HASTA QUE EL SILENCIO ATURDA A LA
PRESIDENTA
“En su Oda a la alegría, Beethoven logra
un instante culminante cuando el coro entona "ante Dios" ("vor
Gott") y un potente acorde se prolonga acompañando ese grito.
Inmediatamente callan el coro y los instrumentos. Tras la estridencia, sin
canto ni música de por medio, el autor logra estremecer profundizando con el
silencio la enormidad del momento previo. En la música, el silencio es un
extraordinario recurso para sensibilizar al que oye. Y también en el trajín
cotidiano, cuando todo ruido cesa, cierto escozor nos atrapa en la soledad
reflexiva que el silencio funda.
Aquí, un enorme estrépito acaba de
aturdirnos. Un fiscal que denunció
penalmente a la Presidenta apareció muerto días después de formular su demanda
y sólo un día antes de fundar su imputación ante el Congreso Nacional. En el
centro del poder, allí donde la denuncia tocaba fibras, hablaron de
suicidio y de asesinato, acusaron al muerto de ser un padre desatento y un
títere de factores que operan en las sombras y hasta afirmaron que una suerte
de lucha fratricida entre servicios de inteligencia acabó detonando esa muerte.
Todo lo dicho sería poco importante de no
ser que ha salido de la boca de la
Presidenta imputada por el fiscal muerto. Ignorando la tragedia, se indultó a sí misma apropiándose de la verdad,
de la Patria y hasta de la alegría y condenó cínicamente a los que quedamos
agobiados por lo patético de lo ocurrido. Conoce que hay una herida abierta
por una muerte que estremece y que no se entiende y sabe que el silencio
ciudadano la interpela por ella.
Cristina
sabe que ha mentido y que el memorando firmado con Irán sólo buscó encubrir a
los acusados. Nada hay que probar. Merced a ese pacto, la evaluación de los
hechos quedaría en manos de una comisión que funcionaría en la patria de los
prófugos y en la que la mayoría de sus miembros debería contar con el acuerdo
iraní.
¿Para qué pactaron ambos gobiernos
notificar a Interpol lo acordado, si no era para levantar los pedidos de
captura librados?
AJENA
Pero Cristina se siente ajena a la
disputa. Está segura de que la ley penal no caerá sobre ella porque perversamente hizo avalar su nefasta
decisión con una ley nacional.
Irónicamente, senadores y diputados legitimaron con sus votos el encubrimiento de los
presuntos asesinos. No es la primera vez que se actúa de ese modo. También encubrió la corrupción de su
vicepresidente expropiando una empresa fabricante de moneda y logrando que
los votos de diputados y senadores legitimaran el ocultamiento de pruebas.
Sólo
un necio diría que el encubrimiento presidencial a los iraníes no está probado.
La imputación que ahora se ventila apenas descubre cómo el Gobierno se embarra
en pos de ese objetivo usando marginales de la política como sus mensajeros
ante iraníes perseguidos.
Éstas son las cosas que todos debemos
saber cuando en silencio marchemos. Porque nuestro silencio no calla lo que
pensamos ni evidencia nuestra ignorancia. Sólo indica a la Presidenta que su inexplicable arrogancia nada explicó
y que con ella no se desataron "golpes blandos", sino "reclamos
muy duros".
Para entonces ya no habrá palabras. Sólo
hablará el silencio. Como en la música, será el silencio el que erice la
conciencia de quien traicionó el reclamo de justicia de los 85 muertos en el
atentado contra la AMIA y el que deje al descubierto el encubrimiento
intentado. Y será el silencio el que descubra la magnitud de la tragedia
vivida.
La
misma tragedia que Cristina sólo podrá negar hasta que el silencio la aturda”.
¿Walter Anestiades? No. Alberto
Fernández, ex jefe
de Gabinete nacional entre 2003 y 2008 y actual
Presidente de la Argentina. Publicado
en el diario “La Nación” el lunes 16 de febrero de 2015, veintinueve días después de que el fiscal Alberto Nisman
fuera encontrado muerto.
El link: https://www.lanacion.com.ar/politica/hasta-que-el-silencio-aturda-a-la-presidenta-nid1768893
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