CONOCER ES MEJOR QUE CREER
El filósofo
Kant decía “Tuve que eliminar conocimiento para hacerle espacio a la creencia”.
En otra patética exhibición de esta calamidad pública que es el
gobierno nacional, “Gepetto” (Cristina) desconoció y le recordó en
público a “Pinocho” (Alberto) que es su títere y su creación. Este oprobio sucede por decisión de 12 millones y medio de argentinos
que en 2019 eliminaron lo que ya conocían del kirchnerismo para creerle de
nuevo.
Otoño de 2022. La Argentina le ofrece a
sus habitantes una decadencia cotidiana e imparable de la calidad de vida. Y
los responsables de cambiar esa realidad, sin hacerse cargo de nada, la
comentan.
La génesis es conocida pero no asumida.
Tiene que ver con la peligrosa costumbre electoral de concentrar poder, en vez
de repartirlo para controlarlo. Por eso hace quince años que el destino del
país, nuestro país, depende de la voluntad y el humor de una sola persona: Cristina
Kirchner. Y a partir de eso se informa o se analiza. Que si Cristina habló. Que
si Cristina está en silencio. Que si Cristina miró a fulano. Que si Cristina no
miró a mengano. Que si Cristina está contenta. Que si Cristina está enojada.
Bien de país bananero.
En agosto y octubre de 2019, tras la muy
mala gestión de Mauricio Macri, más de 12 millones de argentinos decidieron
creer que Cristina Kirchner había designado por Twitter a un dirigente-Alberto
Fernández-para que él la controle a ella. “Está cansada”. “No se va a meter”.
“La inflación que deja Macri no se aguanta más”. Y bla, bla, bla…
Todo lo vivido entre 2007 y 2015, ocho
años con sus días y sus noches, fue olvidado en diez minutos.
Y entonces hoy se sufre lo previsible.
Por desconocer lo conocido.
Y creer en lo increíble.
Walter
Anestiades
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