Son muy pocos los medios de comunicación y los periodistas
que hoy, 7 de junio, justifican con su
trabajo la celebración del día. El día de esa profesión que cuando se
ejerce en serio incomoda a todos los gobiernos y que por eso habilita un interrogante que cierra la idea. ¿cuántos son los canales de televisión, las
emisoras de radio y los diarios de papel o digitales de cualquier lugar de la
provincia que con su laburo afectan los intereses del poder feudal que Carlos
Eduardo Rovira pergeñó hace veinte años?
En Posadas pueden
escucharse las necesarias voces críticas en algunas radios y en el canal de
televisión de Misiones Cuatro. El éter de Oberá ofrece un camino libre a
recorrer que tuvo que ser desmalezado porque hasta no hace tanto había listas
negras. Son las dos principales ciudades misioneras. ¿Y en el resto? ¿En
cuántos canales de televisión comunales o en cuántas radios locales se puede
expresar una crítica directa al hombre que gobierna la tierra colorada sin que
haya consecuencias para el periodista o para el medio? ¿En cuántos municipios
aún hay temas que siguen siendo tabú porque implica meterse con los intereses
del intendente y de los suyos? En algunos medios tradicionales se permite la
crítica pero de Rovira para abajo porque el
titular del legislativo es intocable.
Hay diarios
digitales de Misiones que brindan un
estupendo servicio informativo. En internet y en las redes sociales hay margen
para el desahogo de los ciudadanos que luchan por una vida más justa. Pero resulta
que también hay malas noticias con eso. El
gobierno nacional acaba de aprobar un protocolo de “ciberpatrullaje preventivo”
(?) que se esfuerzan en aclarar que no se meterá con la libre opinión de
nadie. Pero, viniendo de quién viene…En
Misiones hay gente que fue demorada por la policía por compartir “fake news”
mientras al exalcalde obereño Ewaldo Rindfleisch todavía ni lo llamaron a
declarar en las dos causas que tiene en la justicia desde hace casi un lustro.
Se sabe que en Misiones el único respaldo
que tiene un periodista es el de la silla donde se sienta a escribir o a hablar.
También se sabe que la actividad padece mucho de una informalidad que la
transforma en amateur y de la absurda creencia de que el periodismo es un hobby.
A su vez ¿cuántos son los dueños de medios que no se plantean como único norte
el canjear pauta oficial por alabanza fácil o silencio cómplice? Vamos, que es
demasiado obvio que en varios de sus asuntos Misiones vive un apagón
informativo y que eso va para largo.
Hay periodistas que
se resisten a este status quo. Y hay otros que se sienten relajados repitiendo
gacetillas, preguntando pavadas, desdeñando las repreguntas y hablando mal de Macri, que ya no está, para
no tener que hacerlo de Rovira, que sigue estando. No tienen inconvenientes
en indignarse por cualquier injusticia que pase bien lejos de la provincia o en
criticar a Ramón Puerta, que dejó de ser gobernador hace más de veinte años.
Mamita! Se hacen los incisivos con el
pasado y los otarios con el presente.
La forma en que se puede ejercer el
periodismo en un feudo es algo que muchos colegas padecen. Pero que muchos
otros, disfrutan.
El periodismo
digno que sobrevive no solo tiene que aguantarse a la renovación. Ahora tiene
que volver a convivir con el kirchnerismo. De modo
tal que patoteros de estado, sobran.
La oposición, si
es que lo existente en Misiones merece que se la llame así, tiene una relación declamatoria con la libertad de prensa.
Le dedican el tiempo que les queda tras cuidar y vigilar su metro cuadrado de
poder. No alcanza.
Párrafo aparte para
los comerciantes que se autocensuran y no apoyan publicitariamente a los medios
que ejercen ese pluralismo que dicen valorar. A veces sufren apretadas. Y a veces se aprietan solos.
Otro 7 de junio en el que tendré que
saludar a los mismos colegas de siempre. En Oberá, por ejemplo, los pibes
que van apareciendo no demuestran tener ni actitud ni aptitud para hacer algo
mejor que sus mayores. En las divisiones inferiores no hay nadie distinto.
La profesión está
globalmente en crisis y la Argentina no es ninguna excepción. El embrutecimiento de la sociedad, ganada
por el fanatismo, tampoco ayuda. La
pereza mental, propia de impresentables que opinan sobre artículos que no
leen porque si van más allá del título y
la foto parece que se les baja la glucosa, ayuda todavía menos.
7 de junio. “Feliz
día a los periodistas que…”. “El periodismo es esa profesión que…”. “Un
periodista es aquél cuyo…”. Bla, bla, bla. “Res non verba” que por acá el poder
la tiene demasiado fácil.
Dicen por ahí que bien
clarito lo planteó don Miguel de Unamuno en su tiempo: “Siempre hay que decir
la verdad. Y especialmente cuando no conviene”.
Vaya nuestro saludo
a los periodistas que siempre dicen la verdad.
Y especialmente
cuando no conviene.
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