lunes, 1 de marzo de 2021

 

LA QUE FALTABA: HINCHAS DE BOCA CON   MENTALIDAD DE HINCHAS DE RIBER

 


     Luis María Albamonte, estupendo escritor que se hizo famoso con el seudónimo de Américo Barrios, definió al club Boca Juniors como “un estado de ánimo”. Por lo que genera en sus hinchas pero también por lo que genera en los hinchas de sus rivales. Y sobre eso queremos detenernos unos instantes. Sobre el estado de ánimo del hincha de Boca, básicamente el hincha joven, que se aleja de cierta tradición para acercarse al estado de ánimo que suelen ser clásicos en los hinchas rivales. Y eso no es bueno.

     Se ha tornado habitual leer, oír, a hinchas de Boca que reaccionan más parecido a un hincha de River que a uno de Boca. Exagerando los malos momentos del equipo, desdeñando algunos títulos conseguidos, puteando a quién no debe, y repitiendo, con una falta de personalidad alarmante, las estupideces que se dicen en los decadentes programas futboleros de la televisión, ganados por intereses no tan nobles como las del hincha que quiere que su equipo gane y gane siempre. Una televisión donde todo es hipérbole. Un periodismo deportivo en el que los periodistas que sabían escribir fueron desplazados por matones de los micrófonos (como diría el “flaco” Menotti).

     Así, hay hinchas que consideran que ganar una liga local es un logro menor (no vivieron la sequía de once años entre 1981 y 1992). Que creen que la historia internacional del club arrancó con Carlos Bianchi (una década antes un tal Juan Carlos Lorenzo había obtenido dos Libertadores y una Intercontinental jugando de visitante en Alemania). Que no saben valorar que la institución tenga el orden financiero imprescindible para encarar proyectos deportivos. A propósito, ¿sabrán que en la década del ochenta, producto de la corrupción interna, el club estuvo cerca de quebrar y con chance de desaparecer hasta que fue literalmente “salvado” por la administración de Antonio Alegre y Carlos Heller y que eso hizo posible la llegada y los éxitos coperos del tándem Macri-Bianchi? ¿No te importa la economía del club? ¿Averiguá qué llevo a River, San Lorenzo, Racing e Independiente al descenso? ¿Te creés que todo fue la pelotita? Lo único que saben estos muchachos es repetir, como loritos mal entrenados, que “lo único que importa es la Libertadores”. Obvio, aprehendieron (así, con “h” en el medio) el slogan de la empresa que tiene los derechos televisivos de la copa, que les metió en la cabeza la palabrita que usan en sus spots: la Libertadores es una “obsesión”. Y entonces ellos se obsesionan. Quizás alguien me desmienta pero, ¿escuchaste alguna vez a Carlos Bianchi hablar de “obsesión” por ganar la copa? Y ya sabemos que ganó tres de América y dos del mundo.

     Hoy Boca, dirigido por Miguel Ángel Russo, está ofreciendo espectáculos impresentables. Ganó dos títulos en un año y en ambos desplazó al River de Gallardo. Sí. Y llegó a semifinales de la Libertadores, pero perdiendo en Brasil de un modo que ameritaba renuncias masivas de cuerpo técnico, jugadores y de exjugadores metidos a dirigentes (en la Argentina los puestos de managers y los “Consejos de fútbol” parecen más un “conchabo” para exglorias del club que otra cosa). Puede que Russo, que ha ganado tres títulos en Boca, que es un “señor” con todas las letras y que viene de ganarle a algo que es más poderoso que el Bayern Munich-el cáncer-, deba dar un paso al costado. Pregunta, ¿para que venga quién? Dicen que Boca debe echar a este entrenador y traer a otro para ganar la séptima Libertadores y, después, ir por el Mundial de Clubes. Ajá. Pongámosle nombres propios a esa “obsesión”. ¿Qué entrenador llega a Boca y garantiza eso?

     En los últimos cinco años Boca obtuvo siete títulos (cuatro ligas y tres copas nacionales). Boca, solo, ganó más títulos en el último lustro que los otros tres grandes juntos: Racing (ganó una liga y una copa nacional), Independiente (ganó dos copas internacionales) y San Lorenzo (ganó una copa nacional). Por supuesto, el River de Gallardo (un entrenador magnífico) consiguió, una vez que la administración de Donofrio encarriló las cosas en la institución, once títulos. Pero no “ganó todo”, como repiten esos periodistas televisivos que, cuando hablan, se parecen a la “Gorda” Matosas y no por el peso (sabés quién fue, ¿no?). “Ganar todo” es ganar la liga local, la Libertadores y el título mundial de clubes. Algo que en River Plate solo consiguió el “Bambino” Veira en 1986. En los once títulos de Gallardo hay tres ediciones de la Copa Argentina (que cuando la ganaba Boca esos mismos periodistas decían que no era trascendente), tres ediciones de la Recopa Sudamericana (“copas de dos partidos” decían cuando Boca las ganaba con Alfio Basile). Una Supercopa Argentina (un título menor pero ganada a Boca). Y una Suruga Bank (bueh…). Sí es de un mérito de aquellos las dos Libertadores y una Sudamericana que consiguió. El haber hecho de River lo que nunca había sido: un equipo “copero”.

     El domingo 9 de diciembre de 2018 River le ganó a Boca 3 a 1 la final de la Copa Libertadores y fue campeón en el estadio “Santiago Bernabeu” de Madrid. Un logro que fue único. Que fue impactante. Que fue inolvidable. ¿Y? Alarma que un hincha de Boca, el equipo más campeón del país, el único que sigue aventajando a River en el historial (incluso el historial internacional), el único que nunca descendió de categoría, no sepa devolver las cargadas. ¿Sos hincha del equipo que más alegrías le dio a su gente y el que le dio menos tristezas y no sabés gastar al hincha de River, al que con solo nombrarle la palabra “descenso” o la letra “B” se calienta tan mal que le pones un fósforo al lado y se prende? Tenés menos calle que Venecia.

     El Boca de Russo juega de un modo espantoso (ahora, en la post-pandemia, porque hace un año, cuando ganó la liga jugaba bien). Pero hoy ya no y no hay un “salvador” esperando reemplazarlo (¿se te ocurrió algún nombre de técnico que garantice ganar copas internacionales?). El club, que está muy bien en todo sentido, necesita dar un salto de calidad en lo futbolístico para volver a ganar títulos internacionales (que se disfrutan un montón, vaya novedad). Pero necesita, para eso, una dirigencia que revise lo que pasa en las divisiones inferiores (Boca hace años que no saca a ningún crack), un entrenador que tenga la personalidad y la mentalidad que en su momento tuvieron Lorenzo o Bianchi y que cuesta mucho encontrar, jugadores capaces de rendir en Boca lo que rinden en sus clubes (Boca es otra cosa), y necesita hinchas que piensen como hinchas de Boca. Con una mente fuerte. Exigentes. Que sepan valorar lo que se tiene. Con criterio propio. Que entiendan donde están parados. Y que a la manera de Almafuerte “no se den por vencidos ni aún vencidos”. Si es cierto aquello de Santo Tomás de Aquino, eso de “operari sequitur esse”, “el obrar sigue al ser”, esto es uno se revela en lo que hace, pues será esa mentalidad fuerte de dirigentes, entrenadores, jugadores e hinchas lo que llevarán a Boca a seguir ganando copas que ya ganó muchas veces (en la Argentina casi más que nadie).

 Ah!!! Enterate. La grandeza de un club de fútbol no deriva solo de títulos, estadios hermosos, el número de socios o de momentos. La grandeza empieza con la cantidad de hinchas. Lo que es capaz de movilizar. El más popular es el más grande. Ganando o perdiendo, eso no cambia nunca. Por eso en la Argentina, desde hace un siglo, Boca es el más grande. River es el segundo más grande. Por eso en la tele hablan todo el tiempo de Boca. Bien o mal. Pero siempre de Boca.

     ¿Sos hincha de Boca? Bien. Entonces exigí más y quéjate del equipo, que está jugando horrible. Pero dejá de cacarear. Porque no se está muriendo nadie. Porque el club no se está yendo a la “B”. Porque, aún jugando mal, sale campeón. Porque pareces de River…gil.

 

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