jueves, 31 de diciembre de 2020

 

   ¿UN PAPA MÁS CRISTINISTA QUE CRISTIANO?

 


     “No existe en el mundo nada más poderoso que una idea a la que le llegó su tiempo”. Así explicaba Víctor Hugo, aquél de “Los miserables”, una cierta entronización de época. Las ideas pueden ser oportunas o inoportunas, algo que bien saben los adelantados que pagaron con destierros, torturas, infamias, destratos, olvidos y hasta con su vida una forma de pensar y de actuar  fastidiosa para específicas sociedades de algún momento y lugar.

     El feminismo siglo XXI logra conquistas. La Argentina es un buen ejemplo de eso, más allá de lo mucho que se puede discutir sobre si el aborto implica una evolución. Para las feministas y para otros grupos lo es. Podríamos pretender entonces que este contexto fue decisivo para que al aborto sea legal en nuestro país, convertido en tal por un cuerpo, el senado, en el que hace apenas dos años no pudo pasar. Y que hubo una suerte de resignación del papa Francisco, cabeza de la religión cristiana más importante del planeta y además argentino. Un papa Francisco que sorprendió por la resistencia light que ofreció al proyecto enviado al parlamento por el presidente Alberto Fernández.

    Sin embargo, puede que esa pretensión sea algo naif y que el papel insólitamente secundario de Francisco se explique desde la política. Hay que vivir en un termo para no estar enterado de lo mucho que Francisco-y los popes del catolicismo argentino-trabajaron a favor de la candidatura de Fernández (Alberto) y Fernández (Cristina). Estamos ante un Santo Padre para quién lo primero parece ser impulsar, sostener y justificar a ese tipo de gobiernos que algunos llaman populistas y otros progresistas. Para Francisco, como para otros, la lucha contra el “neoliberalismo” ameritaría tragarse cualquier “sapo”. Incluido el aborto.

     Ni Francisco ni el catolicismo vernáculo parecen haberse resignado a que el aborto pase de ser una práctica ilegal a una legal porque, más allá del voto de diputados y senadores, el número de argentinos que están de acuerdo con eso es sustantivo. El Papa, más allá de Francisco, siempre ha sido un líder de injerencia política y no solo religiosa y la historia es rica en darnos argumentos sobre eso. Y Francisco, ha tomado partido claramente por los gobiernos latinoamericanos que la van de revolucionarios, aunque esas revoluciones sean solo una aventura del pensamiento de dirigentes que disfrutan como nadie de las mieles de ese capitalismo al que dicen combatir.

     El aborto es legal en la Argentina. Y, más allá de posiciones a favor o en contra, lo sorprendente del proceso que llevó a ese hecho consumado sigue siendo la tibieza con la que se opuso antes, durante y después este Francisco tan distinto de aquél Jorge Bergoglio.

     Puede que para Francisco el demonio se vista de traje, crea en el libre mercado, abomine de caudillismos y deposite la fe en su esfuerzo personal. Y que entonces debe tolerar lo que sea si se persigue el fin supremo de combatir a ese demonio. Si es así habrá que recordar que, durante años, la idea de que un Papa fuera argentino, nos parecía un deseo tan lindo como imposible.

     Cuidado con lo que deseas…

 

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