EL
PENAL DE GALVÁN
Domingo 23 de octubre de
2022. Boca jugaba en su cancha y, ganando, sería el campeón de la liga. Pero no
podía ganar, empataba con Independiente y le dejaba el título servido a Racing,
que también jugaba en su cancha contra River. Justo a los 44 del segundo tiempo
hubo penal para Racing. Si lo metía sería el campeón. El arquero de River era
Armani y, como se sabe, los penales no son lo suyo. Los jugadores de Racing se
pelearon entre ellos. Tanto que de esa discusión derivó que lo pateara Jonathan
Galván, cuando tenía compañeros más experimentados, y lo hizo mal. Armani lo atajó y así Racing perdió lo
que tenía ganado. Exactamente eso le acaba de pasar a Juntos por el Cambio…
Mauricio
Macri, Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió, Gerardo
Morales, Miguel Ángel Pichetto, Humberto Schiavoni y el resto de los dirigentes
nacionales, provinciales y municipales de Juntos por el Cambio deberían leer a
Leopoldo Marechal. El “poeta depuesto”,
como se llamaba a sí mismo, decía que “Cuando se recibe un nombre se recibe un
destino”. Se llaman “Juntos” por el “Cambio”. No se llaman ni “Separados” por
el Cambio ni Juntos por “lo mismo”.
Hace dos años, en los comicios de medio término, Juntos por el Cambio ganó con el
42% de los votos y le sacó ocho puntos de diferencia al oficialista Frente de
Todos, ganando en más de la mitad de los distritos del país. Pero este 13 de
agosto perdió con un candidato sin estructura y le ganó por apenas un punto y
300 mil votos a los candidatos de un gobierno que es una calamidad pública.
Parecía que el retorno al poder dependía solo de que corriera el almanaque. Ahora
ni siquiera se puede asegurar que entren al balotaje.
Los dirigentes
de Juntos por el Cambio son habituales analistas de la realidad en los medios
de comunicación. Algunos desayunan en radio Mitre, almuerzan en Clarín,
meriendan en La Nación+ y cenan en TN. Tanto análisis y ninguno
lo vio venir a Milei. El mapa no es el territorio.
El escenario
del 22 octubre da para que pase cualquier cosa. Entre Javier Milei, Patricia
Bullrich y Sergio Massa hay apenas tres puntos y medio millón de votos de
diferencia, con trece millones de argentinos que no votaron, votaron en Blanco,
o votaron a otros. Nada está dicho.
Pero Juntos
por el Cambio ya demostró que no supo ser gobierno y ahora demuestra que
tampoco sabe ser oposición. Es un espacio lleno de dirigentes que son más
hábiles para el fuego amigo que para rechazar al enemigo. Y, de un modo
imperdonable, en el país del bla bla bla no tienen estrategia comunicacional.
Mauricio
Macri, presidente de un gobierno que tiene mucho que ver con qué millones de
electores busquen otra opción, ni siquiera sabe disimular que la victoria de
Milei lo puso tan contento como una de las copas de Bianchi en su época en Boca.
En “Rumbo a
peor”, un texto que Samuel Beckett publicó en 1.983, el escritor irlandés
postula que tras un fracaso espera otro fracaso y solo queda resistir y seguir.
“Fracasá mejor”, propone Beckett.
Racing, para ser campeón, debía
meter ese gol de penal a un arquero que casi nunca los ataja.
Los jugadores se pelearon entre ellos a ver quién pateaba. Lo pateó Galván,
Armani lo atajó y el campeón fue Boca. Lo que sus hinchas no olvidarán no es tanto el
campeonato perdido sino la forma en que fue desperdiciado.
Puede que este
sea el tiempo de Milei y no quede demasiado por hacer. Pero deben
dar pelea y ser todo lo inteligentes que no han sido. Mostrar el carácter que no han mostrado.
Si van a fracasar, fracasen
mejor.
Walter Anestiades
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