POSADAS COMO DECORADO
Cualquiera
puede notar que los medios, más que informar sobre la gestión del alcalde Stelatto,
lo piropean. Se reduce la vida de la capital misionera a lo que pasa en la
estupenda Costanera, el shopping y el café Vitrage, omitiendo el atraso de la
Posadas profunda. Desde el silenciado curro del SEM hasta la vida en los
barrios, para nada envidiable. “Yo soy inmenso. Contengo multitudes”, escribió
el poeta Walt Whitman. Posadas también.
Suelen difundirse encuestas, sin informar
quiénes las pagan, que elevan al intendente rovirista de Posadas Leonardo
“Lalo” Stelatto a la categoría de uno de los jefes comunales con “mejor imagen
del país”. Imagen. Ese es el punto.
Una de las primeras cosas que hizo
Stelatto tras asumir el cargo de alcalde fue reunirse con los dueños de los
mass-media. Pauta mediante se aseguró tener una prensa acrítica. Con eso sumado
a una oposición digamos “tímida” para expresar objeciones, puede entenderse que
si durante las 24 horas, los 365 días del año, todo lo que se dice de una
gestión es hipérbole y propaganda y todo lo negativo se calla, “tener una buena
imagen” no es imposible.
Meterse en los barrios de Posadas es
conocer las añoranzas de sus habitantes: la añoranza del alumbrado público y la
del agua potable, por ejemplo. Muchos de esos barrios se parecen al conurbano
bonaerense por lo inseguros, muy inseguros, y por la inmensa popularidad del
porro.
Si no tenes auto vas a tener que viajar en
uno de los colectivos del monopólico Grupo Z. Suerte.
A Posadas, como a buena parte de Misiones,
la disfrutan más los turistas que sus habitantes.
Leonardo Stelatto es solo un producto del
marketing político que se vende en la esfera de lo público. Todo es un decorado.
“El político se conforma con una buena
imagen, ese será el mayor logro que obtendrá”, dijo el pensador Marshall
McLuhan.
Dicen que Leonardo Stelatto tiene buena
imagen.
Es lo único que tiene.
Walter
Anestiades
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