domingo, 28 de junio de 2020

                            UN BUEN ERROR

     
     Mientras tanto se habla de la “nueva normalidad” que traerá aparejada la pandemia de coronavirus, en Misiones siguen ocurriendo hechos típicos de la “vieja anormalidad” que impera en la provincia desde hace más de tres lustros. El otoño se llevó las hojas y también la barbaridad final cometida contra el cuerpo, el alma y el recuerdo de “Marilyn” Bárbaro. A quién, según unos jueces, se la asesinó pero sin “ensañamiento ni alevosía”. Un obvio disparate  pero que siguió la corriente de las sucesivas barbaridades que esta familia obereña ha venido soportando a favor de vivir en un país en el que la impunidad llega de la mano de algo que tiene mejor prensa que el dinero y el status social: los votos.

     Repasemos la cronología de lo ocurrido, a favor de sospechar cómo fue posible que el femicidio ícono de la Misiones feudal quedara reducido a una triste efeméride que se lamenta en las redes sociales con la fuerza argumentativa que dan los emoticones.

-El domingo 28 de septiembre de 2003 Carlos Rovira fue reelecto gobernador pero ya no por el justicialismo, sino por el denominado Frente Renovador, surgido tras las mejicaneadas perpetradas por Rovira contra el peronismo y por un joven Maurice Closs contra el radicalismo que conducía. El presidente Néstor Kirchner, en su interna con Eduardo Duhalde, apoyó decididamente a Rovira. Unos 216 mil misioneros, el 48% del electorado, los avaló. También triunfaron en Oberá, de la mano de Ewaldo Rindfleisch.

-Rovira fue armando su corte. Personas como el ex apoderado del Frente Renovador o su ex maestra de Biología, entre otros, pasaron a integrar el Superior Tribunal de Justicia.

-El sábado 17 de abril de 2004 María Elena “Marilyn” Bárbaro, una mujer de 54 años de edad con secuelas físicas de la epidemia de poliomielitis que azotó a la Argentina en 1.956, fue asesinada en su casa en Oberá. Según la autopsia, cuando la enterraron en el sótano, aún vivía. La causa judicial tuvo cinco procesados: Matías Ortiz, Gabriel Piotroski, Patricio Do Santos, Daniel “Chaparro” Núñez y Rubén Oscar Schnimg, todos jóvenes locales. Ortíz era hijo de una diputada provincial oficialista, la abogada obereña Marlene Carvallo. Toda Oberá recuerda cómo se manejó la escena del crimen.

-El domingo 23 de octubre de 2005 la renovación logró algo que iba a ser sustantivo en la construcción de su poder omnímodo: obtuvo la mayoría legislativa en la Cámara de Representantes. En los dos años anteriores esa mayoría había seguido en manos del por entonces opositor justicialismo en una cámara presidida por Luis “Lucho” Viana. Unos 190 mil misioneros le dieron el control parlamentario a la renovación, el 42% del electorado. El oficialismo también ganó en Oberá, la ciudad de Marilyn.

-A fines de 2005 el juez que investigaba el crimen, Horacio Alarcón, fue denunciado ante el Jurado de Enjuiciamiento por el abogado Julio Carballo, tío de Ortíz. El propio presidente del Superior Tribunal de Justicia, y también de ese jurado de enjuiciamiento, Jorge Rojas, retuvo el expediente del crimen de Marilyn que tenía Alarcón para “fotocopiarlo y distribuirlo entre los otros integrantes del jury. Alarcón se apartó de la causa, que pasó a manos de la jueza Gauchat. Se pidió el juicio político de Rojas, pero en 2006 la mayoría oficialista de la Cámara de Representantes lo salvó de la destitución.

-El martes 21 de marzo de 2006 el Jurado de Enjuiciamiento destituyó al fiscal de estado Lloyd Jorge Wickström, enfrentado con Rovira, por “mal desempeño de sus funciones”. El fiscal de estado es quién ejerce funciones de contralor constitucional. Una de las integrantes del jurado era la diputada Marlene Carballo.

-El domingo 29 de octubre de 2006, de la mano del padre Joaquín Piña, el Frente Unidos por la Dignidad le ganó a Rovira en su intento por perpetuarse en el Poder Ejecutivo. Le ganó tanto en la provincia como en Oberá. Unos 250 mil misioneros, el 57% del electorado, forzaron al también derrotado presidente Néstor Kirchner a ordenarle a los entonces gobernadores de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, y de la provincia de Jujuy, Eduardo Fellner, que archivaran sus proyectos de re-re indefinida como el de Rovira. Un Rovira que debió usar su astucia para conseguir lo mismo pero en otro poder del estado. Y lo consiguió.

-El domingo 28 de octubre de 2007 el renovador Maurice Closs fue electo gobernador con 171 mil votos, el 38%. A su vez Carlos Rovira, encabezando la lista de candidatos a diputados provinciales, ganó los comicios con el apoyo de 168 mil misioneros, también el 38%. El 10 de diciembre de ese años Rovira fue ungido presidente de la Cámara de Representantes. Luego fue reelecto en 2011, en 2015, y en 2019. Y la última vez se comió un caramelito muy rico: fue votado titular del parlamento por unanimidad, 39 a 0, con el voto de los “opositores” del radicalismo, del PAyS, y del PRO. En Oberá, de la mano del alcalde kirchnerista Ewaldo Rindfleisch (¿alguien se había olvidado que Rindfleisch era kirchnerista?), Closs perdió con el candidato del Frente para la Victoria Pablo Tschirsch.

-En octubre de 2008 la jueza obereña Alba Kunzmann de Gauchat (la misma que hoy tiene los expedientes de las denuncias contra Rindfleisch), sobreseyó y ordenó la liberación de cuatro de los cinco imputados por el crimen: Ortiz, Piotroski, Núñez y Do Santos. Solo Schnimg, el único que había confesado estar la noche del femicidio en la escena del crimen, permaneció imputado. Estuvo preso siete años y, tras pagar una fianza, quedó libre en enero de 2011 (decisión de la entonces jueza subrogante Marta Arrúa) a la espera de un juicio público que no llegó nunca.

-El domingo 26 de junio de 2011, cuando descendió River Plate, Maurice Closs ascendió más que nunca: fue reelecto gobernador por 373 mil misioneros y obtuvo el 75% de los votos, con una diferencia de 69 puntos porcentuales sobre los segundos: Claudio Wipplinger, de Trabajo y Progreso, y Luis Pastori, radical, quiénes sacaron el 6% de los sufragios cada uno. Es el triunfo electoral más holgado de la historia democrática misionera.

-El domingo 25 de octubre de 2015 el renovador-y obereño por adopción-Hugo Passalacqua, nominado al cargo por Rovira, fue electo gobernador con 400 mil votos, el 64%. También arrasó en su ciudad, Oberá.

-Durante todos esos años Juana “Ticha” Bárbaro, una de las hermanas de Marilyn, se puso la causa al hombro y, dando lecciones cívicas inolvidables, organizó marchas y pedidos de justicia, fue parte sustantiva del FUD victorioso de 2006, y buscó apoyos por todos lados. Pero, angustiada por ver como a quiénes divisaba como responsables políticos del encubrimiento del crimen de su hermana se entronizaban en el poder a fuerza de votos, se fue quedando con muy poca compañía. En julio de 2017 falleció de cáncer en Buenos Aires.

-El domingo 2 de junio de 2019 otro renovador apuntalado por el dedo de Rovira, Oscar Herrera Ahuad, resultó vencedor en los comicios para gobernador con 495 mil sufragios, el 72%. Y Rovira fue reelecto diputado provincial en una lista que obtuvo 491 mil votos, el 73%. También arrasaron en Oberá, de la mano del nuevo alcalde, Carlos Fernández.

-Pasó mucho tiempo hasta que a fines de 2019 Schnimg acordó con el fiscal Elías Bys un juicio abreviado y un cambio de calificación. Los integrantes del Tribunal Penal de Oberá, los jueces subrogantes Jorge Villalba, Mónica Drganc Fernández y Graciela Heppner lo condenaron a trece años de cárcel. Hace poco dos de ellos, con la excepción de Heppner, consideraron que en el asesinato no hubo alevosía. Schnimg, con los años que ya pasó preso sin condena, hoy está en una cárcel de Oberá pero saldrá pronto.

     Hoy, el pueblo misionero y obereño no encuentra palabras para expresar su indignación con todo lo ocurrido. Y, como no encuentra palabras, usa emoticones. Otros se solidarizan en silencio, un clásico de la provincia y de la ciudad.

     “Soy un buen error. Cométeme”, escribió esa gran poeta nacional que fue Alejandra Pizarnik.

     La renovación debe ser un buen error que, vaya uno a saber, hasta cuándo la mayoría de los misioneros seguirán cometiendo.


domingo, 21 de junio de 2020

                    CALLARSE HABLANDO 

     “Al hombre se le dio la palabra para que pueda disimular lo que piensa”, sostuvo el Príncipe de Talleyrand, aquél canciller francés que supo sobresalir antes de Napoleón, con él, y aún después de Waterloo.

     La decadencia educativa que la sociedad argentina viene tolerando desde hace demasiado tiempo no es inocua. Provoca que demasiados problemas serios se traten de un modo banal y eso se verifica claramente en debates como el que, por estas horas, provoca la intención del gobierno nacional de expropiar la empresa “Vicentín”.

     El guión que Cristina Kirchner entregó a sus dirigidos marca que hay que hablar de “estatizar” o “nacionalizar” la empresa. Son las palabras que se usan para disimular la verdadera intención, que es “kirchnerizar” la empresa. ¿Qué significa kirchnerizar? Apropiársela, que la maneje algún amigo, y usarla como otra “caja” para hacer política. No es una opinión. Es algo que hace treinta años que la vicepresidente y su difunto marido han venido haciendo, desde que coparon Santa Cruz. Hay tantos ejemplos nacionales al respecto que si alguien no recuerda ninguno debería plantearle a su médico de cabecera la posibilidad de incorporar más vitaminas del complejo B a su organismo, especialmente la B1, que es magnífica contra el deterioro de la memoria.

     El desaprovechamiento de la experiencia, que en este caso consiste en no asumir que quiénes manejan hoy el país ya gobernaron doce años y ese es un tiempo suficiente para más o menos saber adónde apuntan, se suma a la acción de quiénes, desde la vereda de enfrente, se enganchan en pseudo-debates. Así se pierde tiempo y energía discutiendo sobre lo que algo parece pero no sobre lo que algo es.

     El debate estado vs privado no es para esta Argentina. Donde, de nuevo, abundan ejemplos de que tanto el estado como los privados-a los que nadie controla-, dan pésimos servicios y son capaces de asaltar a mano armada.
No debería ser difícil de entender. En nuestro país hace rato que no hay gestiones, hay proyectos de poder que siempre les reparte las mejores porciones de la torta a las primeras líneas de su grupo, les da un pedacito durante un tiempo a las segundas, y les tira las miguitas al resto. Se vienen diferenciando en que unos fabulan mejor que otros. Hoy ese proyecto de poder es nuevamente el de Cristina Kirchner-una fabuladora brillante-, ansiosa de impunidad y de tomarse revancha de sus enemigos. Para eso ideó el efectivo plan de ir detrás, pero solo en la boleta, de un Alberto Fernández que toda su vida política ha sido un cínico. Pero como definía al cinismo Oscar Wilde, “aquél que conoce el precio de todo y el valor de nada”. Hay una dirigencia opositora que se niega a tomar ácido fólico y que viene de gobernar tan mal que provocó que en apenas 1.461 días los que habían votado a Macri para botar a Cristina, votaran a Cristina para botar a Macri. Y se sabe que Cristina no estatiza a las empresas. Las “kirchneriza”. Y se sabe que odia a los periodistas y a los dirigentes que no se le someten. Y que tiene de nuevo bajo su pie a un peronismo temeroso de cantarle la marchita a ver si la entiende de una buena vez. Y que es capaz de atropellar a jueces y fiscales hasta que se depriman y se suiciden. Y que volverá a hacer todo lo posible por castigar a la clase media urbana que nunca la elige.

     Frente a tal panorama están quiénes se adaptan dócilmente por conveniencia o por temor, y quiénes resisten con más o menos fervor. Punto.

     Sin embargo, y bien que lo planteó Talleyrand, se usan las palabras para decir muchas cosas, excepto las que se piensan acerca de lo que sucede o las que sirven para interpretar lo que sucede. Por miedo, sí. Pero también por comerse los amagues. Así se generan debates absurdos. Gente que habla de las deudas de la empresa Vicentín, del mal manejo de sus dueños, de estados contables y de préstamos bancarios y bla, bla, bla. Suele ser la misma gente que se enteró que existía Vicentín hace tres días y que al oír que la sede está en Avellaneda, no pensaron en la provincia de Santa Fe sino que sería enfrente de la cancha de Independiente.

     Se habla a favor y en contra de la meritocracia cuando hace años que no es el mérito sino el demérito lo que determina nuestras chances de progreso. Hablamos de la meritocracia que está muy lejos. Y no hablamos de la deméritocracia que está muy cerca.

     Hay peronistas pero ya no hay peronismo. Hay una oposición que no ejerce como tal. Hay un liberalismo aún nostálgico de Martínez de Hoz. Hay una izquierda apolillada a la que nadie le pone naftalina. Hay una “nueva política” que hace lo mismo que la vieja. Hay un sistema educativo que se sostiene en alejarse de la exigencia. Hay una sociedad que opta no por la libertad sino por “buenos amos”. Hay gente que no lee pero dice que sí. Y hay debates banales sobre asuntos delicados.

     Demasiado tiempo perdido por no verificar cuál de los cables que va del cerebro a la lengua está quemado. Y por dejar que la honestidad intelectual, igual que la otra, caiga en desuso.

     No en cualquier sociedad se puede hablar de “soberanía alimentaria” por quedarse con una empresa cuya mayor exportación es la harina de soja a Europa y a China. Y que eso pueda sonarle verosímil a unos cuántos.

     Se necesita una sociedad que se vaya embruteciendo, llenando de temores y se acostumbre a la autocensura.

     Que use las palabras ya no para hablar. Sino para callarse.

domingo, 14 de junio de 2020

  APOGEO DEL PENSAMIENTO ACRÍTICO 

 
     Si varios factores tienen que hacer sistema en sincronía para que una mentalidad incapaz de poner en tela de juicio sus creencias se convierta en dominante, pues eso se logró de nuevo. Siempre hubo apoyos acríticos pero nunca encontraron tantos canales como ahora para manifestarse con su caradurez. La irracionalidad volvió a ponerse el disfraz de la racionalidad al tiempo que, como lamentable paradoja, es indudable que la duda está en retroceso.


     En lo político esto se verifica con la misma rapidez que solía ser patrimonio del fútbol. Plagado está de personas que defienden todo lo que dice y lo que hace un gobierno, incluso si ese mismo gobierno dice y hace lo contrario. ¿Qué el estado clientelar tiene mucho que ver? Seguro. Pero también hay mucho bobo ad honorem.

     Cuesta asegurar si los líderes crean a sus propios fanáticos o si los fanáticos crean a sus propios líderes. En la Argentina del siglo XXI Cristina Fernández, viuda de Kirchner, representa a cientos de miles de adoradores sin causa que hablan de ella como una mujer prodigiosa que siempre hace todo bien, incluso cuando lo hace mal. Por supuesto, sería necio pretender que el universo de fanáticos está habitado solo por kirchneristas. Tan necio como negar que son el mejor ejemplo del mal ejemplo. Se lo ganaron.

     El pasado demuestra que el ejercicio de leer no nos pone a salvo de terminar apoyando a delirantes en sus delirios. Pero el abandono de la lectura, menos. Y también sabemos que las redes sociales, aparte de sus bondades, entronizan a un tipo de consumidor de artículos y noticias que no lee aquello de lo que opina. Algunos medios tradicionales, en su desesperación financiera, permiten que suscribiéndote por unos pocos mangos mensuales, tengas la opción de ponerte un pasamontañas para entrar en sus ediciones digitales a escribir anónima e impunemente la barbaridad que se te dé la gana.

     Cosas como éstas configuran un clima de época sumamente propicio para que los apoyos críticos se conviertan en una nostalgia. Cualquiera tiene derecho a sentirse representado por un gobierno y defenderlo. Pero estar persuadido de que el modo de hacer un país más justo es disciplinar como sea a los que juzgo responsables de las injusticias y simpatizar con la fantasía de eliminarlos, es una salvajada que la Argentina ya probó. Siempre con resultados lamentables.

     Cuando la derecha no se bancó que la transparencia electoral le arruinara los planes derrocó a Irigoyen, armó un país en el que se firmó un tratado que nos convertía en colonia inglesa, y hasta un sicario no tuvo problemas en entrar al mismísimo senado a tirotear al único legislador que lo denunciaba: Lisandro de la Torre. Ese es el país “modelo” que dicen añorar nuestros liberales del siglo XXI. Tampoco se tuvo vergüenza en usar aviones de las fuerzas armadas para bombardear Plaza de Mayo y matar a muchos compatriotas para sacar a Perón. Al que terminaron, en nombre de la libertad, prohibiendo nombrarlo. Después el peronismo parió a la “Triple A” y a los montoneros, nada menos. Vamos, que la historia argentina, cuando se la conoce un poco, no da para apoyar ciegamente a nadie.

     Pero frente a un fanático no hay nada que se pueda hacer y no hay nada que se pueda decir para que chequee un poquito qué clase de macanas está defendiendo. Se conforma con lo que cree y se acabó.

     El país es nuevamente manejado por una mujer que clama por venganza y que acumula el poder necesario para intentarla. Todo acto de gobierno va en esa dirección y hasta acá no hay checks and balances ni barón de Montesquieu que la controle. Hace demasiados años ya que Cristina Kirchner cree que está por encima de todo y de todos y actúa en consecuencia. Y sus seguidores también. Por cierto, hay que subrayar que en la Argentina de hoy ciertas cosas no pasan a mayores solo porque la oposición suele poner la otra mejilla.

     Ni siquiera una pandemia que derivó en cuarentena admite apoyos críticos. De este lado están los que defienden la vida, dicen. Y de este otro lado los que defienden la muerte, dicen, casi tocando el techo de la estupidez humana. El mismo techo del que quedan cerca de tocar los que postulan que el coronavirus es una pavada.

Todo funciona así. No hay espacio para los matices. Tener convicción y defender una idea con pasión está muy bien. Limitarse a tener una sola es lo que está mal. Si fuera una fecha del campeonato de fútbol, sería evidente que el slogan goleó a la idea, el videograph derrotó a la atención, la síntesis eliminó a la profundidad, el entretenimiento venció en tiempo suplementario a la toma de conciencia, la pereza mental le dio vuelta el partido al esfuerzo intelectual, y el clásico del pensamiento quedó en manos de los acríticos.

“Quién no quiere pensar es un fanático. Quién no puede pensar es un idiota. Y quién no osa pensar es un cobarde”, sostenía el filósofo Francis Bacon.

Siempre fue peligroso tener a fanáticos, idiotas y cobardes, todos juntos.

Y en un mismo gobierno.

lunes, 8 de junio de 2020

    EDITOR RESPONSABLE: CARLOS ROVIRA 


     

     Son muy pocos los medios de comunicación y los periodistas que hoy, 7 de junio, justifican con su trabajo la celebración del día. El día de esa profesión que cuando se ejerce en serio incomoda a todos los gobiernos y que por eso habilita  un interrogante que cierra la idea. ¿cuántos son los canales de televisión, las emisoras de radio y los diarios de papel o digitales de cualquier lugar de la provincia que con su laburo afectan los intereses del poder feudal que Carlos Eduardo Rovira pergeñó hace veinte años?

     En Posadas pueden escucharse las necesarias voces críticas en algunas radios y en el canal de televisión de Misiones Cuatro. El éter de Oberá ofrece un camino libre a recorrer que tuvo que ser desmalezado porque hasta no hace tanto había listas negras. Son las dos principales ciudades misioneras. ¿Y en el resto? ¿En cuántos canales de televisión comunales o en cuántas radios locales se puede expresar una crítica directa al hombre que gobierna la tierra colorada sin que haya consecuencias para el periodista o para el medio? ¿En cuántos municipios aún hay temas que siguen siendo tabú porque implica meterse con los intereses del intendente y de los suyos? En algunos medios tradicionales se permite la crítica pero de Rovira para abajo porque el titular del legislativo es intocable.

       Hay diarios digitales de Misiones que brindan  un estupendo servicio informativo. En internet y en las redes sociales hay margen para el desahogo de los ciudadanos que luchan por una vida más justa. Pero resulta que también hay malas noticias con eso. El gobierno nacional acaba de aprobar un protocolo de “ciberpatrullaje preventivo” (?) que se esfuerzan en aclarar que no se meterá con la libre opinión de nadie. Pero, viniendo de quién viene…En Misiones hay gente que fue demorada por la policía por compartir “fake news” mientras al exalcalde obereño Ewaldo Rindfleisch todavía ni lo llamaron a declarar en las dos causas que tiene en la justicia desde hace casi un lustro.

     Se sabe que en Misiones el único respaldo que tiene un periodista es el de la silla donde se sienta a escribir o a hablar. También se sabe que la actividad padece mucho de una informalidad que la transforma en amateur y de la absurda creencia de que el periodismo es un hobby. A su vez ¿cuántos son los dueños de medios que no se plantean como único norte el canjear pauta oficial por alabanza fácil o silencio cómplice? Vamos, que es demasiado obvio que en varios de sus asuntos Misiones vive un apagón informativo y que eso va para largo.

    Hay periodistas que se resisten a este status quo. Y hay otros que se sienten relajados repitiendo gacetillas, preguntando pavadas, desdeñando las repreguntas y hablando mal de Macri, que ya no está, para no tener que hacerlo de Rovira, que sigue estando. No tienen inconvenientes en indignarse por cualquier injusticia que pase bien lejos de la provincia o en criticar a Ramón Puerta, que dejó de ser gobernador hace más de veinte años. Mamita! Se hacen los incisivos con el pasado y los otarios con el presente.

     La forma en que se puede ejercer el periodismo en un feudo es algo que muchos colegas padecen. Pero que muchos otros, disfrutan.

     El periodismo digno que sobrevive no solo tiene que aguantarse a la renovación. Ahora tiene que   volver a convivir con el kirchnerismo. De modo tal que patoteros de estado, sobran.

     La oposición, si es que lo existente en Misiones merece que se la llame así, tiene una relación declamatoria con la libertad de prensa. Le dedican el tiempo que les queda tras cuidar y vigilar su metro cuadrado de poder. No alcanza.

    Párrafo aparte para los comerciantes que se autocensuran y no apoyan publicitariamente a los medios que ejercen ese pluralismo que dicen valorar. A veces sufren apretadas. Y a veces se aprietan solos.

     Otro 7 de junio en el que tendré que saludar a los mismos colegas de siempre. En Oberá, por ejemplo, los pibes que van apareciendo no demuestran tener ni actitud ni aptitud para hacer algo mejor que sus mayores. En las divisiones inferiores no hay nadie distinto.

     La profesión está globalmente en crisis y la Argentina no es ninguna excepción. El embrutecimiento de la sociedad, ganada por el fanatismo, tampoco ayuda. La pereza mental, propia de impresentables que opinan sobre artículos que no leen porque si van más allá  del título y la foto parece que se les baja la glucosa, ayuda todavía menos.

     7 de junio. “Feliz día a los periodistas que…”. “El periodismo es esa profesión que…”. “Un periodista es aquél cuyo…”. Bla, bla, bla. “Res non verba” que por acá el poder la tiene demasiado fácil.

      Dicen por ahí que bien clarito lo planteó don Miguel de Unamuno en su tiempo: “Siempre hay que decir la verdad. Y especialmente cuando no conviene”.

    Vaya nuestro saludo a los periodistas que siempre dicen la verdad.

     Y especialmente cuando no conviene.