BIENVENIDOS A LA REALIDAD
Bien lo precisó George Bernard Shaw,
maestro de las letras que vivió un poco en el siglo XIX y un poco (menos) en el
siglo XX: “Si un gobierno le roba dinero a Pedro para pagarle a Pablo, siempre
contará con el apoyo de Pablo”.
Doce años de kirchnerismo en el país y de
renovación en Misiones dejaron demasiados “Pablos”. Y ya es hora de pensar en
los “Pedros”.
Quizás no esté mal engancharnos con
algunas ilusiones. Pero, ¿con ilusiones tan berretas? Que el peso vale lo que un dólar, que “deme
dos”, que el servicio militar educa a los pibes (preguntale a Carrasco), que
“el proyecto nacional y popular”, que “la década ganada” y que se yo cuántas
más. En el omega del mandato de los nuevos ilusionistas nos encontramos como
siempre: con ellos gordos de poder y dinero y nosotros sobreviviendo de un modo
más o menos igual de miserable. Y con la evidencia bruta de que las “cosas
pendientes” son las mismas de toda la vida: salud, educación, seguridad,
justicia, empleo, buenos salarios, cloacas, un proyecto de país, provincia,
ciudad o pueblo y el deseo esperanzado de un desarrollo de un potencial del que
siempre estamos lejísimo.
Seguimos con esperanza. Qué bien dijo
Bacon, “Es un buen desayuno. Pero una mala cena”.
Los que se van no se quisieron ir así que
habrá problemas.
El peronismo deberá deshacerse del
kirchnerismo. ¿Otra vez la interna peronista? Maldito círculo vicioso.
Macri deberá lidiar con una economía que
no crece hace cuatro años, con un déficit fiscal de un color rojo carmesí, con
un precio de los commodities muy bajo y con señores y señoras de cuarenta años
a los que les han hecho creer que la vida consiste en ir una vez al mes al
cajero automático o al correo o al banco a retirar unos pesos ganados con el
único sudor de haber ido caminando al cajero automático, al correo o al banco.
Y a esperar el mes que viene porque la vida es un regalo del estado. Un estado
cuya plata, sospechan, la pone Dios.
Por el momento a la gente le encantan sus
nuevos y buenos modales. Ya veremos cómo reacciona más adelante una sociedad
que ha demostrado en estos doce años que por mil mangos se banca cosas que ni
un esclavo soportó durante el imperio romano.
En Misiones la Renovación puede inflar el
pecho. Gana con porcentuales que no saca ni el Partido Laborista en Noruega
(uno de los países con mayor ingreso per cápita del planeta). Pobres los
escandinavos sin un Rovira, sin un Closs, sin siquiera un Jacobo o un Thomas.
Buena parte de los obereños, como siempre,
viven maldiciendo la cosecha de su propia siembra. Están enojados porque el
gobernador obereño Passalacqua-renovador-le dio un cargo provincial al ex
alcalde Ewaldo Rindfleisch-renovador-después de que ellos votaron masivamente por un cambio entronizando al médico Carlos
Fernández-renovador-.
Después de dos décadas aún no entienden
la trampa de la ley de lemas. Y, para tornar tangible el hastío con la norma y
que la cambien de una buena vez, votaron diputados provinciales-renovadores-que
son los que la mantienen viva y en perfecto estado de salud.
De todos modos en unos días la bronca se
les va a pasar. Hasta dentro de un par de años, en los comicios legislativos,
cuando vaya uno a saber a qué renovador volverán a elegir.
Se acabó la mentira. No hay energía
eléctrica para todos porque no se invirtió. Así que en cuánto el termómetro
marque treinta grados mínimo cortarán la luz porque la demanda goleará a la
oferta. No hay agua potable a pesar de estar rodeados del recurso así que
también faltará todo el verano porque ahí tampoco se invirtió. El gas, en estas
latitudes, seguirá viniendo en garrafas porque el gasoducto ha sido un verso
digno de Walt Whitman. Igual tranquilos porque dónde sí hay gas natural-en todo
el resto del país salvo Corrientes, Formosa, Chaco y Misiones-cortan el
servicio cada invierno porque tampoco alcanza para todos y, en vez de
aprovechar el que tenemos, le compramos a Bolivia.
Se acabó la mentira. La inflación es
altísima y al INDEC lo manejaba Goebbels. Trabajo no hay y el estado está
reservado para los gomías.
Se acabó la mentira. Las tarifas no son
caras sino baratas y el dinero de los subsidios se lo fumaron así que habrá que
aumentarlas. Luz, agua y gas, escasean. Los servicios son malos y caros y
seguirán así por mucho tiempo.
Veremos cómo se las arreglan desde el
nuevo gobierno para enfrentar al narcotráfico, génesis de cualquier análisis
racional sobre el drama de la inseguridad. Es que hace mucho alguien en el
estado descubrió que con la droga, era más negocio venderla que combatirla.
Y con la educación. Un devenido sistema
de facilidades que tomó a la excelencia, la envolvió en papel higiénico y la
arrojó por el inodoro con destino de cloacas.
Doce años de kirchnerismo no son
gratuítos.
Lo que tampoco era gratuíto fue el aparato
de propaganda montado sobre la base de periodistas sin talento que no podrían
ser otra cosa que oficialistas pauta-dependientes. ¿Qué harán ahora? ¿Zafarán
de algún modo? Puede ser. ¿Quiénes son? Es fácil reconocerlos. O por lo que
dicen, o por lo que escriben o por el olor.
Se va el 2015 y con él doce años de unas
mentiras tan bien dichas y tan amplificadas que contaron-cuentan- con un
consenso jamás experimentado.
Viene el 2016 y con él un desafío ineludible
que nos obligará a enfrentar a la realidad.
Te lo dijimos hace mucho. La realidad
tiene una vieja costumbre. Cuando queremos evadirla, deja que nos escapemos.
Sabe que, con el tiempo, siempre nos alcanza.
¿Cuántos “Pedros” y cuántos “Pablos” habrá
dentro de cuatro años?
La pregunta no es que haremos nosotros
con la realidad sino ¿que hará la realidad con nosotros ahora que nos alcanzó
de nuevo?
Argentina del omega del 2015 y el alfa del
2016.
Una vez más, se acabó la mentira.
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