martes, 19 de agosto de 2014

          
DESPUES DE ELLA, EL DILUVIO…



     Muchos argentinos esperan ansiosamente la llegada del 10 de diciembre de 2015. Ese día, asuma quién asuma, Cristina Kirchner deberá dejar la presidencia de la nación, Maurice Closs entregará la gobernación misionera a un sucesor y Ewaldo Rindfleisch abandonará la intendencia de Oberá luego de doce años. Tengo malas noticias para darles. Ninguno de los tres está pensando en irse.

     En la noche de martes 19 de agosto de 2014 Cristina eligió el “prime time”-el horario de mayor audiencia en la televisión abierta-para jugar su mejor carta a favor de convertir a su sucesor en un De la Rúa. Cosa de que aquellos que hoy no ven la hora de que se vaya lleguen a no ver la hora de que vuelva. Decidió poner al país en desacato frente a la Justicia de la mayor potencia mundial. Se reabre el canje de deuda, se cambian los contratos con los tenedores de deuda pública argentina y se muda la jurisdicción de la sede del demonio capitalista al Banco Nación de Buenos Aires. No sabemos que significará esto en el cortísimo plazo. Pero sí en el mediano: su sucesor se sentará por primera vez en el despacho presidencial de la Casa Rosada y encontrará una agenda de temas.  La agenda que ella misma le dejará escrita y que no podrá ser ignorada.

     Massa, Scioli, Macri, Carrió, Binner, Cobos, Sanz o quién fuera a sentarse en el sillón de Rivadavia deberá comenzar por regularizar los pagos de la deuda y emprolijar este asunto en el contexto de un mundo que mirará de reojo estas compadradas chauvinistas que acá gustan tanto. Esto no lo vas a ver de la noche a la mañana. Pero lo vas a ver.

      En Misiones Closs y Rovira, como Rindfleisch en Oberá, preparan a su títere. De hecho el alcalde obereño ya entronizó a Daniel Behler como un intendente en funciones bajo la máscara de “Secretario Coordinador”.

      Cristina pretende retirarse dejando un caos latente para que el próximo inquilino de la Rosada saque patente de inútil. La política no admite el vacío de modo tal que si la burguesía nacional se ve necesitada de otro (a) salvador de la patria ahí estará ella esperando. ¿Delirio? Si. Delirio hoy. Tal vez mañana se transforme en lo más sensato para nuestra sociedad embrutecida y veleta.

     Cuenta la leyenda que Luis XV reinó tan mal en Francia que cuando murió en 1774 hubo que enterrarlo de noche para evitar el clamor popular. A él se le atribuye la frase “aprés moi, le déluge” (“después de mí, el diluvio”).

       Ese es es plan. Después de “ella”, el diluvio.
        Y después del diluvio, de nuevo “ella”.



     

viernes, 15 de agosto de 2014


GOBERNAR EN EL INFIERNO

     “Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”, dice Lucifer tras fracasar en su rebelión contra Dios en “El paraíso perdido”, notable poema épico del siglo XVII que inmortalizó a su creador el inglés John Milton.

     Fue la elección que hizo Cristina Kirchner. Acompañada en su decisión por casi doce millones de argentinos.

     Corría el año 2007 y a favor de un precio muy alto de los commodities provocado por un mundo que necesitaba comprar lo que teníamos para venderle, nuestra economía iba a terminar creciendo un 8,7%. Impresionante cifra. La reducción del desempleo, cierto recupero de la inversión, más que elevado superávit fiscal y una sustancial acumulación de reservas en el Banco Central generaban el contexto ideal para gestionar en serio. ¿Gestionar? Sí. Ocuparse de crear un clima de negocios para atraer más inversión privada, invertir en generación de energía, el estímulo (en serio) de las economías regionales, encarar las necesarias obras públicas para aprovechar de una buena vez los recursos que nos sobran. Pegar un salto cualitativo en Educación (fundamental). Ir modificando el paupérrimo sistema de salud pública por uno más equipado humana y técnicamente. Abordando con la seriedad y el compromiso que amerita la compleja cuestión de la inseguridad. Todo sostenido en una imprescindible calidad institucional que es la que trae de la mano a la calidad de vida. Una Justicia independiente del Poder Político dotada de herramientas para agilizarla y tornarla eficaz. El respeto por el otro. EL combate a la corrupción desde adentro para que se convierta en la excepción y deje de ser la regla. Como la máxima funcionaria pública del país Cristina Kirchner debió aprovechar el consenso obtenido para “servir”. Como cada gobernador de provincia: por ejemplo Maurice Closs en Misiones. Como cada intendente de cada municipio: por ejemplo Ewaldo Rindfleisch en Oberá. Era el momento perfecto, con todas las condiciones dadas, para “servir (nos)  en el cielo”.

        No. Prefirieron gobernar en el infierno.

    
     Sentados en los dólares que el valor mundial de la soja arrimó encararon para otro lado. Para su lado. El Estado sirvió para acomodar a los del “palo” generando empleos improductivos pero también mucho voto cautivo. Planes sociales por doquier fueron aumentados y perfeccionados para que los pobres nunca dejen de serlo (peronismo a la inversa). La obra pública se convirtió en un pasaje directo a la “mordida” (palabra acuñada por un célebre sketch del programa de televisión “La Tuerca”). El “estado”, que en los feudos es “gobierno” y el “gobierno” que en los feudos es “partido”,  agudizó su rol de cosa intangible de dónde se saca para nunca reponer. No se invirtió en energía y el agua corre por cualquier lado menos por las canillas de las casas convertida en potable. Nuestro sistema educativo derivó en una suerte de plan de facilidades en el que los conceptos de “exigencia” y “disciplina” son dos nostalgias. La salud, aún con obra social, depende más de Dios que de la ciencia. Con la entronización del narcotráfico la delincuencia está cebada. Cientos de argentinos lloran a sus muertos pidiendo una Justicia que nunca va a llegar. Y el “otro” es un enemigo, feo, sucio y malo.


     Miles de chicos no saben lo que es tomar una copa de leche o comer un churrasco en el país de las vacas. Escribo esto y no puedo evitar que los oficialismos y sus simpatizantes me provoquen reflujo gastro-esofágico.

     Se armaron de impunidad. La judicial para que no  investiguen lo que hicieron. Y la mediática para que nadie te lo cuente. Dicen que todos los gobiernos se quedan con dinero. Pues esta gente fue original y también se quedó con la máquina de hacer el dinero.

     La clase media, embrutecida como nunca, dejó hacer mientras tuvo para pagar la tarjeta de crédito, renovar el auto, comprar la motito y llenar el changuito en el supermercado. Compró todos los mensajes de la propaganda y disfrazó con la máscara del optimismo cualquier realidad creada en las agencias de marketing. Lejos de  ser una burguesía que motoriza el cambio social a través de la exigencia a sus gobernantes se conformó con las miguitas del banquete dándose por satisfecha.  Cerró la boquita. Miró para el costado. Y dejó hacer demasiado.

       El omega de esta historia nos sitúa en un desperdicio total que provocó que ahora todo sea más difícil. Con el grueso de nosotros  angustiados por un hoy que es aquél mañana que ayer no nos importó.

     Ellos están hechos y contentos por haber logrado el objetivo. Optaron por un camino, lo recorrieron y llegaron a la meta.

      Reinan en el infierno…




domingo, 3 de agosto de 2014

LA SANATA

                    


     Cuando Juan Domingo Perón volvió a la Argentina en los años setenta, después de dieciocho años de exilio, solía divertirse muchísimo viendo en televisión “La peluquería de don Mateo”. Allí su anfitrión “hablaba” desde un teléfono público con Henry Kissinger, el funcionario más eficaz en la defensa de los intereses del Departamento de Estado norteamericano en el planeta. Kissinger recibía los “consejos” de don Mateo sobre la guerra de Vietnam. Pero no era Jorge Porcel quién interpretaba al peluquero ucraniano (Porcel quedó en el imaginario al hacerlo en unos tiempos más cercanos del que han quedado unos cuantos testimonios fílmicos). El actor que le daba rostro, cuerpo y voz en esos momentos era Fidel Pintos, el creador de un fenómeno eficaz hoy como nunca en la política argentina: la sanata.


     La “sanata” es un modo de hablar planificadamente incomprensible, en la que se expone un argumento absurdo y sin ideas claras. Pero dicho por determinado protagonista y de singular manera, suena verosímil a las entendederas de gente naif y que sufre de pereza mental. También puede colonizar una mente intelectualmente más sólida según la estrategia y el momento.


      Fidel Pintos, el “narigón” Fidel Pintos, creó la sanata para no morirse de hambre en los años treinta en medio de la gran depresión económica mundial y la “década infame” nacional. Su personaje de sanatero hizo las delicias de generaciones de oyentes de radio y televidentes de programas míticos de la televisión nacional de los sesenta y setenta como “Operación Ja Ja” y fundamentalmente “Polémica en el bar”.


    Porteño el hombre, nació en 1905 y se fue en 1974, tres semanas antes de la muerte de Perón. Nunca habrá imaginado, quizás sí, que iba a convertirse en el ideólogo y referente intelectual de los hombres de estado en la Argentina del siglo XXI.


     Ningún pensador ha influído tanto en las estrategias comunicacionales y el discurso de, por ejemplo y son solo tres cuando los hay más, Cristina Kirchner (Presidente de la nación), Maurice Closs (Gobernador de Misiones) y Ewaldo Rindfleisch (alcalde de Oberá). Tres sanateros de primera.


     La innegable pérdida de calidad  de nuestra educación sumado al fenómeno de un embrutecimiento creciente de la burguesía vernácula componen un contexto sumamente propicio para la entronización de la sanata.  Sanata que cuenta con tanto consenso que nos genera el interrogante de si la decadencia argentina tiene piso.


      La retórica es la sanata duchada, bien vestida y perfumada. Por cierto que el mecanismo retórico de construcción del discurso en general, incluído el discurso político, no es novedad y ha sido objeto de estudio desde Noah Chomsky (“Las estructuras sintácticas”, publicado en 1957)  para acá, incluyendo los aportes de fonetistas, sociolingüistas y análisis parciales varios.


         Cristina, Closs, Rindfleisch, ya no precisan ser buenos oradores. De hecho la Cristina senadora era una oradora de poderoso perfil cuando la Cristina Presidente es una refutación de la que era (o una precisión de lo que siempre fue). Pero suple eso con creces al igual que Closs o Rindfleisch con una acción cuya génesis antidemocrática se ha relativizado por parte de la sociedad: el eludir las conferencias de prensa o las entrevistas con periodistas críticos como un modo fundamental de no responder jamás lo que deberían republicanamente responder. La sociedad, lejos de exigir que sus mandatarios sean interpelados por cuestionarios en serio, ha optado por ser cómplice de pone-micrófonos que no tienen prurito alguno en entregarle a su público propaganda como si fuera información. Que las mayorías no puedan asociar calidad institucional con calidad de vida ha sido un triunfo cultural innegable del Poder. Y que tal situación se vea revertida, en parte, solo cuando las condiciones económicas empeoran, es demostrativo de la anatomía de esa victoria.


     Es complejo el abordaje pero resulta triste ser testigo de la adhesión a funcionarios y gobernantes que viven cada vez mejor, por parte de un electorado que vive cada vez peor.


      El mismo Fidel Pintos, fogueado en las desmesuras de tener mucho trabajo y de no tener ninguno, definió: “un actor es un señor que hoy come faisán y mañana se come las plumas”.


      Vaya hegemonía la de la sanata en estos tiempos.


      Gobernantes que comen y comen faisán.


       Apoyados por los que, patéticamente satisfechos, comen solo las plumas…