EL PERONISMO COMO ENTELEQUIA
“Si arrastré por este mundo, la vergüenza
de haber sido y el dolor de ya no ser…”, canta Carlos Gardel en “Cuesta Abajo”.
Hay que asumirlo. En el mediodía del lunes 1º de julio de 1974 Juan Domingo
Perón, tres veces presidente por el voto, se fue de este mundo. Y con él sus
ideas y los indiscutibles beneficios que tuvo el laburante. Lo que vino después
no fue más que una caterva de miserables y corruptos que usaron su memoria para
mejorar sus vidas y empeorar la de ese pueblo que dicen representar. Podrán
quedar millones de peronistas. Pero ya no habrá más peronismo.
Cuando el general Perón murió, hace casi medio
siglo, la Argentina tenía apenas un 5% de pobres, un 6% de desocupados y una
distribución de la riqueza que hoy envidiamos en los países nórdicos. Todo eso
a pesar de un clima de arrastre de violencia política que incluía golpes de
estado, proscripción del peronismo, la Triple “A”, la guerrilla y el crimen
como una forma de hacer política.
Amén del desastre económico (además del
genocidio planificado desde el estado) que dejaron Martínez de Hoz, Lorenzo
Sigaut, Roberto Alemann, José María Dagnino Pastore y Jorge Wehbe en la
dictadura, o de la hiperinflación alfonsinista y el estrepitoso fracaso del dúo
Macri-Dujovne en democracia, los gobiernos peronistas han perpetrado gestiones
económicas calamitosas. Empezando por el icónico Celestino Rodrigo-el del “Rodrigazo”-apenas
un año después de la desaparición de Perón. Siguiendo por la década menemista con
otra híper (la de Erman González), la corrupción estructural, las
privatizaciones (la venta de las “joyas de la abuela”) y el espejismo de la
convertibilidad del tándem Menem-Cavallo. Pasando por Duhalde y la
“pesificación asimétrica”. Y terminando con los Bonny and Clyde de Santa Cruz, con
su José López y los bolsos, con su Boudou, y con su Alberto Fernández y la
ruinosa gestión de la pandemia (130 mil muertos y la economía colapsada).
¿Resultados? La pobreza pasó de aquél 5% al 40% . Y el desempleo hoy es del 7%,
con la caradurez política-traducida en cifras-de considerar “ocupados” a los
que perciben planes sociales. La Asignación Universal por Hijo, por ejemplo, no
exige contraprestación laboral. Manipulan las mediciones (o las ocultan como en
el gobierno de Cristina Kirchner). No cambian la realidad. La relatan…
De aquél peronismo del ascenso social y
creador de clase media a través del trabajo y la distribución de la riqueza, a
este “peronismo” de eternos clientes de intendentes, gobernadores y
presidentes, con jubilados que cobran 50 mil pesos de mínima al tiempo que “la
líder de los pobres”, Cristina Kirchner, cobra más de 4 millones de pesos por
dos pensiones vitalicias (como viuda de un expresidente y como expresidente).
Un peronismo como el de este “Frente de
Todos”, con la inflación de aliada, creador de pobres. Los que hoy se dicen
peronistas y apoyan esto, ¿qué entendieron que era el peronismo? Con lo hecho
por aquellos que defienden, el peronismo hoy es un anacronismo. Y una entelequia.
Hasta podríamos imaginar a
Perón preguntándole a Cristina si esto es peronismo.
Gustavo Adolfo Bécquer escribió que “podrá
no haber poetas, pero siempre habrá poesía”.
Después de medio siglo de Menem, Duhalde,
Néstor, Cristina y Alberto habrá que asumir de una buena vez que en la política
local es totalmente al revés de la apuesta de Bécquer.
Podrá haber peronistas.
Pero ya no habrá peronismo.
Walter
Anestiades
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