domingo, 28 de abril de 2024

 

             CON EL AYER DE SU PARTE

     Cuando la semana pasada llegaba, Javier Milei vivió un cimbronazo político inédito: el hoy y el mañana se juntaron en una marcha cuyo fondo fue inobjetable. Pero cuando la semana pasada se iba, reapareció Cristina Kirchner y con ella vino a su rescate el aliado más poderoso que tiene el presidente: el ayer.

     Si uno enfoca su mirada en el hoy y analiza lo que se hace y lo que se dice en el gobierno del presidente Milei, gusta poco y nada. Pero si uno enfoca su mirada en el pasado reciente y recuerda lo que se hizo y lo que se dijo  en los gobiernos de sus predecesores, gusta más.

     Cuesta encontrar otro presidente argentino que haya tenido al ayer tan de su parte como lo tiene Javier Milei. Aunque no debería pasar demasiado tiempo para que el hoy se pase un poco mejor. No se puede confiar en la memoria de una persona que tiene el bolsillo vacío.

     Hubo una multitudinaria marcha en defensa de la educación pública. Una postura incuestionable que fue apoyada por muchos personajes cuestionables. A propósito: en Buenos Aires, junto a los universitarios, marchó el calamitoso exministro de Economía Sergio Massa y ninguno le reprochó nada. Raro, ¿no?

     En Misiones varias de las caras visibles de la defensa de la educación pública fueron la servidumbre que Carlos Rovira y Hugo Passalacqua tienen en la universidad estatal.

     El ajuste mileísta es, para muchos sectores,  injusto e insoportable (por ejemplo para los jubilados). Pero el recuerdo de caras y de voces como las de Cristina Kirchner y Mayra Mendoza evocando a Néstor Kirchner en Quilmes, lo puede tornar menos injusto y más soportable.

     La etimología de la palabra “recordar” nos cuenta que viene del latín “recordari”, formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Ergo, recordar quiere decir “volver a pasar por el corazón”.

     Muchos de los que están contra Milei ya no deberían meter la nariz en ningún asunto público. Porque eso hace recordar.

      Y para Milei es un lujo recordar.

     Porque él tiene, como no tiene ningún otro, al ayer de su parte.

 

 

Walter Anestiades

fotos: Télam y Unión por la Patria 

miércoles, 17 de abril de 2024

 

           ASESINADA POR “NADIE”

 

     A veces el problema no es saber qué pasó. A veces el problema es qué hacemos con lo que sabemos que pasó. En la noche del sábado 17 de abril de 2004 María Elena “Marilyn” Bárbaro fue enterrada y murió-en ese orden-en su casa de la ciudad de Oberá. Dónde todos saben qué pasó. ¿Y qué hicieron con eso? Lo que se hace siempre en la Misiones feudal del siglo XXI. Nada.

     Hace exactamente veinte años Marilyn Bárbaro, de 54 años de edad y con una discapacidad física hija de la epidemia de polio que el país padeció en 1956, fue asesinada a golpes. La autopsia confirmó que le rompieron el cráneo y que, cuando la enterraron, aún respiraba. No se conocía la palabra “femicidio” para definir a este tipo de crímenes. Pero sí se conocía la palabra “impunidad” que sirvió para definir a todo lo que pasó después. 

      Judicialmente, y para estar en sintonía con todo lo actuado hasta entonces, lo último ocurrió en el juicio abreviado que condenó a Rubén Oscar Schnimg, el único de los cinco imputados que admitió haber estado esa noche ahí. Pero fue condenado por homicidio simple y robo, lo que atenuó su pena. Para los jueces de Oberá Jorge Erasmo Villalba y Mónica Viviana Drganc Fernández, y para el fiscal Elías Bys, no hubo ni “ensañamiento” ni “alevosía”. A una discapacitada que se movía en silla de ruedas le rompieron la cabeza y la enterraron aún viva. Pero no hubo ni ensañamiento ni alevosía.

     Así se hacen las cosas por acá. Y, a juzgar por cómo votan, a la mayoría le gusta.

     Después de matar a Marilyn, mataron su recuerdo. Y el nombre de “Ticha”, su hermana tan ciudadana y tan luchadora, ya fallecida, nunca será mencionado ni homenajeado.

     Mario Benedetti decía que su país iba a progresar cuando el uruguayo sintiera asco de su propia pasividad.

      Veinte años después esa palabra define muy bien lo que uno siente con lo que pasó y con lo hecho sabiendo que pasó.

     Asco.



Walter Anestiades

     

 

     

 

lunes, 8 de abril de 2024

    EL ESTADO PRESENTE…¿ADÓNDE?

 

     El problema del “ser” y el “deber ser” es tan antiguo como vigente y se verifica en muchos aspectos de las conductas privadas y sociales. La progresía vernácula, por ejemplo, tiene entre sus slogans favoritos el de un “Estado presente”. Pero fue precisamente nuestro autoproclamado progresismo el que generó un “Estado ausente”. Un Estado que se borró hace mucho de donde debería estar.

     Los defensores del Estado presente apoyan a los responsables de que eso no pase. El kirchnerismo, que se vende como “progre” y así es percibido por sus seguidores, gobernó dieciséis de los últimos veinte años. Tuvieron bastante tiempo para dejar un Estado presente. En vez de eso dejaron a la mitad del país en la pobreza, incluyendo a seis de cada diez menores de edad. Dirigentes millonarios que dejaron un pueblo pobre. Si el Estado debe proveer Salud, Seguridad, Educación y Justicia, ¿qué “Estado presente” dejaron?

     Por supuesto que aquellos que también gobernaron en las últimas décadas, y nada tienen que ver con el progresismo, tampoco le hicieron ningún bien al país.

     Tantos años de proclamar lo que debía hacerse pero que no se hizo, sin dudas fue un motivo sustantivo de la llegada al poder de Javier Milei, quién propone todo lo contrario.

     Milei ha expresado que el Estado “es una organización criminal” (?). Un disparate. En todo caso el Estado ha sido copado por seres detestables, pero el problema serían ellos y sus votantes, no el Estado. Los libertarios deberían contarnos en qué país del mundo viven sin Estado. Porque aquellos en donde la calidad de vida es óptima el Estado sí mete la nariz.

     Unos defienden un Estado presente pero dejaron un Estado corrupto. Y los otros están en contra de la existencia del Estado pero esa idea no se aplica en ninguna parte del planeta Tierra. Quizás en otros planetas del sistema solar se apliquen y con éxito. Pero en este no.

     O porque no pasa de ser un relato, o porque se piensa todo lo contrario, el Estado hace rato que se ausentó y dejó solos a los ciudadanos. Solos en la búsqueda de una educación de calidad. Solos ante una inseguridad que ni siquiera les permite caminar tranquilos por las calles. Solos cuando están enfermos. Solos y con sed de una justicia independiente del poder. Solos. Muy solos.

      Misiones y Oberá son un ejemplo preciso de cómo se “borra” el Estado comunal o  el provincial cuando está en manos de los Rovira, los Passalacqua, o los Hassan de la vida.

     Tipos como el barón de Montesquieu pensaron en un Estado con división de poderes y en poderes con pesos y contrapesos. En la Argentina de la posguerra Juan Domingo Perón, en un contexto planetario de expansión del “Estado de Bienestar”, incorporó  a los obreros a la clase media y el Estado tuvo mucho que ver en ese salto en la calidad de vida de los laburantes. Fue un hecho histórico que convirtió a Perón en Perón. Pero se entiende que hoy los tiempos son otros y se precisa hacer las cosas de un modo diferente.

     El presidente Milei haría bien en sacar de su cabeza la idea de que los peligros del darwinismo social son un berretín socialista. No se deja a la gente indefensa a la deriva. Como dijo Ernesto Sábato, “Libertad sin justicia social es una pseudo-libertad”.

      Sería estupendo que en el “país del bla, bla, bla”-que eso es hoy la Argentina-pudiéramos tener un gobierno que ofrezca gestión y no solo unas muy bien pensadas estrategias comunicacionales. Un Estado presente donde debe estar y ausente donde no debe meterse.

      Hace más o menos un siglo Miguel de Unamuno escribió que “Mal que pese a la razón, hay que pensar con la vida”.

     A ver si alguna vez, en vez de que nos cambien el relato, nos cambia la vida.

 

 

Walter Anestiades

                                                             

martes, 2 de abril de 2024

 

      EL DESAFÍO DE INFORMARSE

                EN UN FEUDO

 

     Don Miguel de Unamuno postulaba que “A veces el silencio es la peor mentira”. En un feudo hay mucho silencio. Especialmente en los medios de comunicación suele haber mucho silencio escondido tras decenas de palabras. Medios donde se ofrece como “información” lo que solo es propaganda del gobierno. Que es otra cosa y muy distinta. Y la provincia de Misiones, en manos de Carlos Rovira, es un ejemplo concreto de eso.

     Después de un cuarto de siglo en el poder provincial a Rovira no le queda casi nada por cooptar. Queda muy poca oposición. Queda muy poco periodismo. Y sobrevive muy poca rebeldía para enfrentarse a tan decadente panorama. El miedo, que es el principio organizador de la vida social en un feudo, forjó una sociedad que vive en busca del acomodo. Un acomodo que siempre es la respuesta más fácil ante el poder. Oponerse al poder es más difícil que someterse a él. De modo tal que la búsqueda del acomodo como norte social se tornó tan sólido que logró que muchas personas naturalizaran la creencia, una creencia muy conveniente si uno depende económicamente del poder que las comete, de que las injusticias que ocurren en las esquinas de sus casas tienen responsables que viven muy lejos de Misiones.

     Ayer fue Mauricio Macri. Hoy es Javier Milei. Cuando Rovira lo juzgó necesario, por un tiempito, también lo fueron Cristina Kirchner o Alberto Fernández. Y siempre la prensa apuntó y apunta en la dirección que le señalan. Tanto la prensa de la televisión, la radio y la gráfica, como la prensa de los medios digitales con los nuevos chupamedias 2.0.

     ¿En cuántos de los 78 municipios de Misiones un periodista, un dirigente o militante opositor, o cualquier ciudadano, puede expresar una crítica haciendo nombres propios (ergo, nombrando a Rovira o al intendente) en un medio local? Como la respuesta es que casi en ninguno, las redes sociales pueden ser un espacio de desahogo para la gente harta de tanto sometimiento. O pueden servir para filtrar datos que en los medios hijos de la pauta oficial el ojo censor renovador impide decir o publicar. Por eso la renovación tuvo que apuntar los cañones hacia las redes sociales. Ya no alcanzaba con el Canal 12 de Posadas, radio República o el diario El Territorio..

     Además de disponer de los ya clásicos trolls, que tienen una intensa actividad en tiempos de campaña electoral y una menor actividad pero que se mantiene constante el resto del tiempo, los recursos públicos se redireccionaron hacia los periodistas que tienen una considerable cantidad de “seguidores” en sus redes sociales. Lo conseguido fue que periodistas que pegan donde no duele y un público temeroso del periodismo que pega donde sí duele constituyeran una alianza comunicacional potente.

      Además, especialmente en Facebook, hay muchas cuentas falsas que simulan pertenecer a chicas hermosas, la mayoría de ellas supuestas universitarias o emprendedoras que viven todas en Posadas y que también sirven para la causa. El truco es sencillo: una mina linda, que se perfila como “cercana”, consigue cientos de “pajeros” de contacto en un rato. Después la cuenta se encarga de hacer propaganda del gobierno renovador provincial o local, disimulada entre dos o tres fotos de la chica con poca ropa o en poses sugerentes. Nada muy elaborado para un público que busca contenidos poco elaborados.

      En Misiones, al quedar poco y nada de oposición, tampoco hay un discurso que refute al hegemónico discurso oficial. Y cuando aparece una voz disidente, en los tiempos siempre acotados de una campaña electoral, debe competir en disparidad de condiciones con los mensajes bancados con la “caja” estatal que el oficialismo utiliza sin escrúpulos y sin controles y que circula todos los días desde hace más de veinte años. El oficialismo está en campaña electoral cada minuto, cada hora, cada día, cada mes, de cada año de gobierno. En tiempos de elecciones hay periodistas relamiéndose de solo pensar cuánta guita juntarán cobrándole los espacios a los candidatos que entrevistarán (en rigor de verdad a los que les pondrán el micrófono, la cámara o el teclado a disposición para que digan lo que quieran, sin cuestionamientos ni repreguntas). Y el que tiene más plata, porque usa la de todos, siempre es el oficialismo.

     La respuesta de las audiencias-así en plural-ante estas estrategias comunicacionales tan berretas, suele ser desesperanzadora. De por sí el miedo y la pereza mental del público, la falta de apoyo publicitario de los comercios y las empresas preocupadas por quedar bien con quién gobierna, el trabajo informal, el salario paupérrimo y los funcionarios pusilánimes acostumbrados a refugiarse en la obsecuencia, constituyen de por sí un ámbito hostil para el ejercicio del periodismo crítico.  Pero a eso se le suma que tampoco es sustantivo el número de televidentes, oyentes, lectores o seguidores que demuestren estar interesados en distinguir entre un medio de comunicación más o menos independiente y uno que no pasa de ser un asqueroso vocero del gobierno. Por otro lado, pensemos un poco: ¿cuántos le hacen control de calidad a lo que reciben como información en sus whatSapps o lo que consumen en Facebook, Twitter, Youtube o Instagram?

     Ante tanto en contra se torna imperioso y también porqué no seductor resistir y dar pelea. Que, además, es el único camino posible que adoptará cualquier periodista íntegro que se tome su laburo más o menos en serio.

      En los feudos siempre fue así. Desde que había máquinas de escribir Olivetti, teléfonos fijos para discar y teletipos. También cuando hubo computadoras personales y fax. Y también hoy que existen teléfonos inteligentes y pantallas con  tecnología de avanzada.

      Problema antiguo entonces, pero irresuelto. El desafío de informar en un feudo es un trabajo que tienen que encarar los periodistas. Pero el desafío de informarse en un feudo es un trabajo que deben encarar las audiencias. Los misioneros que en octubre y noviembre pasado pidieron cambios en el país votando masivamente a Javier Milei deberían estar muy preocupados porque seis meses antes, en los comicios provinciales y comunales, bancaron el feudo. Cuando los misioneros tuvieron que elegir a su intendente, a sus concejales, a su gobernador y a sus diputados, los resultados arrojaron un dato sumamente inquietante: en Misiones la realidad local no influyó en el voto.

     Aquél diplomático francés del siglo XIX que fue el Príncipe de Talleyrand sostenía que “El hombre inventó la palabra para disimular lo que piensa”.

     La renovación misionera hizo algo parecido.

     Inventó medios y periodistas que dieran las noticias. Para disimular lo que pasa

 

Walter Anestiades