EL ALFA Y LA OMEGA DEL FÚTBOL
Diego Armando
Maradona se fue a los sesenta años de edad. Porque a la parca no la puede gambetear nadie. Ni siquiera él.
La primera vez que lo vi jugar fue en
noviembre del 79, en Avellaneda. Mi tío Adolfo me llevó a ver un Racing 2
Argentinos Juniors 2 del Campeonato
Nacional de ese año y el segundo gol de Argentinos lo metió él. Me gustó, pero me gustó más verlo un par de años después
con la de Boca metiéndoles goles a Fillol y a River. El mundo de posguerra
reconoce como los máximos futbolistas de cada momento a tres argentinos, a un
brasileño y a un holandés: Alfredo Di
Stéfano, Pelé, Johan Cruyff, Diego Maradona y Lionel Messi. A los tres
primeros no los vi jugar. Pero de los que sí puede ver, no hubo uno que hiciera
con la pelota lo que hacía Maradona. Resulta que Alonso, Bochini, Zico,
Rummenigge, Platini, Boniek, Gullit, Iniesta, Romário, Riquelme, Francescoli, Ronaldinho,
Zidane, Cristiano Ronaldo y Messi fueron-son-unos fenómenos. Pero Maradona los sintetiza.
Maradona representa tanto al viejo fútbol
que arrancó en el siglo 19 como al moderno con VAR del siglo 21.
Fuera de la cancha fue arquitecto de su
propio destino. Sufrió la omnipotencia que sufren muchas figuras y no solo del
deporte: no encontró a nadie que se
atreviera a decirle “no”.
“Yo sé que ahora vendrán caras extrañas…”,
canta Gardel. La muerte de Maradona dará material para especulaciones,
investigaciones, libros, análisis serios, y también suficiente combustible al
puterío.
Se
va una parte sustantiva de la Argentina y de nuestras vidas. Vamos, que
extrañamos al Diego que se va pero también al que nosotros alguna vez fuimos
cuando él estaba.
Recién agarré una pelota número cinco que
tengo por ahí y la pateé. Mal, como siempre. Pero me llamó la atención que no
picó. Pensé que, de vieja que es, estaría pinchada.
No. Simplemente
hoy está triste.
-Walter
Anestiades
-Ilustración
de Nicolás Eugenio Aguilar
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