domingo, 7 de agosto de 2022

 

      EL OLIMPO DE LOS SALTIMBANQUIS

 

     No sucede en todos los países lo de andar cambiando de color político y que el electorado premie eso con el voto. En la Argentina los camaleones llegan a ser intendentes, concejales, diputados, senadores, gobernadores y presidentes. O ministros de Economía. Si como postulara Santo Tomás de Aquino, “operari sequitur ese”, en latín “el obrar sigue al ser, ¿a quién se le ocurre tener esperanzas en alguien como Sergio Massa?

     “El camaleón cambia de colores según la ocasión”, cantaba Chico Novarro en los años sesenta. Hubo una época en la Argentina en la que el peronista moría peronista, el radical moría radical, el conservador moría conservador y el izquierdista moría de izquierda. Pero hace mucho rato que pasó esa época. ¿Qué en esos años no nos fue bien? Pues ahora no nos va mejor.

     Napoleón dijo que “Pasarán mil años antes de que vuelvan a juntarse los factores que me crearon”. Y se refería a un debate histórico que está lejos de ser saldado. ¿Los líderes crean a sus seguidores y hacen época o la sociedad de cierta época crea a sus líderes?

     ¿Los kirchneristas crearon una Cristina o al revés? ¿Los misioneros del siglo XXI crearon a Rovira? ¿Cuánto representan a Oberá Ewaldo Rindfleisch y Hugo Passaalcqua? Gildo Insfrán viene siendo electo por los formoseños hace más de un cuarto de siglo. ¿Por qué? ¿Y los barones del conurbano bonaerense, responsables de nada menos que la entronización de la droga y de la inseguridad en sus territorios? Si se votan canallas, ¿por qué esperar buenos gobiernos?

     En 2019 Sergio Massa y su Frente Renovador bonaerense fueron el factor electoral decisivo para la victoria del Frente de Todos. ¿Se entiende? Un reconocido saltimbanqui fue indispensable para ganar las elecciones. Y hoy, devenido en ministro de Economía, es presentado como “la esperanza”…

      La Argentina se convirtió en el cielo, en el edén, en el olimpo, en el paraíso de los saltimbanquis. ¡Qué ridícula esperanza!

        Esa de hacer todo mal.

        Y esperar que salga bien.


      Walter Anestiades

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