domingo, 3 de marzo de 2013

¿QUE ES ESO DE “VAMOS POR TODO”?




     En el verano de 2012, en el aniversario del primer izamiento  de la Bandera Nacional, la Presidente de la Nación Cristina Fernández, viuda de Kirchner, lanzó en Rosario una frase en la que hay que detenerse. Por supuesto que hay que detenerse. “Vamos por todo” les señaló a sus militantes rentados. Epa! ¿Y éso?  ¿Qué corno querrá decir “vamos por todo” en boca de la mandataria con mayor concentración de Poder político, económico y mediático que conoció la Argentina en el último medio siglo?

     Nadie pregunta. Nadie responde. En un contexto diseñado para que nadie en particular pueda preguntar lo que nadie en particular pueda responder. Pero dado que la trayectoria política de los Kirchner demuestra que desde que “él” asumió como intendente de Río Gallegos en 1987 se han venido pasando  el debido funcionamiento de las instituciones democráticas por El Calafate, esa frase sospechosa  de “ella  obliga  a pedir explicaciones. 

     Puede que alguno crea que Charles Louis de Secondat, más conocido como el Barón de Montesquieu, se puso a escribir su teoría de la División de Poderes porque en el siglo 18 en el que vivió no existía la televisión y entonces al no poder ver a Tinelli se aburría mucho. Pero no fue por éso. Escribió sobre la división de poderes porque las palabras “República” y “Democracia” con la que nos llenamos la boca todos los días tienen sus reglas a respetar para funcionar bien. Una, fundamental, es que una sola persona no puede almacenar todo el Poder y hacer lo que se le antoje. De modo tal que, de entrada nomás, eso de ir por “todo” suena muy mal.

     Es cierto que  la propagada ignorancia cívica lleva a que miles y miles de personas no sepan-y algunos ni siquera pretendan saber-que es la calidad institucional lo que lleva a una sociedad a tener una mejor calidad de vida. Habrá que seguir insistiendo con este concepto tan vinculado  a nuestra vida cotidiana.

     En diciembre la Argentina cumplirá treinta años de ejercicio initerrumpido de la Democracia, hecho inédito en nuestra historia.

     Lejos está el país de haber resuelto ni uno sólo de los grandes problemas estructurales y coyunturales que tiene. No es que faltan cosas por hacer. Falta todo. Y la Presidente es la primera responsable de eso.

     A ver si ahora, antes que sea demasiado tarde, la gilada se despabila…

  
    

    

    

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