¿UN PAPA MÁS CRISTINISTA QUE
CRISTIANO?
“No existe en
el mundo nada más poderoso que una idea a la que le llegó su tiempo”. Así
explicaba Víctor Hugo, aquél de “Los miserables”, una cierta entronización de
época. Las ideas pueden ser oportunas o inoportunas, algo que bien saben los
adelantados que pagaron con destierros, torturas, infamias, destratos, olvidos
y hasta con su vida una forma de pensar y de actuar fastidiosa para específicas sociedades de
algún momento y lugar.
El feminismo siglo XXI logra conquistas.
La Argentina es un buen ejemplo de eso, más allá de lo mucho que se puede
discutir sobre si el aborto implica una evolución. Para las feministas y para
otros grupos lo es. Podríamos pretender entonces que este contexto fue decisivo
para que al aborto sea legal en nuestro país, convertido en tal por un cuerpo,
el senado, en el que hace apenas dos años no pudo pasar. Y que hubo una suerte
de resignación del papa Francisco, cabeza de la religión cristiana más
importante del planeta y además argentino. Un papa Francisco que sorprendió por
la resistencia light que ofreció al proyecto enviado al parlamento por el
presidente Alberto Fernández.
Sin embargo, puede que esa pretensión sea
algo naif y que el papel insólitamente secundario de Francisco se explique
desde la política. Hay que vivir en un termo para no estar enterado de lo mucho
que Francisco-y los popes del catolicismo argentino-trabajaron a favor de la
candidatura de Fernández (Alberto) y Fernández (Cristina). Estamos ante un
Santo Padre para quién lo primero parece ser impulsar, sostener y justificar a
ese tipo de gobiernos que algunos llaman populistas y otros progresistas. Para
Francisco, como para otros, la lucha contra el “neoliberalismo” ameritaría
tragarse cualquier “sapo”. Incluido el aborto.
Ni Francisco ni el catolicismo vernáculo
parecen haberse resignado a que el aborto pase de ser una práctica ilegal a una
legal porque, más allá del voto de diputados y senadores, el número de
argentinos que están de acuerdo con eso es sustantivo. El Papa, más allá de
Francisco, siempre ha sido un líder de injerencia política y no solo religiosa
y la historia es rica en darnos argumentos sobre eso. Y Francisco, ha tomado
partido claramente por los gobiernos latinoamericanos que la van de
revolucionarios, aunque esas revoluciones sean solo una aventura del
pensamiento de dirigentes que disfrutan como nadie de las mieles de ese
capitalismo al que dicen combatir.
El aborto es legal en la Argentina. Y, más
allá de posiciones a favor o en contra, lo sorprendente del proceso que llevó a
ese hecho consumado sigue siendo la tibieza con la que se opuso antes, durante
y después este Francisco tan distinto de aquél Jorge Bergoglio.
Puede que para Francisco el demonio se vista
de traje, crea en el libre mercado, abomine de caudillismos y deposite la fe en
su esfuerzo personal. Y que entonces debe tolerar lo que sea si se persigue el
fin supremo de combatir a ese demonio. Si es así habrá que recordar que,
durante años, la idea de que un Papa fuera argentino, nos parecía un deseo tan
lindo como imposible.
Cuidado con lo que deseas…
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