LA LISTA DE RINDFLEISCH
Años de radio, horas de televisión y un
centenar de artículos después de haber hecho una pericia forense acerca de cómo
un señor llamado Ewaldo Rindfleisch se apoderó de la ciudad de Oberá para hacer
lo que quiso y asegurarse una exención que le daría envidia a los mayores
déspotas de la historia contemporánea, es hora de referirse por última vez a
quiénes tanto lo ayudaron. Hablando o callando.
Astuto y voraz, el ex radical fue
escalando desde una concejalía a la presidencia de la cooperativa (CELO) y de
ahí a la intendencia. Que ganó tres veces, convirtiéndose en el hombre más
votado por la sociedad obereña. Y de ahí a su actual cargo en el gobierno de
Passalacqua. Y de ahí al paraíso de todo autócrata: la certeza de que lo hecho
será olvidado. En el barrio le decimos impunidad.
Primero necesitó que denostaran al ex
alcalde “Rolo” Dalmau para propaganda de él. Dalmau era un demonio y él,
Rindfleisch, el ángel salvador. Ya en el sillón de la intendencia necesitó que
lo miraran de modo acrítico. Cuando lo actuado ya no pudo ser escondido
necesitó que se pincharan los globos antes de que se inflaran demasiado. En
retirada necesitó de muchos olvidos. Siempre consiguió lo que quiso.
Gracias a…
-Miguel
Oliveras. El viejo líder radical, intendente durante una década, lo formó y lo
tuvo de lugarteniente. Hasta que Rindfleisch lo “clossió” y le dio una patada.
Cuando se recuperó de la patada Oliveras volvió a darle una mano a su hijo
pródigo y juntos recuperaron la CELO. Hasta que Rindfleisch lo “clossió” de
nuevo.
-El círculo
de periodistas “Ignacio Ezcurra”. Ejerciendo el “antiperiodismo”, no produjeron
una sola investigación sobre él. Callaron o minimizaron todo tema que afectara
sus intereses. Presentaron sus zonas oscuras como lugares luminosos. Convirtieron
a la propaganda en información. Mi sobrinito de nueve años hubiera sido más
incisivo que ellos al entrevistarlo. Lo cierto es que nunca más un intendente
misionero le deberá tanto al periodismo como Rindfleisch a éstos.
-Las
iglesias protestantes, que en América latina son llamadas “evangélicas”. A la
formación de verdaderas “ovejas para el matadero” (Romanos 8:36) hay que agregar que en Oberá los
mandamientos son nueve. Al séptimo lo sacaron. Los cristianos obereños piensan
en “la otra vida”. Mientras Rindfleisch hace lo que se le antoja en ésta.
-La
justicia. Rindfleisch es también un tipo de suerte. Parece que los jueces y
fiscales de Oberá se radicaron en
Groenlandia. Y desde allá es difícil enterarse que pasa por acá.
-El Concejo
Deliberante. Norma Prevosti y Víctor Nilsson, en la primera gestión, fueron los
únicos que ejercieron su función de contralor. El periodismo local se puso su
traje de ISIS y los decapitó en público. Luego el parlamento obereño, antes con
cinco miembros y ahora con nueve, me hicieron evocar a un jarrón chino que
tengo en mi casa. Lo uso de adorno.
-La
Federación de Colectividades. Los organizadores de la Fiesta Nacional del
Inmigrante han sido sumamente amables con el ex alcalde. Hugo Sand le dio a su
empresa ARQUEV la explotación de la feria comercial. Acción por la que hasta en
la próxima fiesta Rindfleisch y su (ex) señora seguirán cobrando dinero. Julio
Barchuk se portó tan bien con él que lo terminó nombrando director de turismo.
Un tema en el que el señor Barchuk demostró estar tan preparado como Pablo
Pérez para bancarse un partido entero sin que lo amonesten. Enrique Forni es
una buena persona, honesta, pero tiene menos personalidad que un paramecio.
Hubo una excepción: Erardo Schdmit. Fue el único que tocó los intereses del
arquitecto. ¿Qué le pasó? De nuevo la prensa local se puso su ropaje de estado
islámico y lo arrojaron de una azotea.
-Carlos
Rovira. En cierto momento Rovira lo eclipsó como pudo. Cuando en 2007, paliza
electoral mediante, Rindfleisch le demostró que no precisaba de la renovación
para ganar las elecciones en Oberá sino que era al revés, Rovira debió hacerle
caso a Maquiavelo cuando escribió: “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a
él”. Ahora “Chirolita”, con la venia de “Chasman”, lo tiene en el gobierno.
-Las
organizaciones intermedias. Siempre fueron sus “socios del silencio”.
Pusilánimes, consideran que ninguno podría decirle a Rindfleisch cuán sucia
tiene la cola sin exponerse a un tacto rectal propio.
-Los
“chupamedias”. Es una forma de ser típica de los feudos. Los misioneros no son
renovadores. Son oficialistas. Y Oberá queda en Misiones.
-Carlos
Fernández. El actual alcalde, cuando fue concejal, pasó más desapercibido que
el “ogro” Fabbiani en River. Ahora como intendente no se le puede reprochar
nada. El no tiene la culpa de que veinte mil giles votaran oficialistas para
hacer oposición.
-Cierta
prensa provincial. Generalmente, Oberá no le importa mucho a Posadas.
Generalmente, Rindfleisch no le importó mucho a los diarios y portales de allí
(escrito desde una refrescante excepción).
La
geometría enseña que las paralelas no se tocan.
Y
Oberá enseña que los intereses de Rindfleisch, tampoco.