MACRI O BOUDOU
El coro oficialista interpreta todo el día
y la noche también la gastada partitura de que en el balotaje habrá “dos
modelos” en pugna. Quizás sea hora de volver a nuestras fuentes y recordar
antes del domingo que viene cuando éramos chicos y papá y mamá nos enseñaban
que lo más imperdonable que podíamos
hacer era robar.
“Tengo miedo de tu miedo” escribió William
Shakespeare y el miedo es la obvia estrategia de personajes que han saqueado al
estado. En un fenómeno de transferencia, diría un freudiano, Scioli y su
caterva de pseudo-peronistas proyectan su miedo sobre nosotros. Tienen miedo,
ellos, de bajarse del caballo y volver a caminar por la calle como simples
vecinos. Fueron doce años de poder omnímodo e impunidad mediática en la que los
bolsillos de todos y todas están más gorditos sin tener que haberlo explicado.
¿Sos consciente de que entre el 2003 y el
2011, producto del aumento fenomenal del precio de los granos en el mundo, la
economía argentina creció alrededor de un 8% anual, que eso fue mucha, pero
mucha, pero mucha guita y que del gran banquete a vos te “arreglaron” con las
miguitas?
Con el dinero que entró debería haber
pleno empleo, muchos menos planes sociales (que disminuyan porque hay más
trabajo sería una buena noticia y no al revés como te quieren contar), agua
potable, energía eléctrica, gas natural y cloacas para todos y todas. Esto no
sucedió y nuestra economía dejó de crecer hace cuatro años. ¿Adónde está el
dinero que entró? Chiquitos desnutridos recorren el país viviendo con familias
cuya calidad de vida está más ligada al siglo XIX que al siglo XXI. Por el
contrario crecen en tierra fértil funcionarios públicos que ya no saben que hacer con tanto cash y
propiedades disponibles. ¿Esa es la Argentina que te gusta? Porque corrupción
hay en todos lados pero tanta impunidad como acá en muy pocos.
Hace un año el diario Perfil de Buenos
Aires publicó que la base de datos de los tribunales federales acumulaba 745
denuncias contra los ministros y funcionarios del gabinete nacional por causas
de corrupción. La mismísima presidente Cristina Kirchner, “la abogada exitosa”,
encabezaba el ranking con 298. Las acciones judiciales, en todos los casos, son por delitos similares:
defraudación contra la administración pública, asociación ilícita, malversación
de caudales públicos, enriquecimiento ilícito, negociaciones incompatibles con
la función pública e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
El emblema de todo este cuerpo en el que
se toque dónde se toque sale pus, es el vicepresidente de la nación, Amado
Boudou. Boudou se convirtió en el primer vice de nuestra historia en tener un
procesamiento judicial. Pero, para asegurarse el récord quizás, tiene una más.
Tiene dos:
-El juez
Ariel Lijo lo procesó por cohecho y negociaciones incompatibles con la función
pública en la causa por irregularidades en el salvataje de la ex Ciccone
Calcográfica, la imprenta que hacía los billetes y con la que habría pretendido
quedarse a través de un testaferro. El parlamento nacional, kirchneristas,
sciolistas y los legisladores misioneros salvo uno, estatizaron la empresa en
el único caso de nuestra historia de corruptela-y vaya que tenemos historia en
eso-en la que se nacionalizó una empresa que, oficialmente, no tiene dueños.
-El juez
federal Bonadío lo procesó en agosto de 2014 en una causa en la que se le imputan irregularidades
en el trámite de la compra de un automóvil Honda con papeles falsos que hizo
hace más de dos décadas. Parece que el “vice” truchó el 08 y fue procesado por
el delito de "falsificación de documento público, en carácter de partícipe
necesario".
En los últimos años la corrupción gubernamental,
heredera del menemismo que inventó al Daniel Scioli político, ha quedado
disimulada por un fenomenal aparato de propaganda que hegemoniza el espacio de
lo simbólico. ¿Qué es un aparato de propaganda? Un montón de personas que
cobran millonarias sumas de dinero que salen del estado para decir las cosas
que el gobierno quiere y cómo quiere, disimular u ocultar mentiras y hurtos,
disfrazar la propaganda de acto institucional y atacar en bloque a todo disidente que se
atreva a contar algo de la verdad como para hacer promedio ante tanto engaño.
Por supuesto el grueso de la sociedad argentina suele dispensar cualquier
manejo turbio de la cosa pública siempre que el sueldito esté depositado en el
cajero y porque sigue creyendo que la plata de la cosa pública la pone Dios.
Mentiras y mucho dinero para hacerlas
pasar por verdad. Todo apoyado en un despotismo monologuista con votos cautivos
y una epidemia de ignorancia social nunca vista antes.
¿Qué Macri es esto o lo otro? Ya veremos
que hace. Mientras tanto antes que la sanata antinoventa en boca de los que
pergeñaron los noventa, prefiero un verso de Pablo Neruda. Tiene nivel. ¿Así
que Macri va a “devaluar” y a “ajustar”? Hipótesis. En mayo de 2003, cuando
asumió Néstor Kirchner, el dólar oficial valía menos de tres pesos y ahora vale casi diez. En mi
barrio a eso lo llaman “ajuste”. Y fue bancado por el fenómeno de la
pauperización salarial, ese proceso en el que la inflación, la mayor fábrica de
pobres que se conoce, se comió tu poder adquisitivo. Y en mi barrio a eso lo
llaman “ajustar”. Macri “podría” devaluar y ajustar. Scioli y los kirchneristas
ya lo hicieron.
“Incluso el pasado puede modificarse; los
historiadores no paran de demostrarlo”, señaló el filósofo Jean Paul Sartre.
Los kirchneristas no paran tampoco de demostrarlo. Que Daniel Scioli, copryght
Carlos Menem, le intente decir a millones de argentinos, con una caradurez de
amianto, que él es la opción para no volver al neoliberalismo menemista es algo
que sólo se pueden creer dos clases de personas: los muy jóvenes que no
vivieron ésa época y los imbéciles.
Como nos enseñaron papá y mamá, robar
está muy mal. Y hay que entender de una buena vez que todo kirchnerista tiene
algo de Amado Boudou. Por eso Boudou es el kirchnerista perfecto.
El balotaje tiene sólo dos opciones,
gusten más o gusten menos o no gusten nada.
Macri…o Boudou.
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