domingo, 31 de octubre de 2010

VICTORIA DEL GATOPARDO

"Cambiar para que nada cambie". Esa era la premisa del principe de Salina en la estupenda obra literaria de Giuseppe Tomasi Di Lampedusa, "El Gatopardo". Escrita a fines de la década del cincuenta, narra las habilidades de éste integrante de la nobleza siciliana para sobrevivir en la Italia de Garibaldi, cuando su mundo de privilegios se derrumba en su propia cara. Inmortalizada por el cine cuando en 1963 el gran Luchino Visconti la pone en escena con Burt Lancaster, Alain Delón y Claudia Cardinale, la obra se convirtió en el ícono de un estilo de la supervivencia: hacer pequeños cambios, pura cosmética, para que la situación de fondo se mantenga. "Cambiar para que todo siga igual".

Es lo que acaba de pasar en las elecciones de la CELO.

Escrita, hablada y desglosada hasta el hartazgo recién ahora, la situación de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá pareciera estar condenada a permanecer estática. O dinámica, pero a la manera dinámica del gatopardo. Convertida por Ewaldo Rindfleisch desde hace años en una "caja" política, la sociedad obereña asistió mansa y ciegamente a ese proceso del cual no se saldrá rápidamente. Hace mucho tiempo debió discutirse lo que recién hoy se discute. Pero casi nadie hablaba. Nadie informaba. Y se le permitió al actual alcalde obereño ser una suerte de arquitecto del revés: el que destruye en vez de construir.
Se sabe. Alguien debe pagar las fiestas. Pues la "fiesta" de la CELO la paga y la seguirá pagando el socio por un buen rato. Usada para lo que sea menos para dar esencialmente agua y luz, decenas de habitantes de Oberá sacan agua de un pozo o deben esperar que se las lleven en camión. Situación por demás vergonzosa en una geografía atravesada por la tercera reserva mundial de agua dulce:el Acuífero Guaraní. Y la energía eléctrica es tan barata en calidad como cara en la factura. Llegar de Posadas a Oberá en las noches da tristeza. La pobreza lumínica del mismísimo centro de la ciudad convierte las pretensiones de ser una "ciudad turística" en casi una cargada.
Durante años la plata se usó para otra cosa. Hay agua termal en vez de potable. Caños que se niegan a jubilarse aunque les sobra la edad para hacerlo. Red de electricidad anémica. Llena de cargos inventados para pagar favores políticos. Acomodados. Un sistema electoral ideado por Maquiavelo para que jamás gane nadie que no sea "del palo" y un funcionamiento burocrático y lo suficientemente hermético como para que se sepa solo lo que conviene que se sepa. Y todo sostenido en una prensa cómplice que blinda a los responsables para que no deban responder nunca preguntas de fondo sino solo de forma.
Así son las cosas con la CELO desde hace años. Y todo indica que así seguirán siendo por muchos más. Oficialistas que quisieron irla de opositores. Opositores que se postulan como tales y terminan tranzando con el oficialismo. Delegados que se presentan al cargo esperando que los alquilen o los compren o aunque sea los permuten. Rindfleisch que fue veneno y ahora quiere ser antídoto. La Renovación que metió la nariz para ver si comparte los negocios. Los de la Roja que ya superaron los límites de la borocotización. Y unos quince mil socios que año tras año chillan en las radios pero llega la facturita y van corriendo a pagarla, votan a Rindfleisch, les parece que quien se vende es un "bicho" que la hace bien, ni se enteran cuando se vota y hasta son capaces de ir a bañarse en aguas termales a pesar de que en sus casas no sale una gota de ninguna canilla.
Este año se presentaron cinco listas. La Celeste y Blanca que, conciente de la debilidad en la que los dejó la pelea por negocios con Rindfleisch, hizo alianza con la Azul, a favor de que ésta le aporte la estrucutura que maneja. Como estrategia electoral , brillante. La Azul es la Renovación menos algunos, ya que el sector de Miguel Oliveras decidió no involucrarse, dejando todo en manos de Eduardo Morales Lezica, que sí se metió y de lleno. La Roja era oposición y hoy es un mamarracho desdoblado entre los que se aliaron a la Celeste y Blanca (?) y los que armaron la lista Amarilla-Ciamberlani y el actual síndico Megines-que trabajaron para la lista Verde, pergeñada por un Rindfleisch que actúa y habla como si no tuviera nada que ver con lo que pasa hoy en la CELO.
Con la pésima calidad de información que reciben aquellos que escuchan determinados medios radiales-que por una publicidad le abren la puerta a cualquier camelero-hubo quienes votaron a la Azul, disconformes con la actual conducción representada en la Celeste y Blanca. No sabían y los programas que escuchan no les dijeron, que la Azul y la Celeste y Blanca se aliaron contra Rindfleisch. De hecho, compartieron candidatos a delegados en los distritos más importantes. Ahora esos cándidos socios lloran por los rincones. Que sigan escuchando lo que escuchan que así les va.
Año 2010. Asambleas de distrito en la CELO. La alianza Celeste y Blanca/Azul se impuso en cantidad de delegados obtenidos a la lista Verde de Rindfleisch, que fue la más votada. La Amarilla y la Roja quedaron cerca de recibir la extrema unción electoral. Pero con tanta gente en estado de alquiler veremos que sucede la noche de la Asamblea que debe designar al tercio del Consejo de Administración que se renueva. Hace dos años la gente votó un cambio y en la dichosa Asamblea algunos delegados votados como opositores se hicieron oficialistas. La prensa no pudo entrar pero tampoco protestó como es debido por éso. Farsa completa.
Para cambiar las cosas en la CELO se precisa un grupo de socios importantes en número, que se presenten en todos los distritos, que no deban factura alguna al último día de julio del año en que se pesenten a elecciones, que ninguno "se venda" a oficialismo o lista alguna, que ganen los comicios durante dos años consecutivos como mínimo, para controlar el Consejo, y que una vez logrado todo éso, sepan administrar de manera eficaz y transparente. Cojones para denunciar lo que pasa. Inteligencia para hacer que no pase más.

Por ahora, en la CELO, no ganan ni oficialistas ni opositores. Ganan los gatopardos.
Son fáciles de reconocer.
Son ésos que siempre cambian.
Para que todo siga igual...

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