DEL 5 A 0 AL 9 A 0
En matemática
aprendimos que cualquier número elevado a 0, da como resultado 1. En la
política obereña aprendimos en el último año que nueve (concejales) elevados a
0 (a la nada), dan como resultado 1 (el mismo statu quo de siempre).
El 10 de diciembre de 2015 el municipio de
Oberá contó, por primera vez en su historia democrática, con nueve concejales.
Resultado de la sanción de la Carta Orgánica, ese texto que en los feudos
funciona como un adorno más vistoso que un jarrón de porcelana china. Si alguno
se tragó el cuento de que la cantidad potenciaría la calidad, pues se habrá
atragantado.
Claro que es altamente improbable andar
buscando que sucedan cosas muy distintas cuando se vota siempre a la misma
gente. Sin embargo tal afirmación obvia, elemental y de perogrullo, para el 65%
de los obereños (26.125 electores) que votaron hace quince meses a don Hugo
Passalacqua y a alguno de los diez sublemas renovadores, no parece que la ya
añeja ley de lemas opere de modo tan obvio, ni tan elemental y menos de
perogrullo.
Así fue que para que haga las cosas que no
hizo y cambiar las que hizo (muy) mal el renovador Ewaldo Rindfleisch, seis o
siete de cada diez obereños votó a otro renovador, preferentemente al renovador
Carlos Fernández. Y para que el Concejo Deliberante deje de ser un órgano
testimonial y aburrido que atravesó años legislativos con votaciones de 5 a 0,
optaron por ocho ediles de la alianza renovación-kirchnerismo y uno del PRO. Y
ahora se pasó de un inútil 5 a 0 a un inservible 9 a 0.
De esto se desprende que quiénes forman
parte de ese treinta por ciento, poco más o poco menos, que en Oberá están
hartos de años de renovación, tampoco tienen mucha suerte. Entre 2011 y 2015 el
radical Ricardo Jacquet no se opuso ni a uno solo de los proyectos de
Rindfleisch. Entre ambos diciembres-el de 2015 y el de 2016-el macrista Horacio
Loreiro tampoco se opuso a ningún proyecto de Fernández.
En su momento Jacquet, como ahora Loreiro,
argumentaron día y noche sobre las bondades del consenso. Duda cartesiana: ¿los
votantes del PRO en Oberá habrán elegido a Loreiro para que vaya siempre donde
la corriente o esperarán que nade aunque sea alguna vez en contra?
En el primer año legislativo del cuerpo de
nueve, el Deliberante obereño tuvo en sus manos los papeles que Ramón Escobar
llevó a la justicia y que Misionescuatro publicó en exclusiva. Los que muestran
como el estado nacional (a través de un tal José López, el mismo que Escobar
mencionaba en FM Oxígeno cuando ni los mass-media nacionales lo conocían),
enviaba dinero al municipio vía estado provincial (gobernador Closs e IPRODHA)
para hacer obras que no se completaron o ni siquiera arrancaron. Será difícil
que en un futuro se encuentren tantos documentos que sean tan elocuentes sobre
el desvío de fondos en Oberá. El Deliberante le dio la misma trascendencia que
a un partido de fútbol entre Sportivo Barracas vs Sacachispas por la división
“C”.
¿Y el asunto de la empresa “Capital del
Monte”? Misionescuatro también publicó en exclusiva el famoso contrato que
apareció justo a tiempo como “El Zorro”, cuando la empresa estaba a punto de
caer en manos del capitán Monasterio y el sargento García. ¿Algo para decir por
parte del Concejo, órgano de contralor del servicio de transporte urbano según
el adorn…, digo la Carta Orgánica? Sí.”Que se encargue la justicia” (de lo que
se deduce que los concejales obereños son tipos de excelente humor).
A ver, ¿quiénes integran el noneto del
parlamento obereño actual?
-Ariel Cháves Rossberg: reconocido
médico. Un hombre de bien. Pero hasta acá pésimo político. Se pasó el año
siendo protagonista de intrigas palaciegas con Fernández (alentadas por los
medios locales ligados al “titsmo residual”, que aún no pueden superar el hecho
de que en vez de una rica torta, ahora los arreglen con maní salado y una
gaseosa). Y ejerciendo una retórica de dos pesos con veinte que consiste en
repetir, todo el tiempo, que él preside un cuerpo que “no es obsecuente del
ejecutivo”. Pregunta: ¿cuántas veces Cháves votó en contra de alguna iniciativa
de Fernández? Respuesta: ninguna. En el omega de 2016 contrató por un par de
meses a su amigo y contador público personal para tareas de asesoramiento-que
bancó “doña Cata” con sus impuestos-y se detectó que al momento de asumir era
un moroso tributario, situación que le impedía ser concejal según la Carta
Orgánica pero que, por suerte para él, nadie de la Junta Electoral la leyó. Fue
reelecto presidente del cuerpo por un año más.
-Luis María Vitelli: es el alter ego de Fernández. Y así
funciona en el Concejo. Dicen los que saben que en la foto del DNI de
Fernández, atrás aparece Vitelli. Fue reelecto como vice del cuerpo.
-Abel Aguzezko: reconocido odontólogo de
la zona. Es hombre del riñón de Miguel Oliveras, exalcalde de la ciudad durante
una década(1989-1999). Como hace un tiempo don Miguel (el Dr. Frankenstein) se
“reconcilió” con su creación (Rindfleisch), Abel cuida que no se toquen los
intereses del ahora director provincial de arquitectura. Otra cosa no le pidan.
-Raúl Zabala: es el bulldog de Rindfleisch. En
algunas casas, si uno quiere meterse adentro, te salta un perro. En el
Deliberante obereño, si uno quiere meterse con los intereses de Rindfleisch, te
salta Zabala.
-Héctor Antúnez Proeza: otro odontólogo. Vamos a decirlo sin
vueltas: lo eligieron concejal y él no tiene la culpa.
-Alejandro Etchberger: un excelente
muchacho al que conocimos como parte del grupo del exalcalde peronista “Rolo”
Dalmau. Luego anduvo metido en los proyectos de Ramón Puerta. Después adhirió
fuerte a la candidatura de Sergio Massa y su frente renovador bonaerense.
Después recordó que Rovira alguna vez fue peronista y terminó siendo electo por
la alianza renovación-kirchnerismo. Ahora pretende que todos suframos de alzhéimer
y nos olvidemos de que fue kirchnerista y de que se alió con Rovira, tildando
que es justicialista, nada más. Camina por los barrios, está en contacto con la
gente. Una persona de trato afable y buen corazón. Y no molesta a nadie. Así
que tiene futuro.
-Paula Reynoso: durante años fue la asistente de
Stella Maris Leverberg en Adomis, la agrupación interna del gremio docente
UDPM. Y parece que debe haber tipeado tan bien los comunicados apoyando a
Rovira que le dictaban (única actividad conocida), que “Marilú” consiguió que
la ubicaran en un lugar en el que fuera electa concejal de modo seguro.
-Darío Rodríguez: entró reemplazando a Valeria
Benítez, que a su vez había entrado reemplazando a Javier Mielniczuk, elevado
por Fernández al manejo de la economía municipal (que por cierto ha ordenado
satisfactoriamente). Un hombre muy joven que puede hacer aportes valiosos.
Siempre y cuando no sea de esos funcionarios que creen que “trabajar con los jóvenes” es solo armar
festivales musicales y pensar que son todos unos idiotas que cazan pokemones.
-Horacio Loreiro: la esperanza de todo obereño que
está cansado de la caterva renovadora. Con los papeles de la gestión
Rindfleisch fue el único que hizo objeciones, pero nunca votó en contra de ningún
proyecto, garantizando el 9 a 0 cuando se esperaba aunque sea un miserable 8 a
1. No. Hasta acá, todo fue 9 a 0. Como siga en la misma el tamaño de aquella
esperanza-diría Borges-va a terminar siendo microscópica.
Este es el “nuevo” parlamento obereño.
Digno de una Oberá en la que se pueden esperar cambios de forma-y
cambiaron-pero no de fondo. Un parlamento más propio de un pueblo que de una
ciudad que clama a gritos por el desarrollo de una buena vez.
Pasan los años y el gatopardismo (“cambiar
para que nada cambie”) sigue siendo la corriente hegemónica en Oberá. Con un
statu quo que goza tranquilo, consciente de que los maquillajes nunca lo van a
afectar.
“En la lucha entre uno y el mundo, hay que
estar de parte del mundo”, sostenía decepcionado Franz Kafka. En Oberá, lugar
anti rebeldía si los hay, aman seguir la corriente.
Así les va.
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