió. Se equivoca, pero no va a ser Felipe Pigna el que escriba sobre los desastres que perpetró. Serán textos escritos por periodistas y para eso siempre hay refutaciones adecuadas: carpetazos sobre la vida privada, aprietes e insultos anónimos, o alguna campaña de desprestigio bien armadita y difundida.

     No queda otra. Si Cristina Kirchner quiere  impunidad deberá hacer algo con la economía. Y debería hacer un zoom con el arquitecto obereño.

     “La experiencia es el nombre que le damos a nuestros errores”, decía Oscar Wilde.

      Hay que aprender de esos entendidos campechanos. Que tanto saben de errores…

 

 Walter Anestiades

-Ilustración de Nicolás Eugenio Aguilar