domingo, 31 de enero de 2021

 

                ES EL FEUDO, ESTÚPIDO

     “Es la economía, estúpido” es una frase originada en la política estadounidense y que se instaló en la cultura política planetaria. En 1.992 George Bush (padre) era el gran favorito para ganar los comicios y ser reelecto como presidente de los Estados Unidos a favor de su alta imagen positiva y acciones que eran consideradas exitosas en materia de política exterior. Sin embargo, la estrategia de campaña de los demócratas, poniendo el acento en la marcha de la economía, logró llevar a Bill Clinton a una victoria impensada.

     En la Argentina el 2021 arrancó con gente “sorprendida” por la forma en la que el gobernador peronista (¿peronista?) Gildo Insfrán maneja los asuntos públicos en Formosa, donde hace ya un cuarto de siglo que hace lo que se le da la gana sin que nadie lo controle. Veinticinco años haciendo lo mismo. ¿Sorpresa de qué?

     Así son los feudos.

     Los barones del conurbano bonaerense (los que manejan más recursos), los Saadi en Catamarca, los Rodríguez Saa en San Luis, los Sapag en Neuquén, los Menem en La Rioja, los Juárez en Santiago del Estero, los Romero en Salta, los Kirchner en Santa Cruz, los Romero Feris en Corrientes, son personajes y familias de la política vernácula que se las ingeniaron para armar y dejar armadas estructuras feudales más allá de ellos mismos. Si el sabio Cicerón postulaba que “la libertad no consiste en tener buenos amos, sino en no tener ninguno”, pues en esos territorios el grueso del electorado, más que luchar por sus derechos, opta por los que considera “buenos amos”.

     A las geografías ya nombradas se le suman Jujuy, Chaco, San Juan, Tucumán, La Pampa, Chubut, y varias localidades del interior bonaerense. Lugares en donde el poder no se distribuye sino que se concentra hasta que la ley máxima no es constitución alguna sino la voluntad del que manda.

     Lo saben bien en Misiones, donde Carlos Eduardo Rovira armó un feudo que dejó atrasada a la provincia. Una provincia que lleva perdido todo lo que va del siglo XXI. En los feudos, aunque la población no se quiera percatar, todo tiempo es tiempo perdido.

     Es de manual. Se coopta al poder judicial, poniendo jueces y fiscales que jamás se meten con el presente político. La oposición termina siendo un pastiche de sí misma. Y el que no tranza es condenado a la persecución o a la marginalidad. El periodismo se hace levantando un teléfono desde la casa de gobierno o recibiendo whatsApps de los funcionarios  que terminan siendo los editores responsables de los mass-media, alimentados a la dieta única de la pauta oficial. La suma de vasallos y clientes (del estado, con sus pequeñas patrias contratistas), le gana por goleada a los ciudadanos.

    Así, el señor feudal se transforma en un déspota que ejerce su mandato sin que nadie lo controle y que, dominado el panorama interno, negocia su poder territorial con cada gobierno nacional. Gobiernos nacionales que terminan siendo aliados a favor de que, o hacían lo mismo en sus distritos, o necesitan de esos votos del electorado en las elecciones o el de los legisladores en el Congreso.

     Gildo Insfrán es otro más, quizás de los más repugnantes, pero otro más de los déspotas que controlan la enorme mayoría del territorio argentino. Con un gran apoyo popular, claro. Porque ahí surge un interrogante de difícil respuesta: ¿los caudillos crean a sus seguidores o las sociedades crean a sus caudillos?

     Una vez que el feudo se consolida como una forma de vivir, que genera una forma de gobernar, pretender transformarlo en algo republicano, con división de poderes real y controles que le paren el carro no solo a los políticos sino a los nenes de mamá y papá que gozan del armado familiar, se torna muy difícil. A casi nada del imposible.

      Hace treinta años, el asesinato de María Soledad Morales, un crimen del poder, acabó con el gobierno de Ramón Saadi. Pero no acabó con la mayoritaria mentalidad feudal que, tras veinte años de gobierno del Frente Cívico y Social, terminó eligiendo de nuevo a una integrante de la familia Saadi (prima del gobernador Ramón). Lucía Corpacci, a poco de asumir su mandato, declaró sin ponerse colorada que, “Lo de María Soledad no fue como lo mostraron los medios”. ¿Se escuchará a algún gobernador misionero diciendo que el crimen de Marilyn Bárbaro no fue como lo mostraron los medios?

     Hábiles para cooptar voluntades y colonizar mentes, los señores feudales, déspotas y caudillos gozan de impunidad jurídica, social, política y mediática. Un día se les acaba, claro. Pero el tiempo perdido es demasiado y la cultura feudal que dejan suele generar equivalentes. Otro “buen amo”.

     El periodista Jorge Lanata suele hacer la siguiente pregunta: ¿sos capaz de luchar por cambios que no vas a ver?

     Redoblemos la apuesta.

     ¿Sos capaz de luchar por cambios que no se van a dar? Porque si vos no te sumás y pronto a los que sí se rebelan (que los hay y muy valientes) hasta que la dignidad sea lo fuerte que debe ser para que el poder no siga concentrado, entonces tengo malas noticias para darte.

    Esos cambios no se van a dar.

 

 


martes, 26 de enero de 2021

 

                   UNA GOTA EN EL MAR

 


     “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”, dicen que dijo la Madre Teresa de Calcuta. Pues hacer periodismo en un feudo, donde la impunidad es popular, no es otra cosa que echar una gota en el mar.

     Hace más de tres lustros que el poquito periodismo que queda en Oberá (y en Misiones) le cuenta a la gente sobre los mecanismos implementados para que los funcionarios públicos de la renovación k (porque siguen siendo “K” aunque también hayan tranzado con Juntos por el Cambio), prosperen con la política y no la paguen. La idea del señor feudal, que en Misiones se llama Carlos Rovira, era que la ley máxima sea su voluntad y que sus protegidos gocen de impunidad jurídica, política, mediática y social. Le salió bien. Esa idea le salió muy bien.

     En las últimas horas el colega Gabriel Eduardo Jacquemín, a través de su portal Infober digital, reveló la trastienda de un episodio que tuvo amplia repercusión nacional: el ministro de Deportes provincial, el obereño expiloto de automovilismo deportivo Rafael Morgenstern, contrató a su empresa familiar, un restaurante ubicado en Oberá, para comprar miles de viandas destinadas a participantes de un encuentro virtual que viven a cien kilómetros (en Posadas) del restaurante. En el intento por “explicar” lo sucedido el ministerio nos dice que hubo un llamado a licitación y un único oferente, que todo fue legal y correcto. ¿En qué medios se publicó ese llamado a licitación que parece haber sido de incógnito? En plena pandemia, y con la malaria económica que hay en la provincia y en todo el país, ¿resulta que al único restaurante que le interesó facturar millones de pesos fue justo al que era del ministro?

     Lo sucedido es tan impresentable que deja a las explicaciones oficiales en ridículo. Lo negativo es que el ridículo, en los feudos, no resta votos. Los fiscales no investigan de oficio (y a veces no investigan de ningún modo, sino pregúntenle al exalcalde Rindfleisch). Los opositores, que en unos meses andarán armando listas para las elecciones y se cansarán de hablar de lo que ahora callan, continúan sin tomar ácido fólico. Y la prensa sigue actuando como si el gobierno renovador fuera Estela Raval y ellos Los Cinco Latinos.

     Los periodistas y medios de comunicación que contamos lo que pasa sin blindar a nadie somos cada vez menos. No importa. Seguiremos haciendo nuestro trabajo como corresponde. Aún en medio de un pueblo mayoritariamente volcado al servilismo y una dirigencia que los representa tal como son.

     En la semana que se va Infóber digital echó otra gota en el mar.

      Un mar que, sin esa gota, sería menos…

 

sábado, 16 de enero de 2021

 

        DE LA NUEVA CEPA A QUE NO SE SEPA

 


     La circulación comunitaria es un concepto que, salvo los entendidos, el resto incorporamos a nuestro vocabulario durante la pandemia de coronavirus. ¿Qué es? Es el momento en el que el virus circula libremente por la ciudad y ya no se puede establecer el “nexo epidemiológico” porque perdimos el hilo de dónde viene. Cualquiera puede contagiar y ser contagiado.

     ¿Qué espera el alcalde Carlos Fernández para declarar la circulación comunitaria en Oberá?

     Si nos guiamos por los partes oficiales de Salud Pública de la provincia la cantidad cotidiana de infectados que hay en Oberá amerita la declaración. Si incorporamos la data que surge de los ámbitos de salud privados, y que el estado desdeña (?), la declaración urge. Frente a esta pandemia no hay que exagerar ni psicopatear para meter miedo. Pero tampoco hay que ocultar la realidad en nombre de ningún interés económico ni político.

     Sería interesante que los concejales opositores, Horacio Loreiro y Mara Frontini, exigieran que el intendente se expida. Lo mismo va para los siete concejales renovadores, aunque sabemos cómo se maneja ese espacio feudal. En lo provincial los diputados que no fueron electos por el oficialismo deberían exigir la misma declaración del gobernador Ahuad y del ministro Alarcón. Patricia Nittmann, la defensora del pueblo de Oberá, debería olvidarse por un par de horas quién la puso ahí y en vez de hacerse autobombo en unos programitas de radio tendría que ocuparse de que su mentor político hable más claro. Es cínico echarle la culpa a “los jóvenes que no toman conciencia” cuando se es funcionario público y, en vez de concientizar, se ocultan datos.

     “Con la verdad no temo ni ofendo”, decía Artigas.

     Algunos andan preocupados por la nueva cepa del coronavirus, importada del Reino Unido.

     Habría que informar mejor sobre la cepa que hay.  Y decir las cosas como son.

     Para que se sepa. Y para que te cuides.


 

                       VACUNATE VOS…

 


     “Con el número dos nace la pena” escribió Leopoldo Marechal y podría no estar hablando del amor sino de esta expandida y lamentable costumbre vernácula de hacer de lo que venga un asunto binario. No digo un pensamiento binario porque pensar es otra cosa. Con la vacuna de origen ruso contra el SARS-CoV-2 también se plantea todo en base a dos posturas: o se milita a favor de la vacunación o se milita contra la vacuna.

     Uno suele suponer que, a esta altura, no hace falta seguir subrayando la importancia que las preguntas han tenido, tienen y tendrán en la evolución de la humanidad. Pero leyendo y escuchando a tanta gente que emite con una irresponsable certeza cualquier opinión berreta derivada de “me dijeron”, “recibí un whatsApp”, “escuché”, o simplemente porque está a favor o en contra de un gobierno, resulta que esa suposición se va por los caños.

    No se trata de estar en contra de la vacunación contra el coronavirus. Se trata de ejercer el pensamiento crítico en todo. También en esto. Se trata de tener preguntas. Se trata de exigir respuestas. Está en juego nuestra salud. Y si no se aprovecha el cerebro a favor de la búsqueda de la preservación de la buena salud, pues no sé para qué se lo debería usar.

     Preguntas. ¿Se puede fabricar una vacuna en poco tiempo? El personal de Salud que ya ha sido vacunado en casi toda la Argentina, ¿se vacunó porqué está científicamente persuadido de su eficacia o porque no le queda otra que obedecer a los gobiernos? Todos o casi todos nos hemos criado cumpliendo un calendario de vacunación que es uno de los orgullos vernáculos. ¿Por qué entonces se adjetiva como “anti-vacunas” a los que simplemente se preguntan si esta vacuna rusa contra el coronavirus cumple con los mismos requisitos de esas otras?  Ponerse una vacuna, ¿es una cuestión de fe? Porque si lo es, se trata de creerle a gente como Alberto Fernández, Ginés González García o en Misiones Oscar Herrera Ahuad y Oscar “seis casos de dengue” Alarcón. En todo caso, la credibilidad hay que ganársela y estos funcionarios han logrado todo lo contrario.

     ¿Las bondades de esta vacuna han sido debidamente explicadas por las autoridades? ¿Sí? ¿Cuándo? ¿A quién? ¿Dónde? En Misiones casi se han saqueado las farmacias en la búsqueda de la Ivermectina, un medicamento antiparasitario que se usa en medicina humana y en veterinaria, que aún no ha sido aprobada por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología médica). Sin embargo Salud Pública de Misiones la homologó aunque del modo más “disimulado” posible, sin explicaciones oficiales más allá de alguna declaración periodística suelta por ahí. ¿Así se maneja un asunto tan serio?

     Para enfrentar una pandemia, un concepto cuyo solo enunciado debería eximir de explicar su gravedad, se precisan muchas virtudes por parte de los gobiernos y una responsabilidad social mayúscula. Cuesta mucho aseverar que en la Argentina hay de lo que se precisa. ¿En otros lados es peor? Correcto. ¿Y?

     Una vacuna exige rigor científico. Una ciencia que lejos está de mantener una postura uniforme sobre las vacunas que circulan por allí “contra” esta cepa de coronavirus. En la Argentina ponerse o no ponerse la vacuna fue transformado en una cuestión de fe política. Me pongo la vacuna porque viene de Rusia, no del imperialismo yanqui, y porque su aplicación es propiciada por el gobierno de los Fernández (Cristina y Alberto).

    Vacúnate vos…