REPETIMOS LA PREGUNTA, ¿DÓNDE ESTÁ LA
GUITA?
A una semana
de las elecciones en Oberá Carlos
Fernández, Daniel Behler y Carlos Antonio Lindstrom siguen sin explicarle a la
población adónde está el dinero que le faltó al municipio cuando Rindfleisch se
fue. Los tres se postulan para la alcaldía (Fernández va por la reelección)
pero no se hacen cargo de nada. Una actitud impresentable.
En diciembre
de 2015 Ewaldo Rindfleisch, renovador y kirchnerista, dejó la intendencia de
Oberá tras doce años de mandato. Su sucesor Carlos Fernández informó que la
comuna tenía un déficit de 62 millones de pesos (actualizado por inflación, que
desde entonces fue del 128%, hoy sería de más de 140 millones). ¿De qué? Eso
nunca lo dijo. Los concejales oficialistas ni siquiera objetaron los números
que recibieron del ejercicio contable anterior. Daniel Behler, mano derecha de
Rindfleisch en todos sus gobiernos, no habla del asunto y tampoco le preguntan.
Y “Tony” Lindstrom, el periodista que en vez de hacer su laburo crítico se
dedicó a ser el principal propagandista de don “Tito”, tampoco toca el tema. El
terceto distrae hablando de cuentos viejos que ameritan naftalina.
¿Qué clase de sociedad se puede construir
sobre la base de la impunidad? ¿Funcionarios y candidatos que se hacen los distraídos
sobre el oscuro modo en que se usó el dinero del pueblo son los que van a hacer
una Oberá mejor?
Solo existen dos clases de personas
desinteresadas sobre el destino de los fondos públicos. O quién recibe algún
beneficio económico por ser oficialista. O un idiota que todavía no entendió
que la plata del estado no la pone Dios y que también es suya.
En los más de quince años que la
renovación lleva administrando Oberá la ciudad no progresó nada. Falta energía
eléctrica, agua y cloacas. Falta mejoramiento de calles y veredas (sobre todo en los barrios). Una
morgue judicial para que los cadáveres no pasen el fin de semana en una
comisaría hasta que el lunes los lleven a Posadas (en una ciudad cuyo intendente
es un médico). Faltan recursos humanos en el hospital Samic (faltan médicos). Falta
todo. En abril de 2009, hace ya una década, el Deliberante declaró la “emergencia hídrica” en una sesión
de la que participaron como concejales Carlos Fernández y Daniel Behler,
quiénes, igual que Lindstrom, hablan como si hubieran nacido ayer.
Si en Oberá no se hizo ni lo más básico,
¿por qué quedaron esos millones de déficit? ¿En qué se gastaron? No estaban ni
Macri de presidente ni Dujovne de ministro de Hacienda. Eran los años de Néstor
y de Cristina Kirchner y del país que crecía “a tasas chinas”. ¿Entonces?
El dinero era de la gente. Y fue la
propia gente, los contribuyentes, los que tuvieron que poner más dinero encima
para tapar el agujero fiscal. ¿Por qué no se hizo alguna suerte de auditoría?
¿Por qué no se impulsó una investigación política, en paralelo a la judicial,
como se ha hecho en otros municipios?
La impunidad llama a la impunidad. Con
este antecedente, en cualquier momento algún funcionario podría verse
“tentado”. Total, parece que en Oberá se puede hacer cualquier cosa y no pasa
nada.
“¡Contra la injusticia y la impunidad! Ni
perdón ni olvido”, exclamó Bertolt Brecht.
No Bertolt. No. En “la ciudad de los
nueve mandamientos”, dónde al séptimo lo borraron, parece que esa justicia que
reclamás a la mayoría no le importa.
Pero no debe interesarnos si la
renovación dañó tanto la psicología de los electores que la mayoría quedó pavota. Hay que seguir preguntando.
¿Dónde está la guita?
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