LA “PAX” MISIONERISTA
La lucha de
los docentes dignos recuerda que Misiones está plagada de conflictos, más allá
de la “paz” que se percibe por que la prensa es casi toda oficialista, la
dirigencia opositora se limita a cuidar su cuotita de poder y la sociedad está
aclimatada al feudo. Como en la Roma de César Augusto, se trata de la paz que
los opresores le imponen a los oprimidos. Porque en Misiones no hay paz. Lo que
hay es quietud.
Con la entronización en el poder de Augusto,
el sobrino de Julio César, el Imperio Romano vivió un par de siglos en los que
no sufrió amenazas externas ni rebeliones internas. Pero, llena de sometidos,
esa “pax” (“paz”, en latín) ha servido como ejemplo del sosiego obligado que el
poder dominante aplica a los dominados.
En dos décadas la renovación ya cooptó a
la cantidad necesaria de dirigentes de toda índole, sometió a la prensa (que se
entregó mansita y gustosa), y consiguió que la sociedad se autocensure hasta
lograr que una parte sustantiva de los misioneros no hable de Misiones. Basta
recorrer medios y redes sociales para observar un común denominador: se habla mucho
de Cristina Kirchner y de Mauricio Macri. Es el modo que algunos encontraron para
no tener que hablar de Carlos Rovira.
Pero la lucha de los docentes recuerda que
por acá también pasan cosas. Que hay injusticias cuyos responsables son bien
misioneros. Que en siete semanas hay elecciones provinciales y comunales, y
será otra chance estupenda para aprender a protestar con el voto. No por lo que
la oposición es. Sino a pesar de lo que es.
Misiones está llena de personas que la
pasan mal. Acostumbradas. Pero mal. Y la ausencia de dirigentes con cojones que
los puedan representar los sitúan en una soledad demasiado concurrida por los temores.
Que nadie intente confundir.
La paz es algo muy diferente de la quietud.
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