HASTA
LA VISTA, BABY
“El deber es lo que
esperamos que hagan los otros”, ironizaba Oscar Wilde. Pero sucede que Pablo
Hassan (h) realmente parece esperar eso. El alcalde simbólico que puso el
establishment posadeño dedica mucho tiempo a las publi-notas y no le sobran
momentos para ocuparse de los graves problemas que sufre Oberá. Que los sufre
por culpa de personas que sirven, todas, a su mismo amo.
La orden
emanada de Posadas fue clara: Hassan debe ser asociado con noticias “positivas”
y debe ser despegado de sus obligaciones como intendente. El marketing debe
contar lo que no puede contar la gestión.
Así Hassan
aparece entregando distinciones, iniciando ese tipo de obras que duran hasta el
día del voto, recibiendo a atletas locales o visitando alguna empresa que
parece carecer de problemas. Todo lindo, con caritas felices, sonriendo y
mostrando una Oberá digna de ser parte de la “primera provincia start up” como
reza la bizarra promo rovirista.
Pero la
realidad es otra y muy triste. Hassan debería ocuparse del preocupante
incremento de la inseguridad que padece Oberá. Debería reunirse con Rovira, con
el títere Herrera Ahuad, con el otro títere Passalacqua y con el ministro de
Gobierno Marcelo Pérez para pensar en algo diferente y más eficaz que seguir
pagando medios y periodistas para vender humo. Hassan debería ponerse un buen
par de zapatillas y salir a “patear” la ciudad para comprobar en pies propios que
el deplorable estado de las calles solo puede ser superado por el deplorable
estado de las veredas. Hassan debería dejar de lado la sanata del parque
industrial (¿el qué?) y pensar en algo tangible que retenga a los jóvenes
obereños que ven que la única salida laboral es la terminal. Hassan debería
meter la nariz en la CELO, intervenida de hecho por Posadas, y ver cómo y
cuándo miles de obereños van a gozar de dos derechos básicos que la renovación
en el gobierno nunca les dio: agua potable y luz. Y debería velar por los
intereses de los usuarios de colectivos, más que por los intereses del “Grupo Z”.
Pero nada de
eso ocurre, Hassan solo sonríe para las fotos. Y es mal orador: sanatea sin
convicción.
El 7 de mayo
es el día indicado para decirle a Hassan, con el voto, que siga en la abogacía
o en cualquier otra actividad que desee. Pero que el cargo de intendente de
Oberá, que nunca asumió, debe ocuparlo alguien capaz de hacer algo más que
obedecer los whatsApps que recibe desde Posadas.
Como en
“Terminator”, el 7 de mayo hay que decirle a Pablo Hassan hijo, “Hasta la
vista, Baby”…
Walter Anestiades
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