LA
SOLEDAD DE SÍSIFO
“Alabada sea la duda”,
escribió en un poema el alemán Bertolt Brecht. ¿Quo vadis Milei? Preguntarse
adonde va el presidente Javier Milei, si es que tiene una dirección, es más que
pertinente ante las dudas generadas por alguien que pareciera, a la manera de muchos
de sus votantes, tener más claro lo que no quiere que lo que quiere.
Es obvio que
Javier Milei llegó al lugar en el que ahora está más a favor del espanto a lo
que tiene enfrente que a favor del amor que él generó. Amor que generó y sigue
generando mucho, pero no tanto como para llevarse catorce millones y medio de
votos. En ese inmenso caudal son unos cuántos los que se hartaron de lo que
estaba. Un hartazgo más que justificable a favor de que el kirchnerismo nos
entregó la colección de gente más detestable que hemos conocido en cuatro
décadas de recuperada democracia.
Si uno piensa
en que el kirchnerismo podría volver Milei se torna mucho más simpático como
persona y sus medidas de gobierno más racionales. Pero si uno deja de pensar en
la inmundicia que llevó a la sociedad argentina a esta vida miserable de hoy, y
se enfoca en lo que Milei dice y hace, se torna menos simpático y sus medidas difíciles
de presentar.
Que el ajuste
que está haciendo, que ya es durísimo y pinta para peor, era y es inevitable lo
sabe cualquiera con un mínimo de información sobre el país real y no sobre el
país relatado por Cristina Kirchner, Alberto Fernández, Sergio Massa y sus
secuaces. Pero el señor Milei, en campaña, prometió que esta vez el ajuste lo
pagaría “la casta”. Ahora, ya en el gobierno, sabemos cuál es la definición de
“casta” para Milei: casta es todo aquél que lo critique y no lo apoye
ciegamente, venga de donde venga. Si lo apoya y no es un “traidor”, no es
casta, venga de donde venga.
¿Qué eso de que
el ajuste lo iba a pagar la casta era un típico cuento de campaña electoral?
Correcto. Hemos hablado sobre el hacer campaña con la poesía y gobernar con la
prosa, como definió Bill Clinton. Pero entonces, si Milei hace lo que cualquier
político, ¿dónde está lo diferente que declaman sus seguidores?
Más allá del
cinismo de quiénes han hecho desastres a la hora de gobernar y de sus votantes
que siguen hablando y hablando sin nada que huela a una autocrítica como si
hubieran hecho todo de un modo fenomenal, esto de que el ajuste lo vuelva a
pagar la clase media, en especial la clase media baja y los jubilados, es tan
injusto e inaceptable como ayer, hoy y siempre.
Hemos hablado
de la historia de Sísifo. Aquél personaje de la mitología griega que era rey y,
por querer engañar a los dioses, fue condenado a empujar una piedra cuesta
arriba por una montaña pero, antes de llegar a la cima, la piedra caía y volvía
a rodar hacia abajo, hecho que se repetía una y otra vez como ejemplo de lo
frustrante del esfuerzo continuo pero inútil.
La clase media
argentina es Sísifo.
A la clase
media se le había prometido que la casta también debería empujar la piedra
hacia arriba una y otra vez. No está pasando.
¿Cómo se está
ajustando o cómo y cuándo se va a ajustar Cristina Kirchner, Alberto Fernández,
Sergio Massa, Mauricio Macri o el dirigente político, sindical o empresarial
que, lejos de penar, sigue disfrutando de la que tiene? ¿Cómo se ajustan o
ajustarán, cómo las pagan o pagarán, aquellos que según el propio Milei nos
trajeron hasta acá?
Milei lleva
solo dos meses en el gobierno y hay que darle tiempo, aunque algo habrá que
hacer con aquellos que no pueden esperar. Pero hay que decir que, por el
momento y como desde hace rato, Sísifo se sigue esforzando inútilmente.
Y también,
como siempre, se esfuerza solo.
Walter Anestiades
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