miércoles, 7 de junio de 2023

 

  RÉQUIEM PARA EL PERIODISMO MISIONERO                                   


                                                  

      “Una noticia es aquello que alguien no quiere que se publique. El resto son relaciones públicas”. Esa definición nos puede ayudar a pensar ¿qué es? ser un periodista en la Misiones feudal. Por acá un periodista es aquél que muestra por televisión, que dice en la radio o que escribe en un diario impreso o digital aquello que Carlos Rovira o el alcalde de su municipio no quiere ver, no quiere oír o no quiere leer. El resto son aduladores del poder.

      Esa definición de noticia es atribuida al escritor George Orwell, aquél de “1984” y “Rebelión en la granja”. Pero no es de él. Puede que un periodista de la ciudad de Chicago haya dicho algo parecido hace más de un siglo. O que, en rigor de verdad, sea una cita anónima o un pastiche de varias.

    Pero que bien separa la paja del trigo, ¿no?

    Los recientes comicios de mayo expusieron al periodismo misionero de un modo definitivo. Hicieron lo que hacen todos los días del año, desde hace veinte, pero de un modo más patético. Entronizando a cualquier candidato impresentable de los muchos que el oficialismo renovador postuló. Empezando por Hugo Passalacqua, “el hombre mediocre” que fue electo gobernador por segunda vez. Siguiendo por los candidatos a intendente o a concejales de las comunas. Hablando de ellos de modo acrítico. Poniendo los micrófonos a disposición para que cada poeta diga su verso. Filmando caminatas por los postergados barrios como si estuvieran documentando una epopeya. Haciendo reportajes que, más bien, parecían un “té de tías” como catalogó el periodista Jaime Bayly.

     Nada de investigación. Nada de preguntas incisivas. Nada de repreguntas. Nada de de ayudar a pensar. Nada de mostrar las miserias que padecen miles de misioneros cuyas vidas sin agua potable, luz o cloacas parecen un retrato del siglo XIX aunque tengan teléfonos del siglo XXI.

     Varios medios gráficos ni siquiera se tomaron el trabajo de poner el entrecomillado para que el lector sepa que esas palabras las dijo alguien que no es el diario. Ergo, hay medios que hicieron suyos los slogans de campaña del oficialismo. 

     ¡Qué mediocridad! Arrastrarse como gusanos a cambio de pauta oficial. ¿Será que el poder les pide tanto?

     Todo en un contexto en donde las audiencias creen que un periodista profesional equivale a un mensajito por whatsApp o a “Carlitos News”. Un periodismo que se rinde sin presentar batalla y baja el nivel ante el ataque de una pandemia, la de la pereza mental, que lleva a leer títulos y mirar fotos sin profundizar, sin siquiera leer el cuerpo de las notas para ser capaces de opinar algo que tenga que ver con el artículo. Un modo de consumir las noticias que torna imposible asociar un hecho con otro. Las sociedades feudales aceptan mansamente que sus  problemas no tienen responsables con nombres propios. Después, la realidad no influye en el voto.

     Dicen por ahí que el avance de las nuevas tecnologías hizo que hoy todo se sepa y que los gobiernos ya no nos pueden ocultar nada.

      Pero que mentira!

      La chatura va ganando sin problemas la batalla. No necesita a la obsecuencia de aliada.

     En la Misiones de 2023 un periodista es aquél que muestra, dice o escribe algo que su señor feudal, y cada capanga de cada municipio, y cada diputado provincial o nacional, y cada senador, y cada concejal, y cada funcionario público, nunca quisiera ver ni oír ni leer. ¿Queda gente que hace eso? Queda. Pocos. Cada vez menos. Pero quedan. Y eso es un periodista. Los que dan noticias.

     ¿Y los otros qué dan?

      Los otros dan asco.

 

 

Walter Anestiades

 

 

    

 

     


No hay comentarios: