lunes, 30 de septiembre de 2019

             ELOGIO DE LA DUDA
     “Alabada sea la duda”, comienza diciendo Bertolt Brecht en su poema. Bien sabía lo peligroso que es creer ciegamente en alguien o en algo. “Los irreflexivos nunca dudan. Su digestión es brillante, su juicio, infalible. No creen en los hechos; sólo se creen a sí mismos. Si preciso es, los hechos deben creerles a ellos”, reseña el escritor alemán como si le hubiera dado forma al texto anoche mientras se tomaba un café en cualquier bar de la Argentina.

     La capacidad de dudar está en retroceso. Los apoyos críticos han sido reemplazados por la adhesión fanática que es hija de algún beneficio económico o de la construcción de un enemigo en común. En la política vernácula ser oficialista paga bien y odiar paga mejor.

     Cuenta una leyenda que cierta vez El Ignorante se casó con La Soberbia. Y tuvieron un hijo. Que fue El Bruto.

      Se llenó el espacio de gente que sabe muy poco y se jacta de su ignorancia. Así, sin pudor, se expresan por todos lados y las redes sociales parecen ser la cancha donde se sienten locales. Puede que la decadencia en la calidad educativa explique en parte la avalancha de estos personajes. Pero hay brutos diplomados también. De modo tal que la formación intelectual no pone a salvo del fanatismo cuál antídoto infalible. No, no es cosa de tener dinero o de haber estudiado. De hecho, el embrutecimiento de la clase media es un dato de la realidad que afectó ya lo suficiente como para ser soslayado. Los brutos de cualquier clase no entienden que uno puede comprometerse con una idea, con un líder, con un espacio, con un artista, con un deportista, pero sin ver todo blanco o todo negro desdeñando los matices. Se venera a líderes que si un día dicen “A”, sus seguidores dicen “A”. Y si al otro día el líder dice “B”, todos dicen “B”, como si ayer nunca hubiera sucedido. Se sigue la corriente porque es lo más fácil y detenerse a reflexionar acerca de adónde lleva esa corriente es una tarea que apenas hacen cuatro tipos. De todos los abandonos posibles, el abandonar el intento de razonar es el peor.

     ¿Qué hacemos con el fanatismo?

     Estas líneas no están escritas desde cualquier lugar. Estamos en Misiones, una tierra que tiene dueño y donde la ley es su voluntad. Tierra de hegemonías comunales e instituciones decorativas. Donde la obsecuencia y el silencio abren puertas  y la dignidad las cierra.

     Algunos votantes, conscientes de que Cristina Kirchner ya no va a mejorar, se esfuerzan en postular que Alberto Fernández será un presidente con criterio independiente de quién lo nominó al cargo y tolerante con sus opositores. Si tiene razón Oscar Wilde en eso de que “nadie es tan rico como para comprar su pasado”, la tarea de creerles se torna compleja. Pero ojalá estén en lo cierto.

    Dudo. Pienso. Luego, existo. Concepto de Descartes que además de conocerlo como quién recuerda los nombres de los cuatro integrantes de The Beatles, habría que aplicarlo en nuestras vidas. Tener de aliado al pensamiento crítico y alejarse de los fanáticos.

     “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”, postulaba Borges.

       Mejor desconfiar de aquél que no duda.

sábado, 28 de septiembre de 2019

                 EL ÉXITO DE LOS FRACASADOS

     “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”, pensaba Winston Churchill.  Pues bien. Faltan cien días para que termine un 2019 en el que la mayoría de los electores se volvieron a entusiasmar con candidatos que ya tuvieron poder y fracasaron de un modo innegable.

     Si en octubre la lógica se hace valer, en diciembre Cristina Kirchner volverá al gobierno junto a Alberto Fernández, al que ella misma puso de candidato a presidente. A propósito, suenan patéticos quiénes intentan convencernos de que Cristina lo eligió a Alberto para que él la controle a ella y no al revés. ¿Cristina eligió a alguien para que la controle? ¿En serio creen eso? Recordemos que la viuda de Kirchner fue presidente de la nación dos veces. Y fracasó. Dos veces. ¿Quién lo dice? Alberto Fernández. 

     Alberto fue Jefe de Gabinete de Ministros durante cinco años. Cuatro con Néstor Kirchner y uno con su esposa. Era el nexo del gobierno con su entonces aliado, el grupo “Clarín”. Y era el encargado de presionar cuando algún periodista “molestaba” (como José Ricardo Eliaschev despedido de radio Nacional, por ejemplo). Renunció el miércoles 23 de julio de 2008 y luego se pasó una década despotricando contra su antigua jefa. “En este último mandato de Cristina uno ya no encuentra elementos para ponderar. La economía se cerró y se destruyó, apareció el cepo, se perdieron reservas. Hubo una ruptura de la relación dólar-peso. En estos años la pobreza aumentó y, además, se la niega. El gobierno de Cristina Kirchner fue, definitivamente, un mal gobierno”, dijo. Y agregaba Alberto Fernández (el mismo que va en la boletita del Frente de Todos con ella): “Todo lo que se hizo en materia institucional es deplorable. Toda su intromisión en la justicia es deplorable. Lo que hizo con la llamada democratización de la justicia es deplorable. Lo que hizo con el tratado con Irán es deplorable. La muerte de Nisman es deplorable. La no resolución de la muerte de Nisman es deplorable. Del segundo mandato de Cristina me cuesta muchísimo encontrar un solo elemento valioso”. Tomá pa vo…


        El 2 de junio el santiagueño Oscar Herrera Ahuad fue electo gobernador de Misiones con el 72% de los votos. Siete de cada diez electores lo votaron. Madre de Dios. Debe haber sido un funcionario maravilloso.  A ver, ¿alguien podría contarnos cuánto mejoró el nivel de la salud pública y la atención a la población durante la gestión de Herrera Ahuad entre 2011 y 2015? ¿Y qué hizo desde que es vicegobernador?

     Ese mismo 2 de junio Carlos Fernández no precisó de la ley de lemas para aplastar en las urnas a sus rivales y acceder a un segundo mandato como alcalde de Oberá. En su primera gestión les hizo pagar a los contribuyentes la deuda de 62 millones de pesos (monto de diciembre de 2015) que dejó Ewaldo Rindfleisch. Sin darles ni una mínima explicación acerca de cómo se generó esa deuda en una ciudad en la que no se hizo nada y falta de todo. ¿Adónde fue esa guita? ¿Deuda de qué? En vez de portarse como un sucesor corajudo, se portó como un encubridor de Rindfleisch. Paguen la deuda que dejó el otro. No investiguemos nada que para eso está la justicia (ja ja ja). Y a otra cosa. En el invierno pasado hubo un prolongado corte de luz y los generadores delivery que Fernández “inauguró” junto al gobernador Passalacqua-que le cuestan a los contribuyentes misioneros miles de dólares mensuales-dieron menos resultado que el paso de Jorge Almirón como entrenador de San Lorenzo. Aún se espera que alguien, empezando por el intendente que es la máxima autoridad del lugar donde eso pasó, informe porque no anduvieron y si en el futuro inmediato, cuando llegue otro tórrido verano y con él más apagones, funcionarán o no.

      El gobierno de Macri fracasó alevosamente. Debió conformarse entonces una opción republicana, integrada por gente presentable que tuviera un plan de gobierno. Gente que no le tenga miedo ni al periodismo ni a la justicia. Gente con un proyecto de país. No personajes que ya estuvieron, que también provocaron frustraciones, y que ahora vuelven con un proyecto personal de poder y su directa consecuencia: la impunidad.

     En el país, en Misiones, en Oberá, han sido votados aquellos que luego de años de ocupar cargos y no mejorarle la vida a nadie, debieron ser botados.

       Pero no. Y así andan los muchachos que los eligen.

       Entusiasmados.

      Camino a otro fracaso.

  

domingo, 15 de septiembre de 2019

                   AMAR AL LADRÓN 


     ¿Quiénes son los cuatro dirigentes políticos que han arrasado con los votos en Misiones en los últimos veinte años?.
  • Cristina Kirchner, amplia ganadora de cada comicio nacional.
  • Carlos Rovira, ganador él y garante de las victorias de los demás.
  • Maurice Closs, quién mantiene el récord del mayor porcentaje obtenido y la diferencia más holgada sobre el segundo.
  • Y Ewaldo Rindfleisch, el alcalde más votado en la historia de Oberá, la segunda ciudad más importante de la provincia.
En Misiones, Cristina Kirchner ganó en 2007-primera presidencia- con el 68% de los sufragios (los dos candidatos a gobernador más votados, Maurice Closs y Pablo Tschirsch, apoyaron la fórmula Kirchner-Cobos). Fue reelecta en 2011 (con Amado Boudou, hoy preso por corrupción, como compañero de fórmula), y en Misiones sacó el 67%.

Daniel Scioli, el candidato kirchnerista en 2015, ganó en Misiones con el 61%. Y en las recientes PASO la propia Cristina y Alberto Fernández (puesto en la fórmula por ella), obtuvieron casi el 58%.
Carlos Eduardo Rovira llegó a la gobernación por el Partido Justicialista y de la mano de Ramón Puerta en 1999, logrando casi el 54% de los votos, en fórmula con Mercedes Oviedo.
Tras la mejicaneada al peronismo en 2003, fue reelecto por el Frente Renovador de la Concordia, y apoyado por el presidente Néstor Kirchner en su disputa interna con Eduardo Duhalde-quién apoyó a Puerta- con el 48% (Pablo Tschirsch fue su compañero de fórmula). Ya entronizado en el poder se convirtió en el señor feudal de Misiones.

Rechazado su intento de 2006 de perpetuarse en la gobernación-Joaquín Piña e iglesia mediante-se perpetuó sí, pero en la Cámara de Representantes. Y le llegó entonces el turno a su socio, quién había mejicaneado al radicalismo, mientras Rovira se dedicó a ganar elección tras elección legislativa provincial, incluida la de junio de 2019.

Maurice Closs fue ungido gobernador en 2007, con el 38%, acompañado por Sandra Giménez, y diez puntos por encima de la fórmula del Frente para la Victoria Pablo Tschirsch-Adolfo Pischik.
En 2011 llegó al récord: el domingo 26 de junio, el día que River Plate se fue al descenso, la fórmula Maurice Closs-Hugo Passalacqua obtuvo el 75% de los sufragios. Fueron 69 puntos de diferencia sobre Claudio Wiplinger-de Trabajo y Progreso-y Luis Pastori-del radicalismo-que sacaron el 6% cada uno. Fue el porcentual más elevado y la diferencia más holgada que un candidato a gobernador obtuvo en la historia democrática de Misiones.

Closs, además, ganó rotundamente los comicios como senador nacional-dos veces, en 2005 y en 2017-y como diputado nacional en 2015.

Ewaldo Rindfleisch llegó a la intendencia de Oberá en 2003, cuando era el presidente de la CELO y concejal en uso de licencia, con un 30% de los votos (es lo que sacó su sublema, el más votado por encima del sublema de Miguel Oliveras, también renovador, y del intendente peronista “Rolo” Dalmau).

Tras un paréntesis en su relación con Rovira, en 2007 Rindfleisch fue reelecto del modo más holgado y con la diferencia más amplia de la historia de Oberá: como candidato del kirchnerista Frente para la Victoria (dato que los kirchneristas misioneros quisieran que se olvide para toda la eternidad) su sublema sacó 10.532 votos, apabullando a los veinte candidatos renovadores juntos, incluido el hoy gobernador Hugo Passalacqua, quiénes obtuvieron 7.635 votos. Y en 2011 logró su tercera victoria consecutiva para convertirse en el intendente más votado en la historia de la ciudad: superó al hoy alcalde Carlos Fernández por mil votos.

Cristina Kirchner, electa senadora nacional en 2017, tiene mandato hasta 2023 y sus fueros parlamentarios la protegieron de ir presa. Cuando el juez Bonadio pidió su desafuero en el marco de la causa por el encubrimiento del atentado a la AMIA, la sesión en el senado no se realizó por falta de quórum. Según la doctrina “Pichetto” (el mismo que hoy es candidato a vice del presidente Macri) un senador no debe ser despojado de sus fueros a menos que pese sobre él alguna condena firme. Goza de la misma protección política de Carlos Menem, también senador nacional. Si en octubre es electa vicepresidente, Cristina Kirchner habrá conseguido definitivamente la impunidad  tan deseada.

¿Alguien sabe dónde se puede conseguir el dato de la evolución patrimonial de Carlos Rovira y de Maurice Closs en sus pasos por la función pública?

El fiscal de estado se llama Fidel Duarte y es quién tiene esa información, pero bajo siete llaves. ¿Conoces el nombre de algún diputado provincial que siquiera haya presentado uno de esos “vería con agrado…”? ¿Algún diputado provincial en el cargo o con mandato cumplido?

¿Hace falta agregar algo a toda la data que durante quince años te informamos sobre Ewaldo Rindfleisch? Artículos, horas de radio y de televisión, y hasta un libro, dan letra a las preguntas que el arquitecto debería responder. Pero la justicia tampoco lo interroga, a pesar de las dos causas que abrió el ciudadano obereño Ramón Escobar y que hoy descansan y se relajan en algún escritorio de la oficina de la jueza Gauchat. Tampoco le preguntaron nada desde el parlamento misionero, cuando ante sendos proyectos de las legisladoras Alba Nilsson y Silvia Araceli Rojas, todo el resto de la cámara votó en contra del pedido de informes (renovadores y no renovadores).

¿Alguno de estos cuatro dirigentes políticos tiene un nivel de vida y un patrimonio acorde al sueldo que percibieron o perciben como funcionarios públicos?

Algunas personas, con muy pocas luces y menos moral aún, plantean que debería investigarse a otros. Como defensa, postular que la inocencia particular se basa en la culpa general es un argumento que deja chico al calificativo de impresentable. Como si la corrupción de uno justificara la de otro. Como si, frente a un corrupto,  todo se redujera a amarlo u odiarlo.

La impunidad no cae del cielo. Se construye. Al ganar las elecciones ellos o sus socios políticos, el estado se convierte no en promotor de las investigaciones, sino en el primero que avala el encubrimiento y la exención.

“¡Contra la injusticia y la impunidad! Ni perdón ni olvido”, exclamó el escritor alemán Bertolt Brecht.

Sucede todo lo contrario. Los autores de las peores injusticias y los garantes de la impunidad reciben el perdón. Disfrutan del olvido. Y gozan de los votos.

domingo, 8 de septiembre de 2019


      LOS “MEDIO PELO” DEL KIRCHNERISMO


      Cuándo don Arturo Jauretche publicó “El medio pelo en la sociedad argentina”, en 1966, definió a ese concepto-el de “medio pelo”-como la actitud de alguien o de un grupo de intentar aparentar un status superior al que en realidad tiene. Lo pergeñó para describir el comportamiento de cierta burguesía que pretendía ser de clase alta, y de cierta clase alta en decadencia que se resistía a dejar de pertenecer a ella.

    Durante años los solaperos le adjudicaron otro sentido, pretendiendo que don Arturo se refería concreta y estrictamente a la clase media. Hace una década la propia Cristina Kirchner, en una de las habituales burradas que se le escucharon siendo presidente, dijo lo mismo. Intentó apoyarse en un Jauretche reescrito por ella para intentar explicar porque las clases medias urbanas le dieron la espalda en el conflicto con el campo. Hoy por hoy, cuándo hasta el impresentable de Aníbal Fernández intentó “jauretchear” y le salió pésimo, y cuándo ya los solaperos (quiénes leen solamente la prolongación lateral de la cubierta de un libro) coexisten con seres embrutecidos incapaces de leer más que el título y la imagen de un texto porque todo “es mucho”, la interpretación “trucha” del concepto de Jauretche es aún peor. Amplificada y peor. Las sociedades cambian y los conceptos varían con ellas. Y el cómo aplicarlo a cada tipo de sociedad es algo que Jauretche  explica claramente en su libro. Por cierto, a determinada altura de la vida, algún librito habría que leer y enterito, ¿no?

     Los kirchneristas, igual que la izquierda, fomentan el odio de clases. Jamás entendieron, igual que la izquierda, que el peronismo no es lucha de clases, sino alianza de clases. Cuando Perón gobernó generó una alianza entre el mundo del capital y el trabajo. Por eso la izquierda jamás lo soportó. Les quitó el rol de representantes naturales del obrero. Cuando Perón gobernó fue un notable generador de clase media. Gente, mucha gente, que era de clase baja, mejoró ostensiblemente su calidad de vida para pasar de ser proletaria a ser propietaria. Eso se llama ascenso social. El kirchnerismo, que es un peronismo berreta, siempre odió a la clase media y la combatió cada vez que el sector le dio la espalda en las elecciones. 

     Suele escucharse, o leerse, a mucho ignorante “argumentando” que “con Cristina vivíamos mejor”. Claro, si hablamos de una líder que se permitió decir que “la diabetes es una enfermedad de ricos”, pues ¿qué podríamos esperar del intelecto de sus seguidores? Como sea, la economía nacional dejó de crecer en 2011. La pauperización salarial provocada por el aumento de la inflación (con el INDEC intervenido canallescamente para ocultar los datos), la baja de los precios de la soja en dólares, los problemas de la economía brasileña y el aumento de la pobreza (dejando a tres de cada diez argentinos en ella) fueron la resultante del segundo gobierno de Cristina Kirchner (más un descomunal enriquecimiento patrimonial de unos cuántos). Alberto Fernández se cansó de remarcarlo en público hasta que la candidatura a presidente lo convenció de que era mejor contribuir a la amnesia que al esclarecimiento general.

     Lo escribimos y es irrefutable. Perón repartió la torta del modo más justo que la Argentina conoció. Néstor y Cristina Kirchner se comieron la torta y repartieron las miguitas.

     Perón creó clase media. Cristina Kirchner a cobradores de planes sociales que no contraprestan, a intermediarios que recibieron dinero del estado para hacer obras que no hicieron (Milagro Sala y la Tupac en Jujuy o Hebe de Bonafini y “Sueños compartidos” en Buenos Aires), y a muchos medio pelo. Misiones es un ejemplo perfecto de eso. La pauperización del salario de trabajadores y jubilados de la provincia, y la pobreza estructural, no arrancó en diciembre de 2015. Aunque a los acomodados y a los cobardes les convenga mentir y pretender que sí. Ya sabemos. Hablan de Macri para no tener que hablar de Rovira. Renovadores y kirchneristas siempre fueron aliados de hecho. Los diputados que se la pasan denunciando la corruptela macrista en la Cámara de Representantes, por ejemplo, son los mismos que se hicieron los otarios con la de Rindfleisch.  En sintonía, lo mismo ocurre con varios medios de comunicación.

     El error no consiste en entender que Macri fracasó. El error es no querer recordar ni aceptar que Cristina Kirchner también.

     “Yo no soy un vivo, soy apenas un gil avivado”, dijo de sí mismo don Arturo.

       La mayoría de los que votan por acá, ni siquiera eso.


        EL ERROR DE PONER LA OTRA  MEJILLA


     En el estupendo drama carcelario “Cool Hand Luke”, estrenado en 1967 y que en Latinoamérica se conoce como “La leyenda del indomable”, Paul Newman interpreta a un preso que se enfrenta al sistema sin más respaldo que sus cojones. En una memorable escena el sádico alcalde de la prisión (interpretado por Strother Martin), no pudiendo soportar la rebeldía verbal de Luke, le pega y lo tira al suelo. Avergonzado no por pegarle, sino por haberlo hecho delante del resto de los presos, el alcalde dice una frase que quedó para la posteridad y que se metió de lleno en el argot de la política yanqui: “Lo que tenemos aquí es un problema de comunicación”.

     Por supuesto que un gobierno como el de Macri, que fue capaz de empeorar los impresentables índices sociales que dejó el gobierno de Cristina Kirchner y generar más pobreza, más inflación y más desocupación, no solo tiene un problema de comunicación. Pero también tiene un problema de comunicación. De hecho, el no haber “explicado” la herencia recibida se convirtió en el argumento favorito de la dirigencia oficialista a la hora de la autocrítica.

     No tener una estrategia comunicacional, en el país del “bla, bla, bla”, es cosa de amateurs.

      Eso que llamamos “realidad”  siempre es interpretada. Su definición ha sido motivadora del pensamiento filosófico desde siempre. Para Platón trasciende la experiencia. Para Kant es la experiencia. Para Aristóteles la realidad es netamente racional (“la única verdad es la realidad”, concepto que en el siglo XX algunos aprendieron de boca de Perón). Para Descartes había que distinguir entre realidad y existencia. Puede que la palabra no tenga todo que ver pero sí tiene mucho que ver en la construcción de la realidad. Y el término “construcción” no es casual. Por algo los gobiernos se la pasan comprando medios y periodistas a través de la pauta oficial. La Misiones de Rovira es un ejemplo contundente de eso. Y para el kirchnerismo tener un “relato”, aunque su contenido se base en mentiras bañadas, perfumadas y bien vestidas o en revoluciones ficticias, ha sido sustantivo para su supervivencia.

     Desde que eran el PRO hasta que después fueron “Cambiemos” y ahora son “Juntos por el Cambio”, ha sido difícil encontrar allí dirigentes que tengan el don de la palabra. Es más, cada vez que algunos de ellos hablan, la embarran. Y ha sido siempre una costumbre del espacio el no refutar el discurso antimacrista berreta. Así circulan libremente y todo el tiempo, medias verdades, inexactitudes, infamias y puras mentiras. Joseph Goebbels fue un miserable canalla, claro está, pero aquella máxima de “Miente, miente, que algo queda”, ha probado ser de una eficacia atemporal en múltiples circunstancias y latitudes.

     En Oberá y en Misiones siempre ha ocurrido lo mismo. El discurso del aparato de propaganda renovador grita. Y el discurso de la oposición susurra. Todo el día verdades que se callan o que son expresadas con timidez y torpeza, pasan desapercibidas,  al tiempo que estupideces y mentiras divulgadas con cierta habilidad o con mucha persistencia, pasan por verdades.

      Hacer bien ciertas cosas es algo que solo puede ser valorado por buena gente. No lo pueden valorar los sinvergüenzas. No tienen con qué.

      Refutar y decirle la verdad a un kirchnerista le produce el mismo efecto que la kryptonita al héroe de comic “Sùperman”. Lo debilita. Y hasta lo mata.

      Lástima que estos muchachos del Cambio nunca lo hayan comprendido y que hayan preferido casi siempre poner la otra mejilla. Tal vez sea su carácter.

       Y el carácter, como nos enseñó Heráclito hace mucho, es el destino…