LA ENVIDIA DE CRISTINA: ROVIRA SIN
domingo, 21 de febrero de 2021
domingo, 14 de febrero de 2021
TRES TRISTES TÍTERES
“Siempre he sabido cual es el camino
correcto. Siempre lo supe. Pero nunca lo seguí. ¿Saben por qué? Porque era muy
difícil”.
(Coronel
Frank Slade, intepretado por Al Pacino en el film “Perfume de mujer”, de 1992)
Ser oficialista en un feudo es lo más
fácil que hay. Para ir contra la corriente en una sociedad que se inclina todo
lo que haga falta ante el poder y que gusta de patear al caído, hay que tener
mucha personalidad, unos cojones o unos ovarios bien puestos, y la creatividad
necesaria para sobrevivir en un sistema
en el que el miedo es el gran ordenador social.
Carlos Rovira es el buen amo de Misiones.
Transformó a las instituciones republicanas en un adorno institucional y su
voluntad es la ley máxima. Maneja cada municipio y convirtió a los comicios
provinciales y comunales en una interna de su partido. Si un alcalde renovador
se torna impresentable, inventa otro, renovador y presentable. La oposición,
decidida ya a no probar jamás el ácido fólico, se redujo a una expresión que
vive del negocio de perder, cuidando su zona de confort, que es pequeña pero
está bien pagada.
En Misiones no hay nadie pensando en ser
una opción de poder. Para serlo deberían recorrer un camino que es muy difícil.
Uno que los obligaría a tocar las bocinas de los autos para criticar, también, los
disparates y las patoteadas que suceden por acá.
Rovira metió la nariz en el canal y el
diario digital conocido como Misiones Cuatro. Podrán seguir siendo
hipercríticos del gobierno kirchnerista y de cualquier cuatro de copas de la
renovación. Pero no podrán tocar los intereses de Leonardo Stelatto, alcalde de
Posadas y el nuevo intocable del armado rovirista. Y las críticas al gobernador
Ahuad deberán reemplazar el azúcar por algún edulcorante, que es de bajas
calorías.
Con casi todos los estamentos en venta,
alquiler o permuta, los comicios del domingo 6 de junio serán una parodia de
democracia. El objetivo, el lunes 7, es exhibir la ratificación del liderazgo
territorial, necesario para negociar con
Cristina Kirchner. Y perfilar al alcalde Stelatto (el del “curro” del SEM que
se silencia de un modo vergonzante), al vice Arce y al propio Ahuad, para 2023.
Ahuad, que es otro incapaz con buena prensa, no tiene reelección pero tiene
futuro.
El periodista devenido en funcionario
público, Carlos Antonio “Tony” Lindstrom, comprobó en carne propia que para
progresar en la política misionera no siempre alcanza con que Rovira diga que
te banca, que Passalacqua sea tu “gomía” y que tus compinches de los medios se
hagan los otarios. El escándalo del supuesto intento de fraude al estado que
protagonizaron el aún subsecretario de Turismo provincial y su segundo, se
ventiló en las redes sociales y en los whatsApps con una repercusión que
cualquier medio tradicional envidiaría. Rovira o Closs son de amianto. Pero Tony
Lindstrom no es de amianto. Por eso no le pedirán la renuncia, no lo van a
denunciar como a Morgenstern, pero está en boca de los giles. Para él, no hay
peor condena.
En Misiones las cosas empeoran. El sistema
feudal es como una gangrena que se sigue propagando. Tranzando con el kirchnerismo
para que no le reste votos, con el peronismo domesticado hace rato, con Juntos
por el Cambio y el puertismo negociando quién será cabeza de ratón, con “Cacho”
Bárbaro aún convencido de que a Cristina le importan los misioneros, y
quitándole el eco al poco periodismo que queda, la renovación va hacia otra
victoria.
Con Ahuad, Passalacqua y Stelatto, gozando
de “alta imagen positiva”. Aunque sean tres tristes títeres de Rovira. Así se
construyen los candidatos. Con una buena campaña de comunicación. O con una
buena campaña de silencio.
Winston Churchill, que de resistir y perseverar
algo supo, definió al éxito como “ir de fracaso en fracaso sin perder el
entusiasmo”.
La
lucha es cada vez más despareja, pero uno seguirá haciendo, desde el lugar que
sea, lo que se debe hacer. Que es el camino más difícil.
¿Y vos?
domingo, 7 de febrero de 2021
AYER PIROMANÍACOS, HOY BOMBEROS
En la
Argentina se ha tornado inhabitual encontrar personas que se indignen ante
ciertos hechos y ciertos discursos, más allá de sus autores. La costumbre es
criticar las macanas, refutar los dichos o condenar los hechos, según los
autores. Si son del “palo político” de uno, se les tolera todo. Si son del
“otro palo”, no se les tolera nada.
A catorce meses de la asunción de un nuevo
gobierno kirchnerista conviene tomarse un omeprazol por día. Es para evitar la
acidez y el reflujo gastroesofágico que puede provocar escuchar o leer a los
panqueques que hasta diciembre de 2019 montaban en cólera por la suba de los
precios, especialmente la de los combustibles, la pauperización salarial y la
pérdida del empleo que el país tanto sufrió durante la gestión macrista, pero que
ahora se muestran sumamente “comprensivos” ante descalabros económicos
similares y aún peores.
Son personajes patéticos. Ayer, porque
gobernaba Juntos por el Cambio, la iban de pirómanos. Hoy, porque volvió
Cristina Kirchner, la van de bomberos.
Se los encuentra en varios espacios. En el
peronismo nominal, en algunos sectores teóricamente opositores, en nuestra
impresentable izquierda, en el acomodaticio sindicalismo de siempre, entre los
publicistas del gobierno que se pretenden periodistas, y en la creciente
clientela electoral que cada vez se vende, alquila o permuta más barato.
Lo del peronismo, que de peronismo solo
conserva el nombre, es estructuralmente penoso. Ante un corrupto, si es
“compañero”, importa más que sea compañero, que sea corrupto.
No lo quieren asumir. Pero lo que debaten
unos y otros es quién fracasó mejor.
El notable compositor musical del
posromanticismo, Gustav Mahler, sostenía que “La tradición no es la adoración
de las cenizas, sino la preservación del fuego”.
No Mahler. En la Argentina del 2021 ya no
se prende más fuego.
Lo que hacen ahora, es adorar las cenizas.