MISIONES ESTÁ PEOR QUE AYER
PERO MEJOR QUE MAÑANA
Sí. Como en
el tema de “La Mosca”. La provincia de
Misiones empeora porque el poder está cada vez más concentrado en unas pocas
manos, producto de que la mayoría de su población parece no creer en la
libertad, sino en los buenos amos.
Carlos
Rovira acaba de cumplir dos décadas como el señor feudal de Misiones. Cuando
el padre Piña se puso la constitución al hombro y logró evitar que se eternice
en el poder ejecutivo, Rovira cambió de
poder y se eternizó en el legislativo, donde, en la última votación, logró
que lo voten presidente por unanimidad. En la semana que termina cambió de lacayo: el gobernador Hugo
Passalacqua pasó a ser diputado provincial y el vicegobernador Oscar Herrera
Ahuad juró como gobernador.
Hay que detenerse en la reciente
ratificación de Rovira como titular del parlamento provincial. Tiene tanto de
vergonzante como de incierto, porque ya conseguida la unanimidad cabe
preguntarse que podrá satisfacer el ego del
presidente de la Cámara el año que viene (¿vendrán diputados de otras
provincias a votarlo para que en vez de 39 a 0 pueda ganar 60 ó 70 a 0?)
En Oberá Carlos Fernández asumió su
segundo período con la suma del poder público a favor de que en los comicios de
junio su sublema arrasó sin necesitar de los otros candidatos renovadores. No
tiene competencia interna y en la ciudad no hay dirigencia opositora, de modo
tal que hace política solo. Queda
muy poco periodismo. Los dos tercios del Concejo Deliberante responden
directamente a él. A la defensora del pueblo la nominó él. Acaba de nombrar a su hijo como secretario comunal y la sociedad no
tuvo reacción. Se dependerá de su autocontrol porque contrapesos no tiene ninguno. Para rematarla, como consecuencia de
lo ocurrido en los comicios distritales de octubre, en la semana el presidente
de la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá-CELO-se quedó con el control absoluto del Consejo de Administración.
Pedro “Pilo” Andersson, hombre del diputado provincial renovador k Rafael
Pereyra Pigerl, es otro dirigente local que consiguió concentrar el poder en
sus manos.
En Eldorado Norberto Aguirre, quién asumió
cuando Fernando De la Rúa era el presidente, dejó la alcaldía después de veinte
años y cinco períodos para ser reemplazado por otro renovador. En Campo Viera
Juan Carlos Ríos, quién asumió cuando Carlos Menem arrancó su segundo mandato, dejó
la intendencia después de veinticuatro años para ser reemplazado, también, por
otro renovador. Hace mucho tiempo ya que
en Misiones los comicios comunales son una mera interna renovadora. Y eso, de
positivo, no tiene nada.
Una recorrida por algunos mass-media permite
observar que, a la tradicional pauta-dependencia que los transforma en tristes
gacetilleros de la renovación, ahora se sumó la obsecuencia al cuarto gobierno
kirchnerista. Llueve sobre mojado. A la
chupada de medias al poder provincial se le agregó la del poder nacional.
Para el jueves que viene está previsto que
se realice en Oberá el juicio por el femicidio de “Marilyn” Bárbaro. 5.739 días después de perpetrado el crimen.
Más de quince años y medio. Con “Ticha” Bárbaro ausente y con un solo
imputado de todos los que había. En esas condiciones hablar de justicia parece
un chiste de mal gusto.
De norte a sur y de este a oeste de
Misiones ocurren injusticias que tienen su génesis en la desidia de quiénes
gobiernan. Al tiempo, crece la cantidad de personas que por ignorancia cívica
despegan a los funcionarios de sus responsabilidades. Estamos ante injusticias a cuyos responsables, la mayoría, ni siquiera los
puede reconocer.
Todo
en un acentuado contexto de abulia. Dónde las protestas sociales se
concentran en Facebook, ese moderno opio de los pueblos. Allí, donde
las críticas no condicionan a ningún poderoso y donde los problemas se comentan
pero no se resuelven.
Un partido hegemónico. Un conductor cuya
voluntad es la ley. Una oposición testimonial. Una sociedad abúlica. Un
periodismo a la carta. Un status quo consolidado y con impunidad garantizada.
Una situación incómoda, para nada inocua, y cada vez con menos voces para
contarla.
Decía Elie Wiesel, un escritor rumano que
sobrevivió al Holocausto, que “Lo
contrario del amor no es el odio. Es la indiferencia”.
Los
ciudadanos que se comprometen son cada vez menos y los vasallos que se someten
son cada vez más.
A los ciudadanos los vas a reconocer
fácil. Es esa gente a la que le importa casi todo.
Y a
los vasallos los vas a reconocer más fácil todavía. Es esa gente a la que no le
importa casi nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario