lunes, 7 de junio de 2010

RÉQUIEM PARA EL PERIODISMO COMPLICE









Hace casi doscientos años-en 1818-Mary Shelley escribió una obra pionera del género de la ciencia ficción: "Frankenstein o el moderno Prometeo". Un siglo después Hollywood-desde las primeras y míticas interpretaciones de Boris Karloff en los años treinta hasta la última de Robert de Niro en los años noventa-se encargó de inmortalizar al personaje. "Frankenstein" es el nombre propio de alguien que todos sabemos más o menos quien es.
El texto de Shelley ha sido interpretado como una exploración de la moral científica y también como un ejemplo de la soberbia humana que pretende emular a la deidad dando y quitando vida. El joven estudiante de medicina Víctor Frankenstein roba cadáveres y toma de ellos alguna parte para unirlas en un nuevo cuerpo y luego darle vida. Pero no todo sale de acuerdo a lo previsto y lo que termina creando no es otra cosa que un monstruo capaz de matar y de volverse, incluso, en su contra. El resto de la historia la conocemos todos.
Pero hay un final de otra historia que no conocemos todos. Es la historia de los "Frankenstein" que se han ido creando en la Argentina política de los últimos siete años con la colaboración imprescindible de buena parte del periodismo nacional y regional. Un Frankenstein que se ha vuelto en contra de los propios periodistas y también de ese segmento de la sociedad que no está dispuesta a tolerarle cualquier cosa a sus gobernantes bajo ningún motivo.
Los Kirchner no hubieran llegado tan lejos si, además del voto popular, no hubieran contado con la "ayuda" de un periodismo que miró para otro lado durante mucho tiempo. Que ayudó a que ese voto fuera más popular. Que no informó ni investigó lo que tenía que informar e investigar como sí supo hacerlo en la década pasada. Pasamos sin que nadie se despeine de la "Argentina para investigar" a la "Argentina para armar" .
En Misiones Carlos Rovira no hubiera crecido tanto-políticamente, claro-sin el silencio ni la manipulación mediática de sus acciones de gobierno ¿Alguien conoce la existencia de una entrevista a Rovira en la que un periodista le haya cuestionado algo?
Hace cuatro años, en Oberá, el intendente Rindfleisch inauguró una plazoleta que homenajea a los periodistas locales. Hizo bien. Nunca uno sólo le debió tanto a tantos de una misma profesión.
Hoy 7 de junio se celebra en la Argentina el día del periodista a favor de una fecha que recuerda la fundación de la "Gazeta de Buenos Aires" por Moreno, Castelli y Belgrano. Pero no es un aniversario más. Aunque se pretenda que sí.
Los Kirchner, los Rovira,los Rindfleisch, forjaron buena parte de su ascenso político y de su permanencia en el poder, en un estilo comunicacional que no se hubiera impuesto si el grueso de los periodistas hubiera cumplido con su labor. ¿Cuál? Contar todo lo que sabían que estaba pasando. Que éso es ,sencillamente, el periodismo: contar lo que pasa.
El atril de los Kirchner, las nulas conferencias de prensa, las entrevistas armadas con preguntas "cómodas",el "susurro" de las organizaciones de periodistas que dicen luchar por un periodismo mejor frente a los constantes agravios disparados desde el poder y que hubieran merecido un buen "grito" de su parte, el periodismo de investigación guardado para otro momento, el permitir mansamente que un gobernador hable sólo con quien quiera y de lo que a él se le antoje, el blindaje mediático del que disfruta el intendente obereño frente a temas que lo podrían poner en apuros, la complacencia con medidas repudiables ya desde su enunciación,la vara bien distinta a la usada con otros poderes, el ocultamiento, la falta de rigor profesional para no convertirse en meros transmisores del discurso oficial sin criticarlo, son algunos de los comunes denominadores que se encuentran en el periodismo nacional, provincial y local desde el 2003 y que-ésto es lo sustancial-fueron condición importantísima para que los "Frankenstein" del poder pudieran ser creados.
Basta con encender la tele para asistir a "investigaciones" que "muestran" sin profundizar . Jamás aparecen un concejal, un intendente, un diputado, un senador, un gobernador o un presidente que tengan algo que decir sobre lo que se acaba de ver.Alguien que sea responsable. Las cosas ocurren, parece, en una dimensión extraña y ajena a la política.
Se hacen informativos que no informan. Espacios ganados,cada vez más, por "notas de color". Abruman ya las declaraciones de los funcionarios tal como éstos las emiten, como si hubiera obligación profesional de ser meros reproductores de cada palabra que sale de bocas oficiales. No hay preguntas o las que hay recuerdan los centros del mellizo Guillermo a Palermo para que Martín cabecee y se luzca. Se acepta sin quejas o sin unas lanzadas con la debida fuerza, que no haya conferencias de prensa-todo el gobierno de Néstor-o que cuando la hubo-en el actual gobierno de Cristina-los medios reconocidamente críticos no tuvieran acceso a las mismas. Hay portales de noticias que llegan al colmo de reproducir la palabra oficial sin comillas, como haciéndose cargo de que lo declarado es compartido por el medio. ¿Dónde están los que antes hablaban?
El periodismo argentino debería dejarse de tanto congreso sobre el ejercicio de la profesión, de tantas jornadas de "debates", de tanta premiación a la bartola, de tanto manual de instrucciones, de tanto periodista que desde hace más de un lustro decidió "acompañar" en vez de "molestar", de tanto mirarse el propio ombligo. Y en vez de hacer ejercicio declamatorio, dedicarse a laburar. A contar lo que pasa. A investigar al poder. A preguntar. A repreguntar. A exigir reportajes en serio. A transmitir la palabra oficial solo cuando es relevante y no prestarse a cada rato a las operaciones que hacen los cortesanos. A informar. A defender la libertad de expresión que en este gobierno se ha visto tan atacada como nunca antes en un cuarto de siglo de democracia ininterrumpida. La impresentable Ley de medios K-porque es "K" y sólo un imbécil puede dudarlo-es lo más cerca que un gobierno "democrático" argentino ha estadode imponer legalmente la mordaza. Ahora algunos medios se acordaron de empezar a investigar. Esperaron demasiado mientras hacían negocios con el Poder. Porque la "pelea" Gobierno-Clarín es por éso: por negocios. El resto es literatura.

Y de ésto, nadie se hace ni se hará cargo.
El periodismo necesita una autocrítica en serio.
No la habrá.
Nadie dirá nada. Todos harán como que ésto no ocurre o que no es tan así. Ensayarán una gambeta corta o una gambeta larga según convenga. Simularán querer hablar en profundidad de aquello que solo abordarán superficialmente. Descalificarán o eso intentarán hacer a los que pretendan que estas actitudes se pongan en discusión. Se pondrán la máscara de defensores de una libertad de expresión que ni ellos mismos toleran. Serán cobardes culposos. O benefactores de una pauta oficial que funciona fenómena como anestésico para la crítica. Minimizarán lo permitido que ha sido muchísimo. No pasa un día sin que el periodismo reciba agresiones verbales y presiones de todo tipo desde el poder sin que las organizaciones periodísticas las repudien del modo en que bien se sabe que deben ser repudiadas. El reclamo ha sido y es anémico. Nadie dice porqué. Nadie siquiera pregunta porqué. Hasta hoy ha sido así. Mañana podría ser tarde. Alguien podría ser víctima fatal de tanto "permiso" para agraviar.
Nadie explicará entonces porqué a los Kirchner, a los Rovira o a los Rindfleisch se les ha tolerado tanto.
Hoy es el día del periodista.
Algunos festejarán. Y será merecido.
Otros también festejarán.
Cuando, en vez de éso,deberían pedir disculpas...


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