viernes, 28 de abril de 2017

EL "ALMUERZO" DE HOY 

LEE ESTO (si me seguís en la radio, lo vas a captar enseguida)
-Del film "La hoguera de las vanidades", 1990, de Brian De Palma, basada en el libro homónimo del periodista Tom Wolfe. 





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-Sherman McCoy (encarnado por Tom Hanks), es un adinerado corredor de bolsa de Wall Street. Un día su amante (encarnada por Melanie Griffith) atropella a un chico negro que queda en coma. A partir de ahí todo el mundo juega su partido ante un hecho periodísticamente muy atractivo: un blanco rico deja en coma a un chico negro de un barrio marginal. Sherman se hace famoso y aparece en todos los medios, todo el tiempo. Los blancos lo aman porque lo creen un justiciero y los negros lo odian. No importa la verdad, sino los prejuicios. Peter Fallow (a cargo de Bruce Willis) es un periodista que ve en todo ésto la chance de reinventar su decadente carrera. En un momento Sherman, para escaparse del linchamiento en la calle, se mete en un subte y viaja junto a Fallow. Se produce el siguiente diálogo memorable:
-Sherman: "Todo el mundo me saluda como si me conociera, me hablan, me dicen cosas. ¿Por qué de pronto soy tan importante?"
-Fallow: "Vos no sos importante. Sos el almuerzo de hoy. Mañana almorzarán otra cosa y no se acordarán que comieron hoy"

viernes, 21 de abril de 2017

HUGO PASSALACQUA, LA BIOGRAFIA DE 

UN MEDIOCRE 



    
     Hugo Mario Passalacqua  vino al mundo en Oberá, Misiones, hace seis décadas. En el momento del calendario en que el signo de Escorpio empieza a despedirse antes de que llegue Sagitario. En un año que en el horóscopo chino fue dominio del Gallo. Un obereño que podría, perfectamente, ser un citadino ubicable en cualquier urbe. Quizás en algún café de Buenos Aires. En el  barrio de Flores.

      Es hijo de un ícono cultural local como Teresa Morchio, una persona que tuvo una formación intelectual sólida y fue ampliamente reconocida. Eso le abrió la mitad de las puertas que tocó. Cuando se casó con Viviana, la prima de Carlos Rovira, se le abrió la otra mitad.

     Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires, donde debe haber aprendido bien la importancia de los mass-media en la construcción de capital simbólico. En Oberá militó en la juventud radical y se unió a  la agrupación “Clave de Fa” cuando la Facultad de Arte aún no era de Diseño. Corría la génesis de este siglo XXI cuando el desacuerdo con los candidatos  elegidos por “Clave de Fa” para ocupar el decanato de la facultad fue la excusa conveniente para que Passalacqua y su grupo se alejaran y armaran “Unarte”, el extendido brazo universitario de la flamante renovación. ¿Qué era y es la renovación?  Una sociedad  política  que nació de dos mejicaneadas: la de Carlos Rovira al partido Justicialista y la de Maurice Closs a la Unión Cívica Radical.  Rovira había pasado, de la mano de Ramón Puerta, de cebar mates  a ser gobernador. Closs era el joven titular del comité provincial radical. En 2003 decidieron que era más negocio para ambos rearmar algo viejo pero vendido como nuevo ya desde el nombre. Y fue negocio. En el sentido que se pretenda del término.

     Con ellos en el Poder Misiones se uniría a la patética lista de feudos argentinos.

     Passalacqua fue ministro de Educación de Rovira, lugar al que llegó tras abandonar el vicedecanato en Artes. En el cargo, como buen caminante, no dejó huella. No hubo nada novedoso ni revolucionario para adjudicarle. Tampoco tuvo descuidos obscenos. Una tarea incolora que le permitió sumar puntos adentro del partido. Es que en el Frente Renovador de la Concordia Social se hace carrera sabiendo hacer silencio y sin definir nada porque para definir ya está el eternizado Presidente de la Cámara.  Por debajo de Rovira la competencia es a ver quién se calla mejor.

     Y Passalacqua siempre se calló bien. A él le cabe fenómeno aquella definición de sí mismo del director de cine Federico Fellini cuando afirmó: “Soy un artesano que no tiene nada que decir, pero sabe cómo decirlo”.

     La retórica “del Hugo” se ha mantenido igual desde sus tiempos de Isidoro obereño hasta que llegó a la gobernación. Nunca dice nada. Pero sabe como decirlo.

     Pocos recuerdan que Passalacqua se postuló a alcalde de su ciudad en 2007. Apenas juntó unos quinientos votos frente a los más de diez mil que sacó Ewaldo Rindfleisch. También pocos recuerdan-y algunos prefieren no recordarlo-que Rindfleisch obtuvo su primera reelección no por la renovación sino por el Frente para la Victoria. Y que hasta cantó la misma marcha peronista que inmortalizó Don Hugo Del Carril. Tras la tunda electoral recibida, Rovira comprendió el mensaje: en Oberá Rindfleisch no precisaba de la renovación para ganar elecciones. Era al revés. 

     Se asegura por ahí que goza de una alta imagen positiva. Debe ser cierto y no hay nada de que extrañarse. En las sociedades feudales una clara mayoría gusta de seguir la corriente. Por miedo o por complicidad pero más por complicidad.  No saben lo que nos enseñó Cicerón.  Que la libertad no consiste en tener buenos amos sino en no tener ninguno. Y para esa clase de personas no hay corriente más fuerte ni atractiva de seguir que la provocada por el mar del Poder. El Poder que ejerza un buen amo.

     En 2015 Passalacqua, que venía de ser vicegobernador de Closs, fue elegido por el republicano dedo de Rovira para sacarle el vice al cargo. Era el candidato ideal. Porque su origen es radical pero está lejos de provocar alergia en los peronistas renovados. Tampoco puede aspirar a la reelección, dado que viene de ser vice. Y es un estupendo administrador del status quo. Con plafón para negociar ayer con el kirchnerismo y hoy con el PRO ¿Reproches por incoherencia ideológica? No desde ese partido.

     ¿Y el futuro? Rovira ha acostumbrado  a su pueblo al cortoplacismo. De modo tal que para muchos  el futuro no dura más que veinticuatro horas. Passalacqua es una persona ideal para el mientras tanto. Hasta que Rovira, al que no le da la salud para volver a intentarlo él mismo, decida si Oscar Herrera Ahuad u algún otro será el bendecido para la candidatura a gobernador en 2019.

     El gobierno de Passalacqua consiste en gente que no sabe gobernar, ocupando cargos que no saben merecer, gracias al voto de gente que no sabe exigir.

     No es un concepto peyorativo sino una descripción real. Sintetiza a una provincia atrasada y con una pauperización de la calidad de vida que lastima profundo. Una realidad inaccesible solo a quién cobra para no verla o a quién le pagan para no mostrarla.

     Passalacqua mantiene con el Presidente Macri una relación de tipo turística. A veces Macri lo lleva de paseo en el avión. A cambio el gobernador de Misiones no consiguió absolutamente nada que beneficie a productores yerbateros, tealeros, tabacaleros o madereros. Macri prometió en campaña electoral ocuparse de las economías regionales. Una vez en el gobierno se ve que se le olvidó. Y Passalacqua, hasta el momento, ni se molestó en recordárselo.

     ¿Y por su“querida” Oberá? ¿Qué hizo?  En dieciséis meses de gestión acomodó al ex alcalde Ewaldo Rindfleisch-el mismo que dejó a la ciudad en ruinas-como Director de Arquitectura provincial. Y a la mujer de Rindfleisch. Y al hermano de Rindfleisch. Y al que era la mano izquierda de Rindfleisch en Oberá. Y al que era el delfín de Rindfleisch. Y a la esposa del delfín de Rindfleisch. Además le dio el dinero (el de la gente) a la Federación de Colectividades para que le pague a ARQUEV. Que es Rindfleisch. Y le dio más dinero (de nuevo el de la gente) al abogado de ARQUEV. Que es Rindfleisch. Poniendo al estado a pagar los honorarios de un profesional en un juicio entre privados. Obviamente la cuentan cómo quieren: que el estado subsidia a “la Fiesta”. Luego es Federación la que decide en que invertir el dinero. Luego uno se chupa el dedo, pone cara de naif y se termina la fábula. Con tantos favores otorgados, habría que investigar si Passalacqua nació realmente en Oberá o en Villa Rindfleisch…

     En el 2019 se hará en Misiones un mundial de Futsal, con cuatro subsedes: Montecarlo, Posadas, Eldorado e Iguazú. ¿Y Oberá?

      Nada para Misiones. Nada para Oberá. Todo para el club de amigos.

     En “El hombre mediocre” José Ingenieros nos cuenta un modo de ser entre cuyos rasgos está el servilismo. Por momentos pareciera que hubiera conocido al gobernador misionero.

      Lo enseña la historia. Los líderes no crean sucesores. Y se rodean de mediocres incapaces de eclipsarlos.

     Todo Rovira necesita un Passalacqua.

      
   
     

     

     


     
    
    
    
    


sábado, 8 de abril de 2017

                 EL CLUB DEL SILENCIO


     “A veces el silencio es la peor mentira”, reflexionó don Miguel de Unamuno. Y que va. Tenía razón.

     Hace años que en Oberá existe un club que es, lejos, el más popular. No es Boca Juniors. No es River Plate. No es un club político ni social. Es “El club del silencio”.

     La dirigencia política y social de Oberá no escapa ni medio centímetro a la decadencia de sus pares nacionales. La diferencia con ellos está en el exclusivo modo de acumular capital simbólico, que en Oberá no pasa por ser un hábil declarante en los mass-media, sino por saber callar. La competencia es a ver quién se calla mejor.

     El exalcalde Ewaldo Rindfleisch, el hacedor de la parálisis de la ciudad, lo sabía muy bien. Y su sucesor, Carlos Fernández, lo aprendió rápido. De hecho Fernández ganó los últimos comicios para alcalde como amaba aquél hombre en el poema de Bécquer: “mudo, absorto y de rodillas. Como se adora a Dios ante su altar”.

     La maquinaria del silencio, destinada a filtrar los temas de la agenda que puedan incomodar en serio al Poder  funciona más o menos así:

1º-Sucede un hecho grave en el que algún funcionario público o personaje “del palo” del oficialismo está implicado directa o indirectamente

2º-El asunto es anoticiado por un par de medios, siempre los mismos. Si es demasiado relevante, por cuatro o cinco. Pero que se cuidan de no darle valor agregado a la noticia y la comentan con el mismo énfasis que le ponen al anuncio del pronóstico del clima. El resto se mueve como si el hecho hubiera acaecido no en Oberá sino en la isla de Pascua o en Burkina Faso.

3º-Si el tamaño de la situación lo amerita algún funcionario público municipal o provincial sale a “responder” en algún medio de comunicación “amigo”. Jamás el funcionario habla con los periodistas o con el medio que denunció el tema. Jamás el resto de los medios pide el testimonio del colega que hizo la denuncia. La idea es que la desmentida pase por refutación y quede como la debida “aclaración”. El plato es sazonado con el clásico cliché “acá escuchamos todas las voces…”(expresión que contiene cinismo en estado puro. De esos que, al oírse,  provocan acidez estomacal).

4º-Si la neutralización del efecto expansivo de la noticia dio resultado, listo. Lo informado habrá tenido entonces la misma réplica del estornudo de un perro caniche.

5º-El universo de dirigentes sociales, políticos, vecinales, deportivos y etc., etc., etc., cierran sus labios con una destreza que merecería que la práctica del mutismo se convierta en un deporte federado.

6º-Por supuesto que hay “osados” y “rebeldes”. Son los que ponen un emoticón en Facebook  o escriben alguna opinión light al pie de algún artículo en algún portal de noticias en internet poniéndose pasamontañas (un nombre falso, un apodo, cualquier cosa). Son formas de “lucha” ciudadana que a los poderosos le hacen tanto daño como el pasarse un día en un spa.

7º-Dado el natural progreso del tiempo, el hecho tan grave se diluye entre otras noticias. Y luego de “conmocionar” una media horita, merecer duros comentarios en las redes sociales y amagar con una revolución social vía sms enviados a las radios…pasa a tener destino de efeméride.

8º-Como a un público así hay que entretenerlo con textos que no involucren a ningún poderoso para que puedan opinar sin riesgos, circulan por allí aventuras de aparecidos, leyendas urbanas, chismes de vecinos (estupendos para consumir tomando mate y bizcochitos y mucho mejores si revelan las aventuras sexuales de alguno que pueda ser conocido) y notas de color “que muestren las cosas lindas”. Cortito y superficial.  Ideal para gente que en su vida no se compromete ni a una conversación. Igual habrá que subrayar que es llamativo que después de doce años de soportar a Rindfleisch, aún haya gente que se asuste con el “chupacabras”.

      Por cierto que el club del silencio también está integrado por sujetos incapaces de tirar la primera piedra en materia de honestidad. Rindfleisch, el gran proctólogo local, los asoció por decenas. No es mera cuestión de miedo. Hay mucha complicidad.

     La dinámica descripta es toda una idiosincrasia en la ciudad. Y sirve para ocultar asesinatos, ventas de bebés, saqueos de los dineros públicos, mentiras flagrantes, patoteadas, violencia de género, negociados, estafas, explotación laboral o cualquier miseria de la que el ser humano es capaz. ¿Enfrente? Varios ciudadanos indignados claro. Pero dispersos y sin chances de hacer eco.

      Por estas latitudes  a la gente le enseñaron que pueden llegar a sufrir mucho por hablar de más.

     Nadie les enseñó que casi todo lo que sufren, es por hablar de menos.