FAKE PRESIDENT
14 de julio de 2020: mientras Alberto
Fernández incumplía su propio DNU, la policía de Misiones nos anoticiaba que el
fin de semana había “interrumpido” tres cumpleaños
en Oberá. Una acción que dejó 7 detenidos, 4 demorados y 65 notificados por
incumplir la cuarentena. Ahora cuesta mucho definir que es peor. Si los
detestables patoteros de estado que hacen cualquier cosa. O la caterva de zonzos
que los apoyan igual.
No
es posible ensayar defensa sin caer en lo patético. Echar al ministro de salud
por un “vacunatorio vip” que operaba desde el estado (ergo, el gobierno
vacunando primero a sus amigos). No comprar vacunas que podían salvar vidas en
nombre del antiimperialismo yanqui o algo así. Hacer fiestas en Olivos mientras
otros argentinos, en vez de visitar a sus seres queridos, visitaban la cárcel
por querer darse los gustos que el Presidente y sus tartufos sí se daban.
Excusar esto escapa al debate político. Ya es cosa de psiquiatras.
El ejemplo que ponemos es concreto y de
acá nomás. Otros similares recorren el país. Violar el Decreto de Necesidad y Urgencia
sobre el confinamiento fue, para cualquier hijo de vecino, un “delito”. Para el
Presidente fue un “error”.
Oscar Wilde, con su clásica ironía,
sostenía que “el deber es lo que esperamos que hagan los otros”.
No me acuerdo bien si lo dijo en el
cumpleaños de algún amigo suyo en el siglo XIX.
O en el cumpleaños de Fabiola…
Walter
Anestiades
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