domingo, 22 de noviembre de 2020

 

           APOGEO DE LA DECADENCIA

   

   


     ¿Dónde está el piso? Es una pregunta cuya respuesta va cambiando a medida descubrimos que se puede estar peor. Y en la Argentina eso se verifica  seguido.

     En este mes de noviembre ocho de cada diez jóvenes que aspiran a ingresar en la Policía de Misiones y siete de cada diez que pretenden hacerlo en el Servicio Penitenciario provincial desaprobaron el examen que se les tomó. Diseñado por el Instituto Universitario de Seguridad, el examen fue online y consistió en preguntas sobre Historia Social de la Argentina e Historia Regional de Misiones, nociones básicas del Derecho, reglas ortográficas, y se evaluó la forma en que chicos y chicas se expresaban de forma oral y escrita. Fueron unas treinta preguntas, algunas con múltiple choice para marcar la opción correcta y otras en las que había que argumentar la respuesta.

     A ver si se capta lo ocurrido: entre siete y ocho de cada diez jóvenes, todos con título secundario, no pudieron contestar correctamente un examen que fue tomado a libro abierto y con opciones como respuesta. No tuvieron que presentarse delante de un terceto de docentes para exponer. Lo hicieron en su casa, frente a la computadora, con la ventaja de tener los textos con las respuestas al lado. Con un material de estudio que, como expresa el propio instituto en su página web, “todos tuvieron a disposición en tiempo y forma”.  Y aún así no supieron buscar para contestar bien.

     Es alarmante detenerse a pensar que en ese universo de aspirantes habitan quiénes, con el tiempo, serán los encargados de tu seguridad. De hecho, el Instituto Universitario, les dará otra oportunidad para rendir. ¡Una más. Y no jodemos más!, grita la hinchada. 

      Los jóvenes que fueron “bochados” pasaron por el sistema educativo misionero en este siglo. Pregunta, ¿qué aprendieron?

      Por supuesto que esto se da en un contexto. En nuestro país al nivel de exigencia de la educación lo mandaron al sótano hace rato. Por ahí andan algunos queriendo instalar la idea de que el concepto de esfuerzo es un berretín de burgueses. ¿Van a hacer silencio o a dar alguna excusa berreta como hacen siempre? Porque la renovación y los kirchneristas, que se nutren de la misma decadencia y por eso hace años que se ponen de acuerdo en cinco minutos, tienen una caterva de alcahuetes bien impresentables que se dedican a tapar la verdad con bolsas de cemento. En la tele, en la radio, en las instituciones del estado, en los medios digitales, en las redes sociales. El poder grita. La verdad susurra.

      Es que tampoco hay mucha gente interesada en defender la educación denunciando públicamente  que sus carencias son las que son. Mal. Muy mal. Porque la Argentina abunda en ejemplos en los que se verifica que el desinterés es un aliado fenomenal para los que gobiernan.

      ¿El ministro de Educación Miguel Sedoff no tiene nada que decir sobre lo que acaba de pasar? ¿Habrá alguien que pueda y quiera explicar por qué tantos egresados de la escuela media no pasaron un examen en el que no era necesario ser la reencarnación de Albert Einstein para aprobar? ¿A los padres de estos muchachos les preocupará el asunto? Y a ellos mismos, que tienen entre 17 y 23 años, ¿les preocupará? ¿Se tomará el examen de vuelta, quizás bajen la exigencia para que crezca el porcentual de aprobados, harán propaganda con los nuevos datos y se terminó?

     Decía Ortega y Gasset que “no sabemos lo que nos pasa. Y eso es exactamente lo que nos pasa”.

     No Ortega. Por acá sabemos bien lo que nos pasa. El problema es que no importa.

     Se pasea contenta la decadencia.

     Disfrutando de su apogeo.

 


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