RAFAEL vs PEREYRA PIGERL
“Una máscara nos dice más que una cara”.
(Oscar Wilde, escritor irlandés, 1854-1900)
“Oberá necesita un cambio político urgente, un golpe
de timón y un cambio de rumbo que garantice un mayor bienestar para todos los
Obereños. Por ello me propongo como Intendente de Nuestra Ciudad”, escribió
hace horas Rafael Pereyra Pigerl en su cuenta de Facebook. Será candidato por
el kirchnerismo, que va aliado a la renovación. Como se ve, por el momento el
gatopardismo sigue siendo la ideología mayoritaria en Oberá.
Rafael Pereyra Pigerl, abogado, es de
prosapia peronista. Devenido paradojalmente en kirchnerista, el matador del
peronismo misionero. Gracias a Néstor y Cristina el Partido Justicialista de
Misiones pasó de ser la corriente hegemónica que gobernó la provincia durante
dieciséis años consecutivos (1987-2003) a convertirse en una ONG de poca
influencia. Sacaron al justicialismo de la cancha y lo mandaron a la tribuna.
Como triste espectador del juego de la renovación. Que hace mucho juega sola.
Este año blanquearon la alianza tácita
entre unos y otros y renovación y kirchnerismo compartirán listas de candidatos.
Como ordenó la jefa. En Oberá, la tierra del vicegobernador que busca eliminar las
primeras cuatro letras, seis, siete u ocho candidatos jugarán
políticamente para Ewaldo Rindfleisch diciendo que se le oponen. El alcalde,
ley de lemas mediante, necesita que su alter ego Daniel Behler termine siendo
el sucesor (objetivo de máxima) o entregarle el mando a alguno que le garantice
impunidad y que no meta la nariz en sus oscuros doce años de gestión (objetivo
de mínima).
En los últimos cuatro años Pereyra Pigerl
se anotó dos puntos a favor: en 2011 fue electo convencional constituyente por
el Frente para la Victoria. Integrante del quinteto que le dio a Oberá su
primera Carta Orgánica. Un hermoso jarrón chino que Rindfleisch colocó en la
ciudad de adorno y le queda fenómeno. Y en 2014 capitaneó a la “Lista Blanca”,
una amalgama de ciudadanos y dirigentes políticos hartos de una Cooperativa
Eléctrica Limitada de Oberá (CELO) a la que no se le puede encontrar un lugar
en el que, al tocarla, no salga pus. La Blanca ganó los comicios en los
distritos electorales de Oberá y hace unos seis meses que la co-administra con
el “titismo residual” (de “Tito” Rindfleisch). ¿Cómo les va? Emprolijaron la
cosa. Abrieron el juego en una entidad que hizo un culto del hermetismo,
llevaron aire fresco a un ambiente dominado por el smog de la corrupción y si
consiguen que la monumental obra del acueducto que llevará agua del arroyo
Bonito acabe con la crisis hídrica, habrán hecho historia.
En el mismo medio año Pereyra Pigerl, el
hombre que maneja hoy la CELO, se las tuvo que ver con un hueso duro de roer:
el aparato de propaganda de Rindfleisch. Primero, tímidamente, intentó
enfrentarlos y le fue mal. Luego, patéticamente, intentó seducirlos y le está
yendo peor. Alguien debería explicarle a Rafael que para ciertos periodistas
obereños la “caja” no se mancha. Aunque
seguro que ya lo sabe.
Pero el abogado tiene también una
tensión que podría engordar a problema:
las bases de la “Lista Blanca”. Las mismas a las que les prometió no utilizar a
la CELO como si fuera Cabo Cañaveral y lanzarse desde ahí a la búsqueda del
sillón de Rindfleisch. Que es algo que está haciendo desde hace rato pero
cierto militante naif lo está viendo recién ahora. ¿Está mal tener ambición
política y usar a la cooperativa de trampolín?
Cada uno sabrá pero ahí surge el
problema de no ser oficialista: hay que darle bola a lo que se promete. Los
votantes renovadores y kirchneristas no esperan honestidad ni sinceridad de sus
líderes. Los de los otros espacios, sí.
Esas personas no entienden-y quizás lo
comprendan ahora-que Rafael Pereyra Pigerl se puso en contra de Rindfleisch
pero no del establishment. Él es parte del establishment.
Es el antiguo problema latente de los
kirchneristas misioneros: pretender ser opositores en la Plaza 9 de julio y oficialistas en la Plaza de Mayo. Ahora,
que Cristina mandó a juntar las dos plazas, no tienen opción y deben quitarse
la máscara para mostrar la cara.
Pereyra Pigerl podría terminar en el mero papel de candidato
testimonial cuyo aporte sea el de sumar votos para Daniel Behler o Carlos
Fernández, los únicos dos que además de participar, compiten. O ir en una lista
paralela y restarle votos a los opositores, beneficiando igual a Behler y
compañía. A la manera del “unus pro omnibus, omnes pro uno”, frase en latín que
significa “uno para todos, todos para
uno” que Alejandro Dumas usa en su clásico “Los tres mosqueteros”.
El uno (Rindfleisch) para todos (los candidatos) y todos (los
candidatos) para el uno (Rindfleisch).
Como en 2011 el gatopardismo se prepara
para renovar sus credenciales en Oberá.
Ese lugar en el que todavía muchos no
aprendieron que una máscara nos dice más
que una cara…