Como una metáfora perfecta acerca de cómo
van las cosas por aquí los garrotazos que no reciben narcos, ladrones, violadores,
asesinos o corruptos fueron a parar a la humanidad de docentes. Trabajadores
que pretenden recibir un salario que les
permita hacer frente dignamente a la indignidad de la inflación y además no
piensan igual que el señor Closs o la señora Leverberg. Esa es la clase de gente
que en Misiones sufre: los que no son oficialistas.
En su novela “1984” George Orwell pergeña
una “Policía del Pensamiento”, organización ficcional que era tributaria de
otras dos muy reales: la “Gestapo” alemana y “El Comisariado del Pueblo para
Asuntos Internos”, de prosapia soviética. En la novela el “crimen de
pensamiento”-crimental-era el más grave para el Poder. En la realidad del feudo
misionero, también.
A
uno le cuesta detectar qué es lo que le
provoca reflujo gastroesofágico: los que dieron la orden de reprimir, los que
la legalizaron, los que la ejecutaron o los que la justificaron.
Desde el punto de vista de sus intereses,
es coherente que el Gobernador intente aplastar cualquier movimiento de
rebeldía: si el desarrollo de la inteligencia y la información ya hubiera
avanzado lo suficiente como para haber generado miles y miles de ciudadanos
exigentes que clamaran por calidad de
vida, él no hubiera pasado de dirigente estudiantil.
El cuento de que había que cumplir la ley
le encantó a los vasallos. Pobres brutos sin cultura! No saben que en un feudo
lo que ellos llaman “ley” no es otra
cosa que la voluntad del que manda. Bueno, la ignorancia es un boomerang de
modo tal que ya van a llorar mañana por lo mismo que hoy sonríen.
Mayormente sumisa, aún quedan en la
sociedad misionera focos contestatarios contra los poderes omnímodos. Personas
que no compraron la fábula esa de que los votos son un cheque en blanco para
los votados. Personas que carecen de precio y se hacen respetar.
Habría que anoticiar al señor Gobernador
que lo es de aquellos que lo votaron y también de aquellos que no lo votaron.
Debió ir a la ruta a hablar con los manifestantes pero, demostrando que tampoco
tiene cintura política, prefirió confrontar. Debe pensar que en Buenos Aires
una señora se habrá puesto muy contenta con lo que hizo.
Boecio, el filósofo romano que vivió entre
un siglo IV que se iba y un siglo V que venía, imaginaba a la vida como una
rueda en la que uno está parado. Esa rueda se eleva y uno con ella. Pero como
que es rueda sigue girando hasta caer y uno también con ella.
Los que hoy tienen Poder y ya pudren de
tantos abusos que disfruten de su rueda elevada.
Sigue girando…
No hay comentarios:
Publicar un comentario