miércoles, 19 de agosto de 2015

                CLOSS ESTA DESNUDO

          Cuando Hans Christian Andersen escribió su famosa fábula en el siglo XIX, quizás ignoraba que pudiera servir para intentar explicar el estado de las cosas en una provincia de un país de América del Sur dos siglos más tarde. En un comicio no se decide quién “tiene razón”. Pero si en esa provincia hay tanta gente cobrando unos buenos dinerillos para hacer creer que sí, habrá que refutar ese nuevo disparate.








     En 1837  Hans Christian Andersen-autor de “El patito feo”- escribió “El traje nuevo del emperador”, un apólogo en el que el célebre escritor de cuentos para niños advertía bajo las formas de una moraleja:” No porque todo el mundo piense que algo es verdad, ese algo es verdad”. En el cuento, al que la modernidad conoce como “El rey desnudo”, el danés narra la historia de un Rey que se entera que un par de famosos sastres han llegado a sus dominios. Ya en palacio el dúo se dedica a hacerle algunos trajes al monarca y a disfrutar de la buena vida y de las riquezas del rey entusiasmado con la idea de deslumbrar con sus “pilchas”. Los sastres le prometen hacerle un traje tan bello como único. Al avisarle al Rey que estaba listo y se lo podía probar le advirtieron que el traje confeccionado podía ser visto por todo el mundo, excepto por los tontos. En rigor de verdad lo estaban estafando pero el rey prefirió creer que de verdad le habían compuesto un traje de maravilla y a medida. Pero prefirió andar desnudo antes de pasar por uno de esos tontos incapaces de ver la fastuosidad de la novel ropa. Convocó a sus colaboradores que, como buenos cortesanos, corroboraron que el traje era impactante y que al rey le quedaba fascinante. Con tanto obsecuente persuadiendo al rey de que el traje era prodigioso, el dúo se marchó del reino llevándose un pago extraordinario. El rey paseaba desnudo por el palacio y, ancho ya su ego de tanto elogio, decidió que su pueblo merecía observar tamaña creación. Y así el rey paseó por todo el pueblo, recibiendo a su paso, los elogios de los campesinos, de los nobles, de los militares, de los escribas y de cuanto habitante cruzaba. Todos lo veían desnudo pero, por temor a contradecirlo, se sumaban al coro de adjetivaciones. Hasta que un pequeño niño, al verlo pasar, gritó: “el rey está desnudo”. El chico removió la conciencia de los pobladores que empezaron a decir también “El rey está desnudo”. El rey, avergonzado, salió corriendo.

     Nuestra ignorancia cívica ha progresado tanto que hemos entronizado a una caterva de serviles cuya misión es amplificar los disparates que el Poder pretende hacer pasar por una suerte de nuevo sentido común. En la Misiones feudal suele escucharse-y leerse-que, palabras más o palabras menos, el gobierno renovador-kirchnerista “tiene la razón” en el debate político porque gana las elecciones. Así que, opositores, a cerrar la boquita, a hacer un exámen de contricción y luego salir a reconocer en los mass-media las bondades de la gestión Rovira-Closs que no habeís querido ver por mezquindad y tuvo que ser el pueblo el que les quitara las vendas de los ojos votando a cualquier impresentable que se postule por el oficialismo.

     Pero que reverenda pelodurez…

     En una democracia el que gana una elección no tiene “razón”. Obtiene la legitimidad de base para administrar la cosa pública con el consenso popular. Y de manera temporal. Y con respeto por las minorías. “Novedad” que precisamente trajo este sistema. Punto. Que la democracia no la inventaron ni Cristina, ni Scioli ni Rovira. Aunque algunos coman, beban, trasnochen y copulen gracias a las monedas que les depositan por decir que sí.

     La vida promedio del misionero de hoy es miserable: falta agua potable, luz, cloacas, los salarios son paupérrimos y el despotismo está a la vista en cada capanga de pueblo. Chicos desnutridos caminan las calles de municipios chicos y de municipios grandes mientras el ministro de salud anda de campaña como si hubiera hecho por el asunto algo más que gambetearlo. La inseguridad es un problema in crescendo que hace rato doblegó a Jorge Franco por más que el ahora ministro de gobierno llegue al parlamento nacional con el voto de cada otario que cree que acá no es para tanto solo porque todavía no lo mataron a él.

    303.767 misioneros dijeron, el 9 de agosto, que el traje del gobernador y candidato a diputado nacional era de gala. A la manera de aquél chico del cuento de Andersen, hay que decirle la verdad. 
     Maurice Closs está desnudo.





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