RÉQUIEM PARA EL PERIODISMO MISIONERO
“Una noticia es aquello que
alguien no quiere que se publique. El resto son relaciones públicas”. Esa definición nos puede ayudar a
pensar ¿qué es? ser un periodista en la Misiones feudal. Por acá un periodista
es aquél que muestra por televisión, que dice en la radio o que escribe en un
diario impreso o digital aquello que Carlos Rovira o el alcalde de su municipio
no quiere ver, no quiere oír o no quiere leer. El resto son aduladores del
poder.
Esa definición de noticia es atribuida al
escritor George Orwell, aquél de “1984” y “Rebelión en la granja”. Pero no es
de él. Puede que un periodista de la ciudad de Chicago haya dicho algo parecido
hace más de un siglo. O que, en rigor de verdad, sea una cita anónima o un
pastiche de varias.
Pero que bien
separa la paja del trigo, ¿no?
Los recientes
comicios de mayo expusieron al periodismo misionero de un modo definitivo.
Hicieron lo que hacen todos los días del año, desde hace veinte, pero de un
modo más patético. Entronizando a cualquier candidato impresentable de los
muchos que el oficialismo renovador postuló. Empezando por Hugo Passalacqua, “el
hombre mediocre” que fue electo gobernador por segunda vez. Siguiendo por los
candidatos a intendente o a concejales de las comunas. Hablando de ellos de
modo acrítico. Poniendo los micrófonos a disposición para que cada poeta diga
su verso. Filmando caminatas por los postergados barrios como si estuvieran
documentando una epopeya. Haciendo reportajes que, más bien, parecían un “té de
tías” como catalogó el periodista Jaime Bayly.
Nada de
investigación. Nada de preguntas incisivas. Nada de repreguntas. Nada de de
ayudar a pensar. Nada de mostrar las miserias que padecen miles de misioneros
cuyas vidas sin agua potable, luz o cloacas parecen un retrato del siglo XIX
aunque tengan teléfonos del siglo XXI.
Varios medios gráficos ni siquiera se tomaron el trabajo de poner el entrecomillado para que el lector sepa que esas palabras las dijo alguien que no es el diario. Ergo, hay medios que hicieron suyos los slogans de campaña del oficialismo.
¡Qué mediocridad! Arrastrarse como gusanos a cambio de pauta oficial. ¿Será que el poder les pide tanto?
Todo en un
contexto en donde las audiencias creen que un periodista profesional equivale a
un mensajito por whatsApp o a “Carlitos News”. Un periodismo que se rinde sin
presentar batalla y baja el nivel ante el ataque de una pandemia, la de la
pereza mental, que lleva a leer títulos y mirar fotos sin profundizar, sin siquiera
leer el cuerpo de las notas para ser capaces de opinar algo que tenga que ver
con el artículo. Un modo de consumir las noticias que torna imposible asociar un
hecho con otro. Las sociedades feudales aceptan mansamente que sus problemas no tienen responsables con nombres
propios. Después, la realidad no influye en el voto.
Dicen por ahí
que el avance de las nuevas tecnologías hizo que hoy todo se sepa y que los
gobiernos ya no nos pueden ocultar nada.
Pero que mentira!
La chatura va
ganando sin problemas la batalla. No necesita a la obsecuencia de aliada.
En la Misiones
de 2023 un periodista es aquél que muestra, dice o escribe algo que su señor
feudal, y cada capanga de cada municipio, y cada diputado provincial o nacional,
y cada senador, y cada concejal, y cada funcionario público, nunca quisiera ver
ni oír ni leer. ¿Queda gente que hace eso? Queda. Pocos. Cada vez menos. Pero
quedan. Y eso es un periodista. Los que dan noticias.
¿Y los otros
qué dan?
Los otros dan
asco.
Walter Anestiades
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