sábado, 19 de agosto de 2023

 

             EL PENAL DE GALVÁN

 

     Domingo 23 de octubre de 2022. Boca jugaba en su cancha y, ganando, sería el campeón de la liga. Pero no podía ganar, empataba con Independiente y le dejaba el título servido a Racing, que también jugaba en su cancha contra River. Justo a los 44 del segundo tiempo hubo penal para Racing. Si lo metía sería el campeón. El arquero de River era Armani y, como se sabe, los penales no son lo suyo. Los jugadores de Racing se pelearon entre ellos. Tanto que de esa discusión derivó que lo pateara Jonathan Galván, cuando tenía compañeros más experimentados, y lo hizo mal. Armani lo atajó y así Racing perdió lo que tenía ganado. Exactamente eso le acaba de pasar a Juntos por el Cambio…

     Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió, Gerardo Morales, Miguel Ángel Pichetto, Humberto Schiavoni y el resto de los dirigentes nacionales, provinciales y municipales de Juntos por el Cambio deberían leer a Leopoldo Marechal.  El “poeta depuesto”, como se llamaba a sí mismo, decía que “Cuando se recibe un nombre se recibe un destino”. Se llaman “Juntos” por el “Cambio”. No se llaman ni “Separados” por el Cambio ni Juntos por “lo mismo”.

     Hace  dos años, en los comicios de medio término, Juntos por el Cambio ganó con el 42% de los votos y le sacó ocho puntos de diferencia al oficialista Frente de Todos, ganando en más de la mitad de los distritos del país. Pero este 13 de agosto perdió con un candidato sin estructura y le ganó por apenas un punto y 300 mil votos a los candidatos de un gobierno que es una calamidad pública. Parecía que el retorno al poder dependía solo de que corriera el almanaque. Ahora ni siquiera se puede asegurar que entren al balotaje.

     Los dirigentes de Juntos por el Cambio son habituales analistas de la realidad en los medios de comunicación. Algunos desayunan en radio Mitre, almuerzan en Clarín, meriendan en La Nación+ y cenan en TN. Tanto análisis y ninguno lo vio venir a Milei. El mapa no es el territorio.

     El escenario del 22 octubre da para que pase cualquier cosa. Entre Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa hay apenas tres puntos y medio millón de votos de diferencia, con trece millones de argentinos que no votaron, votaron en Blanco, o votaron a otros. Nada está dicho.

     Pero Juntos por el Cambio ya demostró que no supo ser gobierno y ahora demuestra que tampoco sabe ser oposición. Es un espacio lleno de dirigentes que son más hábiles para el fuego amigo que para rechazar al enemigo. Y, de un modo imperdonable, en el país del bla bla bla no tienen estrategia comunicacional.

     Mauricio Macri, presidente de un gobierno que tiene mucho que ver con qué millones de electores busquen otra opción, ni siquiera sabe disimular que la victoria de Milei lo puso tan contento como una de las copas de Bianchi en su época en Boca.

     En “Rumbo a peor”, un texto que Samuel Beckett publicó en 1.983, el escritor irlandés postula que tras un fracaso espera otro fracaso y solo queda resistir y seguir. “Fracasá mejor”, propone Beckett.

     Racing, para ser campeón, debía meter ese gol de penal a un arquero que casi nunca los ataja. Los jugadores se pelearon entre ellos a ver quién pateaba. Lo pateó Galván, Armani lo atajó y el campeón fue Boca. Lo que sus hinchas no olvidarán no es tanto el campeonato perdido sino la forma en que fue desperdiciado.

     Puede que este sea el tiempo de Milei y no quede demasiado por hacer. Pero deben dar pelea y ser todo lo inteligentes que no han sido. Mostrar el carácter que no han mostrado.

       Si van a fracasar, fracasen mejor.

 

 

Walter Anestiades

    

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