CARLOS FERNÁNDEZ ES…EL ZORRO!
Hace unos
días Carlos Fernández, el alcalde renovador de Oberá, vetó el aumento del
boleto que el Concejo Deliberante local le había otorgado a la monopólica
empresa que presta el servicio de transporte urbano en la ciudad. Se trata de
otra típica puesta en escena de la interna del partido de gobierno. Pero que
fue interpretada por buena parte de la sociedad local con la actitud naif de
siempre.
Ahora muchos obereños creen que Carlos
Fernández, cuál Diego de la Vega, se puso el traje y la máscara de “El Zorro”
para defender al pueblo de las injusticias perpetradas por el malvado capitán
Monasterio. Que, en esta oportunidad, vive en la piel de Ernesto Kubski, el
dueño de Capital del Monte. La empresa de colectivos.
Vaya uno a saber si esta gente se (des)
informa con los medios que viven de la pauta oficial o si viven en un termo,
pero después de doce años de Rindfleisch y casi veinte de Rovira parece que aún
no escarmentaron.
La renovación, como sucede en los feudos
dominados por un partido hegemónico, crea oficialismo y crea oposición. Y la
sociedad compra con gusto. De hecho, cuando los obereños se hartaron del
renovador Rindfleisch, pensaron en el
renovador Fernández. Ahora, los que están decepcionados del renovador
Fernández, están pensando en el renovador Ariel Chaves, el titular del
parlamento comunal.
Estamos en condiciones de afirmar que en
ningún artículo de la Carta Orgánica de Oberá se menciona que el intendente de
la ciudad debe, obligatoriamente, ser renovador.
Pero no importa que no lo diga. Es obvio,
después de tantos comicios definidos con el mismo resultado, que la mayoría no
es renovadora, sino oficialista. No quieren rebelarse contra el poder que los
oprime, los saquea, los deja sin luz y sin agua, sin justicia y los arregla con dos mangos mensuales. Sueñan
con ser parte.
Por eso no oyen cuando se les recuerda que
Carlos Fernández, en los cuatro años en que fue concejal (2007-2011), aprobó
todos los pedidos de aumento del boleto de Capital del Monte. Que no presentó
un solo proyecto para investigar el entramado borroso del doble contrato
estado-empresa que apareció justo cuando se vencía la concesión. Y que ya como
intendente no movió un dedo para indagar sobre los desaguisados de la gestión
de su antecesor, tan ligado a la entronización de la empresa.
Es cierto que es la primera vez que un
intendente de Oberá veta un aumento concedido a Capital del Monte. Pero no se
trata de ningún acto justiciero. Responde a una hábil jugada del doc Fernández,
astuto como el zorro, para dejar en offside a los concejales. En especial a
Ariel Cháves. Responsables, los concejales, de gastar trece mil pesos del
erario público para contratar un estudio contable posadeño para que determine
cuál debería ser el precio del boleto. Ahora que Fernández vetó ese precio
($15,50 el boleto único sin tarjeta) y propuso otro ($15 sin tarjeta), ¿quién
se va a hacer cargo de semejante despropósito? Despropósito que encuentra a los
responsables en un mismo partido: el de Fernández.
Como tuvimos oportunidad de preguntarle en
nuestro programa de radio, “intendente ¿cómo va a hacer para investigar a
Rindfleisch si los dos tienen el mismo jefe político (Carlos Rovira)?”. El
alcalde no supo qué decir y, desde entonces, lograr comunicarnos con él se
tornó inhabitual.
Ariel Chaves, a quién el aparato de
propaganda va perfilando como “la opción” a Fernández, no solo es renovador.
Además llegó a concejal como cabeza de lista en el sublema de Fernández. Mismo
partido, mismo sublema, mismo jefe. ¿Qué le ven de distinto? Treinta años de
ley lemas, ¿y aún se siguen comiendo los amagues? ¿No oyen cuándo se les
informa sobre el grado de responsabilidad que el intendente tuvo en la
generación del problema que ahora aparenta solucionar?
Quizás el problema no es lo que ven. Puede
que a la manera de Bernardo, el fiel amigo de “El Zorro”, sean mudos.
Y se hagan los sordos…