KIRCHNERISMO A LA MISIONERA
Hace 19 años que Misiones integra la lista de feudos argentinos. Tierras donde la ley máxima no es una Constitución sino la voluntad de una persona. Carlos Rovira fue tejiendo una urdimbre que le permitió controlar los poderes del estado, la oposición y la prensa sin deshilacharse. ¿Los resultados? una dirigencia opulenta y un pueblo que paga impuestos de Suiza y cobra sueldos de Haití. Porque el éxito de Rovira es el fracaso de Misiones.
Cuando en 2006
el presidente Néstor Kirchner fue a Posadas a apoyar decididamente el proyecto
de reelección indefinida del gobernador Rovira, lo hizo porque fue lo que él
había logrado en Santa Cruz. Pero en la Patagonia no hubo un padre Piña como sí
lo hubo en Misiones y entonces Rovira, que sabe con los bueyes que ara, consiguió
su re-re pero desde el poder legislativo. De hecho, hace quince años que es
diputado provincial y reelecto como titular del parlamento misionero, incluso
con el voto de los opositores.
En el poder
ejecutivo fue colocando a dedo a sus títeres: su ex socio político Maurice
Closs, Hugo Passalacqua (esposo de su prima Viviana), y Oscar Herrera Ahuad. En
el poder judicial perpetró maniobras obscenas, como hacer nombrar en el
Superior Tribunal de Justicia (la corte suprema provincial) a Roberto Uset (que
era el apoderado del partido de gobierno, su partido) y a Ramona Velázquez (su
ex maestra de Biología).
Con los
opositores puso en práctica aquella sentencia atribuida a Robert Walpole-el
primero en ser premier inglés-: “Todo hombre tiene su precio. Solo hay que
saber cuál es”. Con el tiempo fue encontrando el precio de cada uno.
Con la prensa
no fue nada original. Es del manual del feudo disciplinar críticos y ganarse
elogios con el manejo de la pauta oficial. Así hizo del portal Misiones online
una suerte de “6,7,8”, que lo alaba pero también hace operaciones permanentes
sobre díscolos y no convencidos. El Territorio-decano de la prensa
misionera-quedó reducido a un boletín oficial. Y el diario Primera Edición
zigzaguea al ritmo de su dueño Claudio Wipplinger, un empresario posadeño que
aprendió que, a la manera de Eliot Ness, Rovira es el “intocable” número uno.
Excepto en Oberá, en el resto de la provincia hay más chances de conseguir una
foto del “Beto” Alonso con la camiseta de Boca que de poder expresar una crítica
a Rovira en un medio local.
El Frente
Renovador de la Concordia, el sello que Rovira, que era gobernador por el PJ, armó con el ex titular de la UCR
Maurice Closs, fue el primer experimento de la “transversalidad” K. En 2003
Néstor apoyó a Rovira en la que fue una rotunda victoria electoral sobre Ramón
Puerta, mentor de Rovira y apoyado por Eduardo Duhalde. Desde entonces la
renovación tiene un patrón y todo dirigente sabe que, por debajo de Rovira, se
hace carrera siendo el que se calla mejor.
En materia
económica hay que decir que los salarios que se pagan en Misiones son de los
más pauperizados del país. En la tierra colorada hay mucha gente que vive todo un
mes con un dinero con el que en Buenos Aires, Córdoba o Rosario no duraría una
semana. Directa o indirectamente se vive del estado, que es gobierno y que es
partido. Con la obra pública y su propia patria contratista, claro. Con jóvenes
profesionales recién recibidos que entienden a la fuerza que su futuro laboral
va a ser directamente proporcional a su capacidad de congeniar con intendentes
o concejales. O ser policía o penitenciario. O maestro (lo que implica
convertirse en una suerte de puntero renovador a cambio del premio del acomodo).
O ser repositor de un supermercado. O hacer delivery en un moto-mandado. Para
el citadino no hay más. Después están los trabajadores rurales: productores
yerbateros, tealeros y tabacaleros. O los madereros. Que aprenden en la vida
real, sudando la gota gorda, lo que significa la teoría del “darwinismo social”
mejor que en cualquier universidad.
Cuando uno
llega a Misiones como turista y encuentra sus maravillosos paisajes, goza de la
amabilidad de su gente y dispone de pesos varios para consumir la oferta
disponible, la sensación que se tiene es de absoluta paz. Pero si uno viene a
vivir a Misiones y se inserta en la lucha cotidiana por ser un ciudadano que no
solo tiene obligaciones sino también derechos que quiere hacer valer, se topa
con la autocensura de una sociedad que tiene mucho miedo de hablar de lo que le
pasa. Que se siente incómoda para ponerle nombres propios a los responsables
políticos de las injusticias Una sociedad que se aguanta a los patoteros de
estado sin reaccionar. Con el miedo como organizador de la vida social. Y
entonces se descubre que en Misiones no hay paz. Lo que hay es quietud.
El sabio
Cicerón decía que “La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no
tener ninguno”.
Hace 19 años
que Misiones pasó a ser parte de la lista de hermosos lugares de la Argentina
donde la mayoría de su gente, al menos la que vota, más que la libertad, busca un
“buen amo”.
Hace 19 años
que ese “buen amo” tiene nombre: se llama Carlos Rovira.
Walter Anestiades
1 comentario:
Es un horror, la agonía en silencio, ayer escuchaba a mí prima decir... Si se cortaba la luz en el partido yo estoy segura que la gente no iba aguantar más y quemaban la celo porque todos los cortes que nos estamos bancando!!!
Ahora digo y si no hay partido por qué carajos nadie hace nada si sabemos todos que los directivos y la mitad de los empleados son acomodados políticos, no idoneos para las tareas que realizan y por supuesto otro tanto ñoquis. Con sueldos jerárquicos 🤦🏽♀️
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