LOS SOCIOS DEL SILENCIO
“A veces el
silencio es la peor mentira”, sostenía don Miguel de Unamuno. Por cierto, en
los tres lustros que lleva manejando la provincia, la renovación ha tenido y
tiene múltiples aliados en la oposición (?), en la prensa, en el poder
económico, en el ámbito de la cultura, en las iglesias y en la política
nacional. Algunos, apoyan por lo que dicen. Otros, apoyan por lo que callan.
Hace días el Concejo Deliberante de Puerto
Iguazú expulsó a Gabriel Llamas, del Frente “Cambiemos” por…Porque se les dio
la gana. Llamas metió la nariz en asuntos que podrían involucrar o no al
alcalde renovador Filippa y a gente del municipio. No importó si Llamas tenía
razón o si mentía. Osó meterse con el señor feudal de un municipio. Y,
rapidito, lo eyectaron del cargo. Eso es marca registrada del Frente Renovador
de la Concordia.
Pero para la gente de “Cambiemos” eso fue un
boomerang. A partir de la evidente alianza política entre Macri y Rovira (con
la máscara de Passalacqua), Cambiemos-especialmente el PRO-se convirtió en otro
socio del silencio. Previo a los comicios del año pasado, una candidata del
espacio me dijo off the récord: “la directiva que recibimos es que no confrontemos
con la renovación”. Y vaya si cumplieron con el mandato. Con algunas
excepciones como el diputado Gustavo González o el concejal obereño Loreiro (a
quiénes ya se las harán pagar), los popes del frente se han vuelto especialistas
en morderse la lengua antes que hablar. Con toda la letra que aportan tantas
injusticias, patoteadas, ineptitudes y sospechas de corruptela que brinda la
renovación, estos muchachos solo abren la boca cuando van al dentista.
Pero como uno es el que es y no otro, un
feudo es un feudo y ahora le tocó a alguien de la tropa de Cambiemos sufrir en
carne propia a estos patoteros de estado que se creen que la cosa pública es la
cosa de ellos.
Es conocido el poema equívocamente
atribuido al alemán Bertolt Brecht, que en realidad es de otro alemán, Martin
Niemöller, un oficial naval y más tarde pastor que pasó del apoyo al nazismo, a
combatirlo y sufrirlo:
"Primero vinieron a buscar a los
comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego
vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego
vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego
vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego
vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Con tanta oposición berreta, acomodados
por todos lados y reacciones tardías, Rovira lo está logrando.
Casi no queda nadie que diga nada.
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