sábado, 7 de mayo de 2022

 

         

            CONOCER ES MEJOR QUE CREER   

 

     El filósofo Kant decía “Tuve que eliminar conocimiento para hacerle espacio a la creencia”. En otra patética exhibición de esta calamidad pública que es el gobierno nacional, “Gepetto” (Cristina) desconoció y le recordó en público a “Pinocho” (Alberto) que es su títere y su creación. Este oprobio sucede por decisión de 12 millones y medio de argentinos que en 2019 eliminaron lo que ya conocían del kirchnerismo para creerle de nuevo.

     Otoño de 2022. La Argentina le ofrece a sus habitantes una decadencia cotidiana e imparable de la calidad de vida. Y los responsables de cambiar esa realidad, sin hacerse cargo de nada, la comentan.

     La génesis es conocida pero no asumida. Tiene que ver con la peligrosa costumbre electoral de concentrar poder, en vez de repartirlo para controlarlo. Por eso hace quince años que el destino del país, nuestro país, depende de la voluntad y el humor de una sola persona: Cristina Kirchner. Y a partir de eso se informa o se analiza. Que si Cristina habló. Que si Cristina está en silencio. Que si Cristina miró a fulano. Que si Cristina no miró a mengano. Que si Cristina está contenta. Que si Cristina está enojada. Bien de país bananero.

     En agosto y octubre de 2019, tras la muy mala gestión de Mauricio Macri, más de 12 millones de argentinos decidieron creer que Cristina Kirchner había designado por Twitter a un dirigente-Alberto Fernández-para que él la controle a ella. “Está cansada”. “No se va a meter”. “La inflación que deja Macri no se aguanta más”. Y bla, bla, bla…

     Todo lo vivido entre 2007 y 2015, ocho años con sus días y sus noches, fue olvidado en diez minutos.

     Y entonces hoy se sufre lo previsible.

     Por desconocer lo conocido.

     Y creer en lo increíble.

 

 

Walter Anestiades

    

 

 

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