sábado, 7 de noviembre de 2015

               DOCE AÑOS A LA BASURA

     Pobre de alguna gente. No saben que la vida es una suma de momentos y que cada momento es único e irrepetible. Y que no vuelven más. Los argentinos de hoy, por miedo a atreverse a cambiar, a ser mejores, a evolucionar, tiraron doce años a la basura. Desperdiciaron momentos que no se recuperan nunca más.

  Con el cuento bien contado y contado a cada rato de que siempre se puede volver al pasado, la sociedad de hoy cree que el futuro dura veinticuatro horas y que la felicidad no pasa de ser un número que no empiece con cero en la cuenta del cajero automático donde dice “monto disponible”. Lo curioso es que el cuento lo narran los arquitectos de ese pasado al que ahora usan como un “cuco”. Rovira nos advierte de la Misiones de Puerta. Y Scioli de la Argentina de Menem. Perdón, me equivoqué con el término. No es curioso. Es patético.

     Yo no sé en qué momento el conformismo se transformó en la ideología mayoritaria de los argentinos. Tampoco sé cómo se convierte a un conformista en un exigente. Quizás habría que demostrar que Cristina Kirchner ha operado para favorecer a Boca en algún partido. Porque parece ser eso lo único que provoca indignación en un número sustancial de argentinos. Habrás notado que tipos y tipas que jamás se quejan por nada, que son capaces de aguantarse humillaciones que no sé si se las habrán aguantado los esclavos en el imperio romano, reaccionan por el fulbito.

     En Oberá, por ejemplo, el intendente Ewaldo Rindfleisch chocó la calesita. A una ciudad emplazada sobre el acuífero Guaraní-de las mayores reservas mundiales de agua dulce-la dejó en “emergencia hídrica”. Y lo votaron tres veces. Dice la Biblia en “Galatas” capítulo 3, versículo 4,  “¿Tantas cosas habéis padecido en vano?”. ¿Serán conscientes los obereños de cuánto padecieron en vano?

     ¿Cuántos argentinos habrán sufrido, muchos al punto de morir asesinados, por miedo al 2001? Sin detenerse a reflexionar que De la Rúa se habrá ido en uno pero no cayó desde un helicóptero. Se lo votó. Como a Menem, otro gran contador de cuentos. Como ese de que el dólar valía lo que el peso. A propósito. Cómo nos gustan los cuentos malos!

     Oberá, Misiones, la Argentina toda, nunca sacan su potencial. Apenas si cambian de tirano sin mudar de tiranía como nos alertó Mariano Moreno hace dos siglos. Dos siglos!

     Se viene un balotaje y otra vez nos cuentan el cuento del “cuco”.

     "De lo que tengo miedo es de tu miedo”, escribió William Shakespeare.

     A los misioneros no hace falta meterles miedo. Alcanza con explotar el que llevan adentro desde que Carlos Rovira los convirtió en sus vasallos. Al resto de los argentinos, veremos.

     Si la sociedad entendiera que bastaría con exigir lo que nos corresponde. “Pedid y se os dará”, dijo uno que sabía de lo que hablaba. “Exigid y se os dará”, podríamos adaptar eso republicanamente.

     Tiramos doce años a la basura por cobardes y cómodos. Por miedo a cambiar. Por esa costumbre asquerosa de negar la realidad creyendo vivir ya en esa meta por la que nunca nos esforzamos en llegar de verdad. Por conformarnos con miguitas del gran banquete del que comieron quiénes fueron gobierno. Lo mismo de siempre. Los mismos de siempre.

     La burguesía, nuestra clase media siempre temerosa, bancó al kirchnerismo que ha sido el mayor enemigo de la clase media en nuestra historia. ¿Por qué ascender a Scioli de un inútil gobernador bonaerense a un inútil presidente de la nación? Esa misma clase media que siempre se cree que la plata del estado la fabrica Dios. 

     “Cuando llega el tiempo en que se podría, es porque ya pasó aquél en el que se pudo”, escribió la austríaca Marie von Eschenbag.

     2003-2015.Sé que duele y cuesta mucho aceptarlo, pero es así.

     Doce años de momentos a la basura.

    Momentos que no vuelven nunca más.



     

     

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