TA-TA-TA-TA-TA…EN PROBLEMAS
Cada vez que
el presidente Alberto Fernández intente
olvidar quién lo nominó al cargo y para qué está ocupándolo, su vice se lo
va a recordar a través de alguno de esos voceros que le sobran. Los tuits de
Cristina Kirchner vienen con eco.
En
la semana que se fue se pudieron ver las semanas que se vienen. A través de
Víctor Hugo Morales, Hebe de Bonafini, o Julio De Vido, (porque parece que Frankenstein
y Drácula están en aislamiento), el
Presidente fue advertido de que la impunidad tan deseada se está dilatando
demasiado. Por eso, quizás aprovechando que tener al país fundido no le
debe quitar demasiado tiempo, se hizo un espacio para llamar a la radio en la
que trabaja Morales y, vía el charrúa, darle explicaciones a la jefa y a sus
soldaditos de plomo.
Pero lo más trascendente de la respuesta
de Alberto Fernández a los aprietes no fue eso. Tampoco su retórica
conciliadora con las Madres de Plaza de Mayo. No. Lo realmente importante, y por eso pasó desapercibido en esta sociedad
que no distingue entretenimiento de información, es que el Presidente confirmó que en estos días enviará al parlamento el
proyecto para hacer la reforma judicial. Que veremos en qué consiste punto
por punto. Pero que las innovaciones en la justicia queden en manos del sector
político que más explicaciones le debe, y que ya ha dado muestras del
significado que le dan al término “reforma”, es para hamacarse.
Estas líneas se escriben desde Misiones.
Donde sus habitantes deberían saber lo
que pasa cuando los que mandan se aseguran que la impunidad sea legal.
Cristina Kirchner no debería estar en
condiciones de pedir respuestas. Antes, tendría que contestar muchas preguntas.
Que las responda es lo que debería pasar en un país que pretenda un futuro más
o menos sólido. Lo contrario será acomodarse fatalmente a ser un gris habitante
que acepta que funcionarios públicos, secretarios, sindicalistas y choferes ligados
al poder se hagan millonarios y disfruten de los recursos que hacen que después
él no tenga donde caerse muerto.
Que quede claro. Los Muppets no se están
peleando por Venezuela. Están
discutiendo, en voz alta, por los tiempos de la exención y del desquite que los
mueve.
“El
carácter de un hombre es su destino”, dijo Heráclito de Éfeso. Los ciudadanos deberán tener el carácter
del que carece esta dirigencia opositora que en las goleadas recibidas,
festeja demasiado el gol del descuento. La agenda económica del gobierno
excluye a la clase media, para la que tienen otros planes. Ya se irá viendo.
En “Camila”, la notable película de María
Luisa Bemberg, la protagonista le cuenta a su hermano sacerdote la historia de un insecto que nace a las nueve de la
mañana y muere a las cinco de la tarde del mismo día. Camila se pregunta y le
pregunta a su hermano, “¿cómo puede ese insecto comprender el significado de la
palabra noche?”.
Millones de argentinos no tienen trabajo y
les urge un peronismo de verdad, el de la justicia social, el que genera trabajo
y reparte pedazos de la torta, no las miguitas. Hay que crear riqueza armando
un capitalismo en serio, en vez de perder el tiempo discutiéndolo. Hay que
educar con exigencia. Hay que sacar al pobre de su pobreza para que deje de ser
cliente. Hay que explotar de una buena vez los recursos que tenemos. Hay que
cortarla con tanta impunidad. Hay que dejar el insoportable bla bla bla y
exhibir gestión. Hay que evitar que ser asaltado sea parte ineludible de la
historia cotidiana. Asumir que el estado no está para acomodar a los inútiles
del partido y los privados no están para socializar sus pérdidas.
Pero, ¿quién se lo hace entender a este
gobierno y a sus defensores?
Si
para ellos todo eso, es la palabra “noche”.
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