sábado, 6 de marzo de 2021

 

             ¿ASIMILÁS LO QUE COMÉS?

 


  

     Es sencillo verificar que a buena parte de la sociedad misionera, desde que Carlos Rovira se adueñó de la provincia, le cuesta hablar de la política local. Le es más fácil, porque lo ven como menos riesgoso, opinar sobre los problemas de otras partes del país. Que son los mismos problemas. Pero con responsables más lejanos.

     A los formoseños les debe pasar lo mismo. Porque lo que se ve en Formosa es de manual. Con apoyo popular un gobernador empieza a acumular poder. Arma una justicia con jueces y fiscales que no se metan con el presente y con fuerzas de seguridad listas para reprimir cuando aparece algún “rebelde” que no escarmienta. Va consiguiendo mayorías legislativas, cooptando opositores hasta tornarlos testimoniales, de modo que el proceso de “checks and balances” se queda en lo retórico. Logra algo sustantivo para sus planes: hacer lo que quiera sin que nadie lo controle.  

     En paralelo, se va transformando en el editor responsable de los mass-media. Con la pauta oficial premia a los obsecuentes y castiga a los díscolos. Con eso se anota otro poroto: no solo hace lo que quiere. Tampoco se sabe lo que realmente hace. Porque los periodistas que no tranzan se quedan sin eco. Informan y denuncian, sí, pero sus colegas, en vez de portarse como tales y replicar esa información, la ocultan.

     Con su voluntad como ley máxima, sin proyecto de poder que le compita, con publicistas de su gobierno que la van de periodistas, con el total manejo de la “caja” y con disconformes apáticos, desunidos y sin representación, ese gobernador se convierte en mucho más que eso: al decir del sabio Cicerón, llega a ser el nuevo “buen amo”. Es el dueño de su territorio y lo es durante demasiado tiempo, a veces durante generaciones enteras, hasta que algún cataclismo político, alguna traición (lo más probable) o recién su propia muerte, lo eyecte del poder. Y lo reemplace, generalmente, otro “buen amo”. Es difícil determinar si un amo crea a su servidumbre o si la servidumbre se torna voluntaria, como postula Étienne de La Boétie (escritor francés del siglo XVI. Buscá en Google y lee su “Discurso de la servidumbre voluntaria”).

     Por estas horas Formosa es noticia por la represión a una protesta social que allí es inédita. Ahora bien, ¿se trata de un suceso que ayuda a la suficiente cantidad de argentinos a revalorizar la importancia de la lucha republicana o es el entretenimiento de estas horas hasta que juegue Boca? ¿Lo que ven influirá en su voto?

     ¿Y los formoseños? Después de un cuarto de siglo de elegir siete veces consecutivas como gobernador a una misma persona (la última en junio de 2019 con el setenta por ciento de respaldo), ¿habrán empezado a recordar que en ningún lugar de la constitución provincial dice que el gobernador deberá ser siempre Gildo Insfrán o solo se trata de un grupo de valientes que expresan lo que sufren, que intentan hacer valer sus derechos, pero a quiénes les espera el triste destino de tener siempre razón pero nunca votos? Porque el poder se da y se quita cuando hablan  las urnas ¿Los formoseños protestarán con el voto?  

     En el año 2002 los productores yerbateros misioneros llevaron adelante una fuerte protesta de más de cincuenta días que pasó a la historia como “el tractorazo”. Protesta que fue duramente reprimida por orden del  gobernador, Carlos Eduardo Rovira, por entonces aún en el Partido Justicialista. Apenas un año después Rovira mejicaneaba al peronismo, armaba el Frente Renovador (con Maurice Closs, quién mejicaneó al radicalismo) y fue reelecto como gobernador por el nuevo partido. En 2006 el padre Piña y compañía le arruinaron los planes de ser, como Insfrán, un gobernador eterno. Pero Rovira cambió de poder y se eternizó no directamente en el Ejecutivo (donde pone a dedo a sus marionetas para que el pueblo las elija) sino en el legislativo, que preside desde hace más de trece años. Y en las últimas dos votaciones fue electo titular del parlamento por unanimidad, con votos propios y con votos ajenos cada vez más propios. ¿Qué pasó con los yerbateros reprimidos en la protesta de hace veinte años? Hace veinte años que lo votan a él. De hecho, una de las caras más visibles de aquél “tractorazo”, el productor Julio Peterson, hoy es diputado provincial. ¿Adiviná por qué partido se postuló y fue electo? Sí. El de Rovira. Bingo!

     En “El hombre mediocre” José Ingenieros advierte que “el hombre no vive de lo que engulle, sino de lo que asimila”.

      Los formoseños están engullendo bienvenidos reclamos de libertad. Cierta oposición engulle la debida representación y defensa de esos reclamos. Muchos argentinos engullen las explícitas imágenes de lo que pasa cuando se quiere hacer valer los derechos en un lugar gobernado por gente a la que nadie controla. Algunos, incluso, consiguen engullar la obvia y añeja asociación que hay entre los déspotas provinciales y los nacionales.

       Pero atenti, que bien clarito lo dijo el médico.

      Para alimentarse bien no alcanza con tragar.

      Hay que asimilar.


Walter Anestiades 

 

 

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