¿PUEDE UN GOBIERNO KIRCHNERISTA
SER HONESTO Y REPUBLICANO?
¿Quién no ha
oído sobre la fábula de la rana y el escorpión? Había una vez una rana sentada
en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: “Necesito
cruzar el río. ¿Podrías llevarme en tu espalda?”. ”No. Si te llevo en mi espalda,
me vas a picar y me vas a matar”, le respondió la rana. “No seas tonta. Si te
pico, yo también me ahogaría”, la refutó, consiguiendo persuadirla. Se montó
sobre la espalda de la rana y empezaron a cruzar el río. Cuando llegaron a la
mitad, la picó. Al sentir el picotazo y darse cuenta que iba a morir, la rana le
preguntó: “¿Por qué me picaste? ¿No te das cuenta que vos también vas a
morir?”. Y el escorpión le confesó: “No lo pude evitar. Es mi naturaleza”.
En las PASO del domingo 11, dónde no se
definía nada pero parece que se definió todo, Cristina Kirchner consiguió el
47% de los votos y quince puntos de ventaja sobre Macri. ¿El Presidente puede
revertir esos números en octubre? Imposible no es, pero hay un hecho político y
aritmético insoslayable. El peronismo sumado a una de sus defecciones, como es el
kirchnerismo, estando unidos y no divididos, es mayoría en casi todo el
territorio. Esa unión fue clave en la victoria en las primarias. Y en
particular en la provincia de Buenos Aires, donde los votos de Sergio Massa
jugaron tanto ahora, a favor de la candidatura de Alberto Fernández y de
Kicillof en la provincia de Buenos Aires-donde votan cuatro de cada diez
argentinos-, como jugaron en contra de las candidaturas de Scioli y Aníbal
Fernández en 2015.
Si en octubre Cristina Kirchner consigue
que se mantenga el caudal de votos a su fantoche, habrá que esperar de ellos en
un nuevo gobierno aquello que viene garantizado no por creencias y
especulaciones, sino por los hechos de sus anteriores gobiernos. “Operari
sequitur ese” (“el obrar sigue al ser”, en latín), escribió Santo Tomas de
Aquino. Cristina Kirchner es lo que es y su esencia precede a sus obras.
La Argentina no está preparada para nada.
El gobierno del presidente Macri se ha mostrado incompetente para lidiar con la
herencia que le dejó el kirchnerismo en 2015: un 31,4% de pobreza, un 10,5% de
desocupación y una inflación acumulada del 476,5% (datos de consultoras
privadas y del IPC Congreso, dada la canallesca intervención del INDEC. No
medían la pobreza para “no estigmatizar a los pobres”, dijo Axel Kicillof, parece
que futuro gobernador bonaerense). El actual gobierno ha empeorado esos números
y su política económica fundió a mucha gente. De modo tal que urge la llegada
de dirigentes decentes-condición fundamental-, respetuosa de los principios
republicanos, y que la corte con los ajustes y la sobrecarga impositiva. Nueve
millones de trabajadores del sector privado bancan con sus impuestos a quince
millones que viven del estado nacional, provincial o comunal. ¿Quién, cómo y
cuándo va a ordenar ese esquema inviable de una buena vez?
Juan Domingo Perón se fue de este mundo dejando
un país cuyos habitantes tenían desde hacía dos décadas una calidad de vida
hasta entonces desconocida, con un desempleo que alcanzó su mínimo histórico el
año de su muerte-1974-con un 2,7%. Implementó una justicia social que resistió
los embates de su propio exilio, los golpes de estado y la guerrilla. Después
de él, Menem, Duhalde y los Kirchner dejaron pobreza, desocupación y
corrupción. Ni ellos, que la iban de peronistas, ni los gobiernos no peronistas,
le mejoraron la vida a nadie. Sólo se logró el pan para hoy y el hambre para
mañana, pateando los problemas para adelante. En su momento Perón repartió la
torta como jamás lo hizo nadie. El kirchnerismo hizo otra cosa: se comió la
torta y repartió las miguitas. Que un peronista no asuma esta diferencia central
y crea que Perón y Cristina Kirchner han hecho más o menos lo mismo, es porque
que no entendió nada.
Esta Argentina empobrecida necesita de un
gobierno integrado por gente creíble por su honestidad y por su amplitud. No necesita
a exfuncionarios éticamente putrefactos en busca de la impunidad perdida.
En un hipotético nuevo gobierno “K”,
¿harán una “CONADEP del periodismo” como planteó Dady Brieva? ¿“Eliminarán” el
poder judicial, como propuso Mempo Giardinelli? Los que gustan vivir de lo
ajeno ¿“podrán seguir robando, pero con códigos”?, como les aconsejó Guillermo
Moreno? ¿Continuarán con la política de hacer arrodillar a los gobernadores?
¿Dejarán de calificar de “facho” a cada argentino que reclame seguridad? ¿Habrá
planes sociales eternos para gente que no contrapresta a favor de convertirla
en clientes electorales? ¿Esa gente jamás será incorporada al mundo laboral?
¿Quedarán libres de culpa y cargo los “presos políticos” como Amado Boudou,
Julio De Vido, José López, Lázaro Báez y Oscar Thomas? ¿Legalizarán el aborto? ¿Alberto
Fernández “cuidará” a todos los que no lo votaron o solo a la científica Sandra
Pitta? ¿Volverán a imponer el cepo
cambiario? ¿La clase media será la “burguesía
enemiga”? ¿La gente del campo seguirá en boca de los giles como los oligarcas
del sistema? ¿Con qué plan van a atraer inversiones, que es lo único que genera
crecimiento y empleo productivo? ¿La
geopolítica pasará por Venezuela e Irán? La caterva de militantes que en las
redes sociales piden “fusilar por traición a la patria” a los funcionarios y
adherentes de este gobierno, ¿son cuatro de copas que deliran o expresan desde
el llano lo que también piensan sus referentes? ¿Seguirán portándose como
verdaderos patoteros de estado? Alberto explica poco y nada y Cristina se
sometió a un mutismo temporal muy conveniente para la campaña. La estrategia es que la sociedad tenga
presente lo malo que es el gobierno de Macri y se olvide que ellos fueron
peores.
El obrar sigue al ser, nos enseñó Santo
Tomás de Aquino.
¿Podrá
el kirchnerismo, esta vez, no picar a la rana?
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