YA NO TE DEJAN NI CHOREAR TRANQUILO
Uno se levanta
un día y le hace una buena mexicaneada al espacio político del que surgió. Te
juntás con otro que hizo lo mismo. Vas a elecciones y ganás engrupiendo al
electorado con el clásico cuento de que vas a renovar la política. Llegas al
Poder, sacàs al fiscal y ponés a alguien que se destaca tanto como el “Kun”
Agüero en los mundiales. Renovás la corte (literalmente, ponès renovadores),
dándole-incluso- la chance de progresar en su carrera a tu maestra más querida.
Así llegás a tener más impunidad que River con la CONMEBOL. Te haces amigo de
todo el mundo (primero el mundo kirchnerista y después el mundo macrista).
Hacés un gobierno tan inclusivo que los
peronistas ven en vos al Perón de la justicia social y se prenden. Y sos tan
respetuoso de las instituciones y la asepsia en el manejo de la cosa pública
que muchos radicales, nostálgicos del krausismo, también se enganchan.
La sociedad va progresando. No tienen ni
agua (aunque vivan a metros de las Cataratas), ni luz, ni cloacas, ni gas
natural, pero va progresando. Conseguís gremialistas que sean patrones y
patrones que sean gremialistas, en una revolución que le hubiera encantado
investigar a Friedrich Engels. Lográs que muchos docentes, que entienden que la
obsecuencia tiene forma de escalera, te vayan a aplaudir y trabajen para cualquier
impresentable que se postule por tu partido en algún municipio. Tenès plata,
poder e impunidad.
¿Y quiénes aparecen?
Los fastidiosos de los periodistas.
Intentàs
explicarles que el periodismo se trata de poner pauta oficial en un mass-media para
que le cuenten a nuestra gente lo maravilloso que somos y las bonitas cosas que
hacemos. No. Te salen con el pensamiento crítico, la libertad de opinión, las
preguntas incómodas, la dignidad y todas esas cuestiones tan demodé. Los países
más avanzados del planeta como
Venezuela, Rusia, Nicaragua, o Corea del Norte no pierden el tiempo en
esas cositas.
Por ahí andan los de Misiones Cuatro,
incapaces de ver que, excepto un cuarenta o cincuenta por ciento de la
población, terminamos con la pobreza en nuestra tierra colorada.
En Oberá tienen un corresponsal argel que
fue incapaz de advertir y valorar a un hombre del progreso y honesto como
Ewaldo Rindfleisch.
Después tenés a cinco mil periodistas más
que te critican. Bueno, a quinientos más. Bueno, a cincuenta más. Bueno, a
cinco más.
Tenemos opositores que son agresivos con
las mujeres. Deberíamos mandarlos a que se eduquen en nuestro flamante Instituto
Feminista “Claudio Filippa”, en Iguazú. Así aprenden como tratarlas.
Ya no se puede vivir así. Cuando creés que
tenés a casi todo el mundo comprado, a los lúmpenes a favor, y pusiste de tu
parte a personajes muy valientes capaces de debatir lo que sea (por Facebook
porque cara a cara, como hacía la gente digna, sabemos que ya fue.Ya fue la
dignidad, digo.), hay que lidiar con los periodistas que molestan y molestan
con esa incorregible costumbre de andar buscando la verdad.
“En cuánto el zonzo analiza la zoncera,
deja de ser zonzo”, escribió Jauretche.
¿Por qué a estos periodistas tan pesados
les molesta que haya zonzos?
Cuánta violencia! Pretenden que el pueblo esté bien informado,
tenga dignidad y libertad. Son tan irrespetuosos que los querés apretar y no se
dejan.
Son tan toscos que pretenden que todos
coman un pedazo de la torta.
Tendrían que estar cerca de la gente. Para
que el propio pueblo les cuente que no hay nadie como nosotros.
Para repartir las miguitas…
(Para los
de la “cyber-patota educativa”: esto es una ironía. Es una figura
retórica que consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar a entender.
Entienden, ¿no? )
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